Por Fidencio López Beltrán*
Indudablemente día a día nuestra práctica como psicólogos es requerida para dar respuesta a fenómenos tan complejos y recurrentes de nuestra sociedad que afectan el desarrollo armónico entre las diferentes formas y modos de convivencia, tanto sociocultural, institucional, familiar y educativo. Es por ello que la psicología tiene una responsabilidad ética y de compromiso que debe cumplir, y en función de esa exigencia se está trabajando en nuestra profesionalización para responder a los retos que nos demanda y exige el clamor social. Contribuir desde nuestro espacio para dar respuesta a las demandas de los estratos más vulnerables que requieren de nuestra presencia y contribución social y científica.
Es claro que la psicología también debe de intervenir frente a situaciones terribles como la escalada de violencia que polariza, atemoriza y mantiene asfixiada a nuestra población, es cierto que grupos e instituciones educativas, luchamos diariamente para contrarrestar esta cruda realidad, sin dar nuestro brazo a torcer, pero a la vez exigiendo políticas más sensibles y acordes con la realidad que nos toca vivir. El compromiso es y debería ser de todos; sin embargo, observamos que no todos asumimos el reto con la misma tenacidad, por ello se hace necesario dejar de lado concepciones individualistas, que en nada abonan a un sano desarrollo de nuestro compromiso y de nuestra inserción social al cual somos convocados, ello, solo disminuye nuestra calidad humana y los retos aparecen como muros infranqueables.
Frente a estas exigencias que la sociedad nos demanda se añaden rezagos que hacen más lento nuestro transitar, donde sobresalen dificultades materiales, de valores, representacionales, y de civilidad, incidiendo todos ellos en menor o mayor grado en las dificultades que nos toca vivir. Es en este contexto donde nuestra universidad aporta el capital humano, y aunque algunas veces denostada, pensamos que la función educadora y formativa de nuestros estudiantes es uno de los antídotos necesarios para enfrentar el estado de cosas que se imponen algunas veces de manera facciosa y convulsiva, creemos que nuestra universidad, es y seguirá siendo uno de los mejores refugios para ese malestar social, ya que su encargo es el de regular, contener, dirigir y formar a nuestros estudiantes con un gran respeto por la vida, con contenidos éticos y valores que permiten su humanización y a la vez, con una sensibilidad donde ellos puedan ofrecer un servicio por el bien comunitario. Sabemos que los retos son grandes, pero también es grande la fortaleza de nuestra formación y de nuestros principios como universitarios, ya que desde nuestro quehacer docente y como investigadores sabemos dar una respuesta a las adversidades que se nos presentan.
La psicología hoy en día tiene como función sensibilizar, socializar y ser facilitador del desarrollo tanto al interior de nuestra universidad como en la sociedad, generando certidumbre y confianza en la comunidad. La psicología trabaja para generar la gobernabilidad como factor estabilizador de nuestro entorno, con prácticas educativas dirigidas a un saneamiento mental y mejores oportunidades de crecimiento espiritual, donde la calidad de vida este en un lugar privilegiado y desde ese lugar crear sinergia con los mercados de trabajo y en general con las distintas organizaciones (sean públicas o empresas privadas), donde se reconozca la capacidad de nuestros estudiantes y su vocación de servicio como profesionales.
La psicología a la vez esta atenta a situaciones que generan tensión social, miedo y temor en nuestra entidad, como es el caso de la delincuencia organizada, por ello una de las funciones especificas de la psicología es dar respuesta a los daños colaterales que está conflictividad produce, generando víctimas inocentes, que quedan como secuela frente a esta barbarie que nos ha tocado vivir. Ante esta situación la formación académica de nuestros estudiantes está dirigida a la prevención de este flagelo, sensibilizando a nuestras familias de los riesgos de estas prácticas, combatiendo con educación, insistiendo en la promoción de valores, como reforzadores para luchar contra las falsas creencias y representaciones sociales o simples creencias distorsionadas que nos pintan subjetivamente una calidad de vida inmediatista, desechando la lucha y tenacidad como único medio para conseguirlo dentro de los marcos institucionales que el estado nos ha otorgado en beneficio de nuestra profesionalización.
Por ello la responsabilidad implica conjuntar esfuerzos con los distintos niveles de gobierno (federal, estatal y municipal), sensibilizándolos para que volteen con nosotros atendiendo las necesidades que nuestra tarea requiera, nosotros responderemos con nuestras tareas especificas en bien de la formación de nuestros alumnos y para beneficio colectivo, nuestra participación activa es parte de nuestro encargo social que implica profesionalizar ciudadanos cuya prioridad fundamental es la de establecer un Sinaloa más sano, más digno, con un nivel profesional inobjetable, más comprometidos con el desarrollo de nuestra entidad, pero sobre todo, trabajando para el progreso de todos los sinaloenses; este es el compromiso de nosotros como psicólogos, lo que nos motiva a no dejar caer nuestras expectativas porque solo desde nuestra identidad personal vale la pena seguir sumando esfuerzos para que los sueños llenen de colorido nuestra existencia.
Es necesario enfatizar, que en nuestra experiencia inmediata de nuestro quehacer profesional en las labores de docencia e investigación que venimos desarrollando en Facultad de Psicología de la UAS, se ha hecho un esfuerzo extraordinario por academizarla y consolidar su desarrollo con visión creativa, de tal suerte, que el estudiante sea competente y conozca realmente el producto al cual curricularmente ha sido emplazado, es decir, que el alumno en formación cuente en su practicidad con respuestas frente a los diferentes sectores de la sociedad, por ello, el estudiante es confrontado desde las diferentes propuestas psicológicas a instrumentar un quehacer teórico-epistemológico atento a las exigencias de la comunidad científica, así como del mercado actual, y del propio interés del estudiante como persona valiosa que es, donde su enseñanza y sus aprendizajes se vean reflejados en los productos que cosecha como saber, que le servirán posteriormente para dar respuesta a vacios que requieren de nuestra presencia, es válido afirmar que lo que se espera de nosotros es que asumamos como psicólogos los retos y las respuestas para una mejor estructuración social y que contribuyamos con ello, a la comprensión y resolución de conflictos socioculturales de distinto orden y que hoy en pleno siglo XXI se le demanda a nuestra disciplina.
*Doctor en Pedagogía/UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.