Por Juan Cervera Sanchís*
Quizá ningún otro presidente de la República Mexicana haya generado tantos versos satíricos como el general Antonio López de Santa Anna y Pérez Lebrón, quien fue en once ocasiones presidente, aunque aún así, cualquier presidente actual lo supera en tiempo en el poder. Santa Anna en realidad gobernó solamente durante cinco años, nueve meses y veintiún días y al dejar la presidencia por última vez, según es sabido, vivió con escasos recursos económicos por lo que murió en la pobreza.
Dadas las circunstancias de los tiempos en que le tocó vivir a López de Santa Anna y gobernar aquel esbozo, todavía, de país que entonces era México, el sentarse en la silla presidencial no era ninguna ventaja, sino más bien un martirio. El destino, como se suele decir, obligó a Santa Anna a hacerlo como ya dijimos en once ocasiones y en mitad de la anarquía que reinaba. De ello se derivó, al parecer, lo que la mayoría cree respecto a Santa Anna. Sin embargo, la realidad no está tan clara, pero siempre a la postre es más cómodo culpar a un solo hombre de todos los errores que caen en determinado tiempo sobre un país que asumir entre todos la culpabilidad de los hechos acontecidos.
A Santa Anna, sus contemporáneos, le dieron todo el poder, imaginando que concentrándolo en un solo hombre resultaría más fácil gobernar. No fue así, ni puede ser así, pero ante ello se vengaron, o creyeron vengarse de él, acumulando toda clase de sátiras contra su persona. Todos los errores de aquella se le achacaron a Santa Anna y no a los que lo habían llevado al poder y le permitieron hacer y deshacer en base a sus naturales debilidades y deficiencias humanas.
Hoy, con los versos que se escribieron para burlarse de él, se podría hacer un libraco voluminosísimo y divertidísimo.
La realidad de Santa Anna y aquel México en ciernes, harto confundido y, por ende, imposible de gobernar, no tienen nada de graciosa. Curiosamente, los versos que generaron, sí son graciosos.
El poeta Antonio Plaza, enemigo acérrimo del gobernante, escribió: “El éxito no fue malo,/ vencimos a los traidores, / y volví pisando flores,/ con una pierna de palo.”
Sobre la pierna de palo de López de Santa Anna llovieron versos al granel. Hay uno anónimo que dice, jugando a las adivinanzas, después del solemne entierro de la pierna que perdiera el señor presidente:
“Es santa sin ser mujer,/ es rey sin cetro real,/ es hombre, mas no cabal,/ y sultán, al parecer./ Que vive, debemos creer:/ parte en el sepulcro está/ y parte dándonos guerra./ ¿Será esto de la tierra/ o qué demonios será?”
Los versificadores contemporáneos de Santa Anna se sirvieron, gracias a él, con la cuchara grande desde el anonimato, con excepción de Plaza. La mayoría no dieron la cara. Al fin de cuentas que los versos, las coplas, los epigramas y las adivinanzas contra Santa Anna eran de todos a la vez que de nadie:
Todo fiel cristiano/ está muy obligado/ a tener devoción/ de todo corazón/ al enorme avestruz,/ enemigo de la luz,/ su Altísima Serenísima/ López de Santa Anna.” ¡Qué no se jaleaba y rimaba de Don Antonio! Se cantaba una copla por las calles de México popularísima. Decía: “¡Ave María Purísima!/ Las cuatro y sereno./ ¿No hay quien de veneno/ a su Alteza Serenísima?”
Chistes y más chistes siempre en verso y, a la vez, coplas y coplas que aludían a Santa Anna y que él no parecía darse por enterado, yendo a la suyo y dándose tiempo para escribir su autobiografía, donde hay unas líneas que dicen:
“La historia de la República Mexicana no es aún bien conocida por la generalidad: la han adulterado los que de mares allende se han acomodado a escribir por lo que le cuentan, sin conocer aquel vasto suelo poblado de distintas razas, idiomas, índole y costumbres diferentes; un suelo privilegiado admirablemente por la Naturaleza.”
Esto escribió López de Santa Anna. Respecto a los versos satíricos que inspiró nadie hasta ahora los ha recopilado, aunque en su mayoría fueron impresos en las revistas y los periódicos de su tiempo, ojalá algún día un acucioso recopilador los reúna en un grueso tomo que, de hecho, resultaría amenísimo y sería un fiel reflejo de aquella época.
*Poeta y periodista andaluz