Desperté, y era placentero lo que recorría todo mi cuerpo. Dudé mecer a mi compañera, pero me detuve, aunque ganas no me faltaron ya que quería con alguien compartir mi alegría.
La visión era increíble, mis neumocitos y hematíes danzaban, tal y como ha sido desde que tuvimos el hálito. ¡Bendita mutación, pues bastaba la mugre que abunda en el aire!
A otro lado con el cuento de la acumulación de los gases y del efecto invernadero. Al menos de asfixia no moriremos. El oxigeno era cosa olvidada. Sobrevivirían mis hijos, mis nietos, me guardaría el mundo a mi retorno de entre los muertos. A pesar del humo se perpetuaría mi sangre ¡Al diablo el tratado de Río, el de Kyoto, que importa el monóxido de carbono! ¡Que emane la lava, que resoplen los mofles y las chimeneas, viviremos a pesar de la acumulación de venenos!
La excitación era tanta que atenazó la sed mi garganta, luego quise calmarla con el agua de Altata; pues también mis nefronas viraron, y ahora, el agua del cielo tan sólo un grato recuerdo. Transformación bendita el futuro está confirmado. ¡Tiren los árboles no sirven de nada! pronto me di cuenta que todo había sido un sueño, y los sueños son eso: posibilidad en la nada.
Cuidemos el agua, plantemos un árbol… ¡salvemos al mundo!
*Docente de la Facultad de Medicina/UAS