Por Ulises Cisneros*
Luego de cierta incertidumbre flotante entre la comunidad artística y cultural de la capital del estado desde fines del año pasado, el alcalde de Culiacán, Héctor Melesio Cuen Ojeda, resolvió la expectativa creada en torno al nuevo titular del Instituto Municipal de Cultura al designar a Rodolfo Arriaga Robles.
El efecto fue sorpresivo, incluso para el mismo director del Taller de Teatro de la UAS, según comentó en las primeras declaraciones hechas a los medios el pasado 11 de enero, poco después de la toma de protesta que el mismo alcalde hiciera en el salón de cabildo.
A la sorpresa siguió el beneplácito generalizado entre los artistas y promotores culturales de la ciudad y del estado. El “Fito” Arriaga, como es ampliamente conocido en la comarca de Oncerríos, trasciende por su trabajo como actor, director teatral y promotor desde hace más de tres décadas más allá de nuestros límites territoriales.
A nivel nacional e internacional, su nombre y prestigio artístico son referentes de una vocación indeclinable por el teatro y de una perseverancia y disciplina que ha logrado hacer del TATUAS una sólida institución reconocida en los ámbitos teatrales de México y buena parte de Latinoamérica.
Tales méritos contaron sin duda alguna para la acertada elección de Cuen Ojeda. Con alguien como Arriaga Robles, el Instituto de Cultura Culiacán recibe a un nuevo titular con vasta experiencia y conocimiento de la promoción cultural en los términos profesionales y curriculares que el puesto demanda ahora por el crecimiento institucional que la dependencia ha tenido en los últimos años.
Se completa así el conjunto de nuevos directores de los únicos tres institutos municipales hasta ahora en la entidad: Los de Ahome, Culiacán y Mazatlán. Hacer crecer las dependencias municipales de cultura a tal rango administrativo es producto de la importancia que para la sociedad y los gobiernos locales ha venido adquiriendo la cultura como política pública.
El primero de ellos fue el mazatleco en 2005, que fusionó la cultura y el turismo entre sus funciones debido a la relevancia estratégica que significan ambas para el puerto y el municipio. Luego fue el de Culiacán en 2007 y, apenas en 2010, el de Ahome. Con personalidad jurídica y autonomía propias, tales institutos se enfilan hacia nuevos retos y logros que demuestren su pertinencia social. Fundamental resulta que sean personas y equipos de reconocida experiencia en la administración pública del trabajo cultural quienes los dirijan.
Con tal avance institucional no caben las improvisaciones ni los desaciertos.
Por ello es altamente plausible que se hayan designado a Anabella Gaxiola Castro, en Ahome, y a Raúl Rico González, en Mazatlán y, ahora, a Rodolfo Arriaga, en Culiacán.
El ejemplo ha cundido y ya se aprestan los cabildos de Guasave y Salvador Alvarado a hacer lo propio, según nos han reportado diversos ciudadanos y promotores culturales de dichos municipios.
Dependerá de los factores administrativos y presupuestales de cada ayuntamiento y, de manera determinante, de los indicadores que evidencien su pertinencia social para que los proyectos de creación de institutos de cultura en ellos se cumplan en el periodo de 2011 a 2013.
En el caso de Salvador Alvarado, su infraestructura cultural ha venido creciendo. Al auditorio “27 de febrero” se ha agregado la Casa de la Cultura y el Museo “Pedro Infante”. La demanda de educación artística por parte de la población se ha incrementado a la par de una agenda de actividades de difusión artística constante que sea alternativa de formación de nuevos públicos con el apoyo del Instituto Sinaloense de Cultura. Además, el área de influencia del trabajo cultural organizado no sólo es en relación con Guamúchil. Los municipios de la región del Évora, Mocorito y Angostura, están estrechamente vinculados por su proximidad geográfica. A ello, súmese que los tres cuentan con festividades tradicionales como lo son sus respectivos carnavales y que los resultados de formación artística en la Casa de la Cultura de Pericos hasta la fecha han sido positivos, tanto en calidad como en cantidad, para los niños y jóvenes de la región.
Otro tanto es Guasave. Su auditorio “Héroes de Sinaloa” es un excelente espacio para numerosas actividades de difusión. El parque “Hernando de Villafañe” es un concurrido espacio familiar, social y deportivo. El talento artístico que hay en la región del Petatlán es legendario. La demanda de formación artística se ha incrementado entre las nuevas generaciones producto de la complementariedad de formación humana que representan las artes frente a la educación regular.
El trabajo, entonces, está por hacerse. José Esteban Perales Villanueva como director de Educación y Cultura en Guasave y Rommel Báez Lugo en Salvador Alvarado darán la pauta a seguir, considerando la adhesión y solicitud ciudadanas que se formulen para los respectivos planes de desarrollo municipal y que respalden tal aspiración.
Mientras, el solo hecho de conjugar el quehacer de los tres institutos de los municipios del norte, centro y sur del estado con el del ISIC permite trazar y planear una política de descentralización cultural a fondo que es, de entre las muchas propuestas ciudadanas hechas llegar al gobierno de Mario López Valdez, la más relevante de todas en los términos de la promoción cultural.
Establecer la vinculación estrecha con el ISIC y, más aún, entre sí, permitirá concretar planes y programas de trabajo comunes entre Mazatlán, Ahome y Culiacán, así como en el resto de los municipios, cuyo patrimonio cultural es una oportunidad de crecimiento y desarrollo, como son los casos de El Fuerte y Cosalá, incluidos dentro del programa nacional de “Pueblos Mágicos”, y los de Mocorito, Sinaloa de Leyva, Badiraguato, San Ignacio, Concordia y Rosario.
En sí, eso representaría un distintivo cambio en la política pública de cultura en Sinaloa para los próximos seis años, puesto que se partiría de las fortalezas adquiridas en el tiempo y del aprovechamiento de las oportunidades que cada municipalidad sabría asumir en un trabajo concertado con las autoridades estatales y federales.
La descentralización cultural es la piedra angular del trabajo a efectuar. Obvio es que para ello se requieren recursos y, sobre todo, planes de trabajo viables y concretos y de alto impacto social. Algunos municipios cuentan con sindicaturas cuya población es relevante por su número e importancia en los sectores productivos. De ahí se desprende la estrategia a seguir.
Es el caso de Culiacán, donde ahora Rodolfo Arriaga desplegará su conocido dinamismo y experiencia. Enhorabuena por ello. Servir a Sinaloa con trabajo cultural importa a nuestra sociedad.
*Escritor y periodista cultural