Nacional

Lalo Guerrero el pater de la música chicana

Por domingo 25 de marzo de 2012 Sin Comentarios

Por Miguel Ángel Avilés Castro*

Este hombre es como un fantasma que solo lo vieron unos cuantos. Por eso hay que hablarles de él a los que no tuvieron ese gusto: se llamó Eduardo Guerrero y fue más que ese gran entretenedor de radioescuchas hispanos que solía platicar y cantar junto con tres ardillitas.

Lalo Guerrero y Las Ardillitas o Las Ardillitas de Lalo Guerrero, mentaba la gente hace años y con esa familiaridad se estaban refiriendo a Eduardo “Lalo” Guerrero nacido precisamente un 24 de diciembre de 1916 en Tucson Arizona e ido para el otro mundo un 17 de marzo de 2005 en Palm Springs, California.

La mexicanidad de Lalo Guerrero fue heredada por sus padres, doña Concepción y don Eduardo, oriundos estos del meritito Cananea, Sonora (aunque se dice que su mamá era nativa de Arizona) los cuales un día emigraron de mojados allende las frontera pero se llevaron el aullido del coyote o el eterno retorno que Lalo, uno de sus 21 hijos, mamaría para toda la vida.

Tal ascendencia mexica quedó tatuado en la voz y las manos de Lalo Gurrero y aquella, cruzada con su nacencia, lo hizo sentirse con orgullo”One hundred por ciento chicano”

Esta combinación de sangre y espacio, esa extensión de la raíz y del territorio lo enseñaron -con gran influencia materna- a componer canciones y tomar, con buen tono y mejor tino la guitarra. De su persona entonces salieron primerizas letras y tonadas que serían el abono para su futura cosecha musical que alcanzó su popularidad con canciones como Nunca Jamás (que interpretarían magistralmente Los Panchos o Javier Solís) , Canción Mexicana(que se escucharía, entre otras, en la voz de la legendaria Lucha Reyes), la Minifalda de Reynalda (cantada por el propio Lalo Guerrero y años más tarde por Los Johnny Jets) y no se diga uno de sus mayores hits: Pancho López aun que esta, según los conocedores, es una reversión, casi una parodia, del clásico estadounidense The ballad of Davy Crockett la canción dedicada a este héroe popular de Estados Unidos que luchó por la independencia de Texas y murió a los 49 años de edad en la batalla del Álamo.

Esas composiciones fueron las de mayor popularidad, pero Lalo Guerrero caminó desde muy chico otros caminos musicales, tanto como solista como con otros intérpretes. No pasemos por alto que don Lalo se inició en la música con el fin de mantener a la familia ya que su padre murió y lo dejo con muchas carencias.

Se cuenta que después de un fugaz viaje al Distrito Federal acompañado de su primera esposa, Margaret Marmion, y convencido por esta quien nunca se adaptó en tierras mexicanas, Lalo Guerrero se regresó a Arizona y fui ahí donde fundó el cuarteto conocido como Los Carlistas (que después sería el Trío Imperial, debido al nombre de la compañía donde grabó don Lalo) los cuales se vestían de charro con sombrero ancho y sarape y con quienes más adelante triunfaría en Los Ángeles California, lugar donde también adquiriría un centro nocturno que se llamó Lalo.

Eran años de gran discriminación racial sobre todo en contra de los mexicanos, épocas de pachucos o chucos como también les llamaban. Don Lalo no se quedó atrás y comenzó a vestirse y presentarse como chuco. Sus canciones entonces sufrieron cierta variación. Era la época de las grandes orquestas de swing y el jittrbug era el baile del momento. Los chucos bailaban el jittrbug, pero también el mambo que también rifaba por aquel entonces. Así, don Lalo organizó su propia orquesta y se fue de gira por el suroeste de los Estados Unidos, siendo en Texas donde mejor fue acogido. De estas siembras musicales brotaría a mediados de los años 30 el Pachuco Boogie, esa música de baile mexicanoamericano que alternaba entre los estilos americanos y afrocaribeños. Guerrero junto con Edmundo Martínez Tostado conocido como don Tosti, un compositor mexicoamericano de Texas que se mudó a Los Ángeles cuando era adolescente crearían los jump blues mexicano-americanos, o sea, el pachuco Boogie que utilizaba ritmos de swing, boogie woogie y rumba con letras en español y en caló, el lenguaje spanglish de los pachucos, transformando considerablemente hacia una identidad propia a esos aficionados méxico-americanos, que se sentían atrapados en medio de dos culturas y que a partir del pachuco boogie permitiría reunir a la audiencia chicana, la anglo y la música afroamericana, sentando así los cimientos- muy sólidos- de la música chicana, cuyo disco grabado allá por 1948 es ampliamente recomendable para quienes les guste hurgar en la música de culto.

Sencillamente por eso (que más querían) a este buen hombre se le identifica como el padre de la música chicana.

Pero Lalo Guerrero fue, vino, se volvió a ir y no se ha ido. Fue un gran costal de reconocimientos que, sobre todo, allá con los gringos recibió. Todavía algunos años antes de morir, fue declarado oficialmente un tesoro nacional, popular por el Instituto Smithsonian en 1980 y fue presentado con la Medalla Nacional de las Artes en 1996 por el entonces presidente de Estados Unidos Bill Clinton . Antes ,en 1992, Guerrero fue merecedor al Premio Nacional de Patrimonio de la Fundación Nacional de las Artes. A finales de 2005 Guerrero fue incluido póstumamente en el Music Hall de Arizona y entretenimiento de la Fama. Junto con eso también lo instalaron en el Salón de la Fama Tejano y el Mariachi Salón de la Fama.

Este fue Lalo Guerrero, el fantasma que solo vieron unos cuantos. Por eso había que hablarles de él a los que no tuvieron ese gusto.

*Abogado y escritor.

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