VERÓNICA HERNÁNDEZ JACOBO
Qué alucine en mi sueño que el despertador sueña, lo considero como una buena señal, ya que, contrariamente a lo que dice Freud, en mi caso yo me despierto. Al menos eso fue lo que me sucedió. El sueño de Aristóteles. (Jacques, Lacan)
La Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) inscribió este año el encuentro dedicado a los sueños, por obra y gracia de la pandemia este se ha retardado, pero seguramente los trabajos retomarán su curso próximamente, así como enunciaba Calderón de la Barca que la vida era un sueño, Freud le dio un peso muy importante a esta condición humana, inauguró lo que en 1900 llamó la ciencia de los sueños, nada que ver con el sueño visto desde el cientificismo, reducido a una reacción cerebral, donde se mide el movimiento ocular en el durmiente, otra es la apuesta psicoanalítica. Freud articuló el sueño en el marco de la cura, y se adelantó a las interpretaciones simples, ya que el sueño sólo compete a quien lo sueña, a nadie más, eso era dar pasos agigantados muy distintos a los sueños que reunió Flavio Josefo, o el mismo José el bíblico, quien como todo un oráculo sabía leer cada sueño entresacando su condición profética que hoy diríamos delirante, así como se da en todo sujeto, y en la propia ciencia.
En la clínica de la orientación lacaniana el sueño no necesariamente necesita ser interpretado, ya cuando aparece es porque venció la censura y oníricamente se muestra en su cara más real. Freud en su momento mostró el camino que implica lo soñado, al decir de este que es la vía regia para llegar a lo inconsciente, no por nada se ubicó a lo inconsciente como la parte oscura del sujeto, o bien, ingenuamente se colocaba en ese inconsciente una suerte de sótano plagado de monstruos que se tenían que domesticar y hasta controlar, otros más cómicos lo pensaban como hacer consciente lo inconsciente, todavía hay insensatos que sobre esta fórmula etérea fundan la práctica psicoanalítica, por supuesto que es la superchería que aún algunos grupos de psicoterapia psicoanalítica ostentan. Para Jacques-Alain Miller “el sueño interpreta, pero a menudo lo hace en la impresión, en lo falso, incluso como una mentira desvergonzada, una torpe astucia” esta torpe astucia tenía que ver con ¿qué verdad se asoma en lo soñado?algunas veces puede enchinar la piel, de hecho puede ese sueño presentificar un rizo. En un primer momento se ubicó el sueño como realización del deseo, en otro momento el sueño se presenta como un jeroglífico a ser descifrado, es decir que se entendía como una escritura, una suerte de pergamino para ser descodificado, recordemos la pesadilla, como un goce muy específico, ya que suele ubicarse éste como un modo de hacer sufrirgozar al sujeto, hacerlo víctima de un otro, de ese infierno del pensamiento que estraga al sujeto.
Se dice que la vida es un sueño, en sentido coloquial despertamos para seguir soñando, este ir y venir entre despertar y dormir puede ser incluso una ficción, y ser realmente soñados por nuestro deseo, esto lo puedo matizar como si de una metáfora se tratara, pero si algunas veces la vida puede parecer tan insostenible que para muchas personas dormir para ya no despertar es una solución, para otros es el sueño un artificio para la dirección de la cura, porque aun el sueño es la vía regia que nos lleva hacia lo inconsciente. Esto tiene un fundamento lógico a saber que no sólo soñamos cuando dormimos, sino que las mismas fantasías en las que se adormece el sujeto, están hechas del mismo material del sueño, en cierto momento fue Freud quien planteó que el sueño es el guardián del dormir.
Hay una parte indescifrable del sueño que sería lo que en Freud se conoció como ombligo de sueño, sería lo infranqueable ese núcleo básico del deseo que no tiene reverso una suerte de agujero negro insondable, y para seguir con este mito freudiano sería el lugar de donde venimos y allá descansaremos.
Doctora en Educación
