FRANCISCO PADILLA BELTRÁN
El 20 de mayo de 1920 por la noche, en la sierra de Puebla, en un pueblo llamado Tlaxcalantongo murió asesinado el presidente del país Venustiano Carranza. Con su artera muerte, igual que con Madero, se transgredió la legalidad y se coartó la vida del caudillo que había logrado aglutinar a los dirigentes de las diversas facciones de la oposición en el movimiento constitucionalista contra el dictador Victoriano Huerta.
Venustiano Carranza, desde muy joven en su natal Cuatro Ciénagas Coahuila, había mostrado vocación por la política y por los asuntos de su comunidad; dos veces presidente municipal, diputado y senador por su estado, gobernador interino en el periodo de Porfirio Díaz. Termina confrontado con éste por las prácticas fraudulentas al competir por la gubernatura.
En 1910, se une al Plan de San Luis proclamado por Francisco I. Madero y pasa a formar parte de la Junta Revolucionaria. Tras el derrocamiento de Díaz y ya en la presidencia Madero, Carranza se opuso a los pactos con la élite porfirista: “Revolución que transa es revolución perdida”, expresó en la prensa. Sus palabras resultaron proféticas: tras el cuartelazo orquestado por Victoriano Huerta en febrero de 1913, el presidente fue derrocado y asesinado.
Con la muerte de Madero se había roto el orden constitucional, había que restablecerlo, de ahí el nombre que adquirió el nuevo movimiento revolucionario: constitucionalista. Este logró aglutinar a las más disímbolas facciones con distintas posturas políticas e ideológicas. El inicio de este movimiento tuvo su bautizo en marzo de 1913 con el Plan de Guadalupe (hacienda de Guadalupe, Coahuila).
El movimiento contra Huerta tuvo de inició cuatro escenarios principales: Coahuila en donde surgió, Monterrey y Tamaulipas (Ejercito del Noreste), Sonora y Sinaloa (Ejército del Noroeste), Chihuahua, (División del Norte). Y en la región centro-sur se sumó a la insurrección el movimiento zapatista.
La marcha hacia la ciudad de México fue incontenible, a mediados de 1914, los ejércitos del noroeste y noreste habían expulsado del país a Huerta, entraban a la ciudad y firmaban los Acuerdos de Teoloyucan que disolvían al ejército federal.
Los ejércitos rebeldes del constitucionalismo se convirtieron en gobierno. Era un reto crear las condiciones para la estabilidad de un país en ruinas por la revolución, pero lo más complicado era llegar a consensar un proyecto de nación cuando cada facción tenía el suyo. Se intentó la unidad en Aguascalientes al instalarse la Soberana Convención Revolucionaria, el intento fracasó: Villistas, y zapatistas se deslindaron y acordaron conformar un gobierno revolucionario presidido por Eulalio Gutiérrez, desconocer a Carranza como primer jefe de la revolución y que entregara el mando del gobierno.
De nuevo la contienda. Carranza se niega a entregar el poder y pide la renuncia de Villa y Zapata. Ante el acoso, igual que lo hizo Juárez, traslada los poderes a Veracruz, el gobierno de la convención lo declara en rebeldía y ocupa la ciudad de México.
Eran los otros vencedores, los otros conquistadores del poder y como tal deberían conservarlo y disputárselo a los constitucionalistas. El gobierno de la convención fue un fracaso moral, político y militar. Su división y el caos gubernamental, (tuvieron tres encargados del poder ejecutivo) los llevó a debilitarse y en esa situación se enfrentaron a la maquinaria de guerra que Álvaro Obregón y Pablo González habían echado a andar. Además los constitucionalistas de manera inteligente aprobaron una estrategia política y social: el seis de enero promulgaron
una ley agraria contrarrestando banderas del zapatismo y el villismo e hicieron un pacto con la Casa del Obrero Mundial para formar los “batallones rojos” y sumarlos a su ejército.
En 1916, después de vencer a las fuerzas villistas, Carranza pudo iniciar su gobierno en un país sumido en la ruina económica y financiera, el problema militar continuaba con Villa Y Zapata, además seguía la presión de las compañías extranjeras, sobre todo las petroleras. En este contexto de problemas decidió convocar a una Asamblea Constituyente.
El propósito era reformar la Carta Magna de 1857 para cumplir con las demandas de justicia social expresadas por el movimiento revolucionario, fue así como el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista usando sus dotes de estadista presentó ante el Congreso su proyecto de un nuevo orden jurídico para el país.
No fue sencillo los diputados se dividieron en dos grupos: el moderado, de los carrrancistas y el “progresista”, vinculado a Obregón. Los artículos más controvertidos y que terminaron aprobándose fueron el 3°, dedicado a la educación, 130°, la relación Estado e iglesia, el 123°, relaciones laborales y el 27°, relativo a la propiedad de la tierra y los recursos naturales.
Artículos considerados de corte nacionalista y expresión de los deseos de cambios profundos propuestos por los movimientos populares a los que no pudo oponerse Carranza. La propuesta inicial de éste era un proyecto muy alejado de sus proyecto, sin embargo como buen estadista terminó jurando la constitución.
1920, las inminentes elecciones volvieron a despertar las pasiones por el poder, Álvaro Obregón y Pablo González, los dos generales más prestigiados en el ejercito aspiraron a suceder a Carranza, en cambio él se pronunció por un civil, Ignacio Bonilla, aspiraba a terminar con el pernicioso militarismo.
Con esto se desató de nuevo un episodio en que la intriga, las traiciones, el asesinato debían utilizarse como medio de sus ambiciones para llegar al poder. El grupo de sonorenses y algunos sinaloenses, aliados de Obregón proclamaron el Plan de Agua Prieta, desconocieron a Carranza y el grueso de los militares (incluido Pablo González) desobedeciendo las órdenes del presidente se sumaron a la rebelión y marcharon sobre la capital.
Carranza decidió irse por tren a Veracruz y desde ahí combatir a la rebelión, el viaje se volvió un viacrucis. Después de varios intentos violentos para detener el Tren Dorado del Presidente este ya no pudo continuar en la estación de Aljibes y con un puñado de fieles se interno en la sierra de Puebla. El 21 de mayo por la madrugada, mientras dormía en una choza el presidente fugitivo y desarmado fue asesinado por soldados al mando del general Rodolfo Herrero.
Al escribir sobre este asesinato el escritor Fernando Benítez escribió que este episodio formaba parte de una historia circular: “El sucesor de Juárez (Sebastián Lerdo de Tejada) derrotado por la sublevación de Díaz, Díaz derrotado por la sublevación de Madero; Madero asesinado por la sublevación de Huerta, Carranza vencido por la revolución que el mismo había encabezado 7 años antes”.
Presidente de la Crónica de Sinaloa
Cronista oficial de la Cd. de Culiacán, Sin.