SANTOS LOPEZ LEYVA
Cuando el lunes 3 de septiembre de 1956 entré a la escuela primaria Benito Juárez, en ese tiempo escuela de niños, para las niñas estaba la Agustina Ramírez, ubiqué las dos filas de alumnos de primer grado, en una estaba al frente la profesora Macrina Medina Jiménez, muy joven y me pareció muy guapa, me formé en su fila, pero me dijo: -tienes que inscribirte con la profesora que está en aquel escritorio- quien estaba en ese puesto era la profesora Lupita Payán Navidad, después supe su nombre, ella me anotó y me mandó al primero “B”, atendido por María Salomé Cárdenas Navidad (la maestra Chamé), quien me parecía mucho mayor que Macrina, quizá porque estaba vestida de negro. Resultó ser una excelente profesora, nos trataba con cariño, con mucha atención y respeto, se ganó nuestro reconocimiento, aprecio y recuerdo para toda la vida. Nunca supe para que quería la regla que casi siempre traía en la mano, porque no la utilizaba, quizá le daba seguridad, en ese tiempo, la regla era instrumento parte de la personalidad del maestro. Con Chamé aprendí a leer y siempre he saboreado la lectura.
Los métodos de enseñanza
El método que se utilizaba para la enseñanza de la lectura y escritura era el método Onomatopéyico, creado por el pedagogo mexicano Gregorio Torres Quintero, este método se basa en el sonido de las letras. Sus fundamentos se encuentran, como gran parte de su sustento pedagógico, en los trabajos de Juan Amos Comenio.
La aplicación del método parte de narrar un cuento y de ahí se deriva el sonido de la letra, el cuento de la rata para la i, el del jinete para la o, etcétera, este método se utilizó hasta principios de los años 60s del siglo XX. Tuvo sus ventajas sobre el denominado “Silabario San Miguel”, que era un método utilizado en las escuelas católicas y que después pasó a las escuelas públicas, la lectura y escritura se enseñaba utilizando sílabas. El Onomatopéyico está más cerca al mundo del niño, a lo que él conoce, pero si se quisiera usar en nuestros tiempos se tendrían que cambiar muchos de los cuentos en los cuales se sustenta la enseñanza de las letras, porque las situaciones actuales son muy diferentes a las vividas por los niños de los años 50s del siglo XX. Para 1965, que me tocó trabajar con un primer año en la escuela de Caitime, quise utilizar ese método para enseñar a leer y a escribir, pero ya se había presentado una reforma pedagógica, ahora se enseñaba con el método Global, es decir, la enseñanza empezaba porque el alumno reconociera y repitiera oraciones o frases completas y de ahí viajar a la letra. Recuerdo la oración para enseñar la “S”, que era la primera consonante que se enseñaba después de las vocales: “ese oso se asea así”, se debe visualizar que la única letra extraña para el niño, después de las vocales, es la “S”. Este método se basa en los principios establecidos por el pedagogo belga Ovidio Decroly, quien recurrió al sincretismo del niño, el niño percibe las cosas de una manera integral y así es necesario enseñarlas; se debe enseñar para la vida, esto lo muestra con su frase: escuela para la vida mediante la vida. El cual es un principio que los profesores no debemos olvidar.
Una reforma educativa incompleta.
En México cada presidente quiere hacer su reforma educativa, la última entró en vigor el 15 de mayo de 2019, de ella se pueden rescatar los siguientes cinco elementos.
1) Una educación obligatoria a todos los niveles, lo que implica que el Estado debe ofrecer la educación gratuita en general, las anteriores reformas lo habían considerado hasta el nivel bachillerato, pero ahora se incluye el nivel superior. 2) Cambian las formas de evaluación al profesor, ya no son punitivas y desaparece el Instituto Nacional de Evaluación Educativa. 3) Garantiza constitucionalmente el apoyo a los jóvenes; 4) Incluye nuevas materias y la educación sexual, y 5) Promueve elecciones libres en los sindicatos magisteriales.
A cada momento se menciona que esta reforma es un gran avance, sin duda, lo es, porque con la gratuidad aumenta la cobertura en todos los niveles, pero está en duda la calidad; se mejora la evaluación a los maestros, pero todavía no se entra a los ejercicios de autoevaluación escolar; en general, puede asegurarse que las reformas educativas en nuestro país siguen débiles del elemento pedagógico, no muestran la inquietud por la búsqueda de nuevos métodos de enseñanza que mejoren la lectura y escritura de nuestros niños, la comprensión lectora de nuestros jóvenes, porque en las pruebas internacionales nuestros estudiantes obtienen puntajes bajos. Se debe empujar una reforma que lleve como objetivo mejorar el proceso de enseñanza aprendizaje a todos los niveles. Hasta ahora, las políticas educativas, cuando menos de los últimos cuatro presidentes, han sido de tinte político y administrativo, muestran pocos indicios de búsqueda de avances en los procesos de enseñanza- aprendizaje, tenemos que impulsar una reforma científica y pedagógica donde los niños y jóvenes disfruten el aprendizaje y que posicione a México en el mapa del conocimiento mundial.
Profesor de la Facultad de Economía
y Estudios Internacionales UABC