PRIMAVERA ENCINAS
Los padres son los encargados de establecer las normas de conducta, de lo que es correcto e incorrecto. Sin estas reglas el individuo sería incapaz de adecuarse al mundo que lo rodea. Existen diferentes estilos de crianza, como el permisivo, el democrático, el sobreprotector o el autoritario. Este último estilo implica el manejo de reglas inflexibles y demasiado represoras, que tiende a generar hijos inseguros con baja autoestima.
Un buen ejemplo del autoritarismo paterno en la literatura es Carta al padre de Kafka, un relato enteramente autobiográfico. Franz Kafka nació en Praga en 1883 durante el imperio Austrohúngaro. Era de origen judío y clase acomodada. Su padre poseía un negocio textil, donde diariamente se tenía que realizar un gran esfuerzo por mantenerlo a flote. Franz fue un joven sensible, intelectual y en cierta forma introvertido, que no cumplía con las expectativas de su autoritario padre.
En Carta al padre, Franz Kafka reclama a su progenitor su tiranía e incapacidad para valorar atributos fuera del campo empresarial. Relata su forma de sobajarlo, reprimirlo, en cómo hace de su vida un verdadero infierno. Cuando un hijo decepciona a un progenitor, es comparado con los hermanos, se le critica o anula, y el hijo tiende a desaparecer anímica y físicamente. No es casualidad que Kafka escribiera La Metamorfosis, una novela corta donde el protagonista se convierte en un insecto como quizás se sintió en su infancia, metafóricamente hablando.
El psicoanalista Alfred Adler explica que el niño tiende a desarrollar un sentimiento de inferioridad con respecto a la figura paterna. Eso suele incrementarse con los padres autoritarios que suelen reprimir al hijo al grado de hacerlo sentir un “insecto”.
En Carta al padre, Kafka se describe a sí mismo como un niño miedoso e inseguro. Cuando se desnudaban en el mismo sitio durante su infancia, se sentía flaco, diminuto e insignificante frente a la figura paterna, no sólo por ser demasiado pequeño o delgado, sino por la fuerte personalidad de su progenitor.
En La Metamorfosis, Samsa amanece convertido en un bicho repugnante, que avergüenza y provoca horror a su familia. Qué mejor reflejo de inseguridad e inferioridad que ser un animal invertebrado que puede ser pisoteado.
En Carta al padre, Kafka manifiesta que aun a la edad adulta no podía sobreponerse a la tiranía y prepotencia de su padre. Formaba parte de sus pesadillas que lo incapacitaban para ser feliz.
Un hombre inseguro suele fracasar al buscar pareja, al establecerse en el trabajo o triunfar en cualquier proyecto. Kafka no logró publicar todas sus obras. Vivió enfermo de tuberculosis y atormentado anímicamente, con tendencia al aislamiento, la depresión y ciertas ideas delirantes.
El autoritarismo del padre y la seducción de la madre se explica en Edipo Rey de Sófocles, según la interpretación psicoanalítica de Sigmund Freud, quien basó su teoría sexual en esta tragedia griega. De acuerdo a este análisis Layo sería autoritario cuando ordena la muerte de su propio hijo.
Esa historia sirvió de base a Freud para desarrollar el Complejo de Edipo, donde explica que cada niño se enamora de su madre entre los 3 a 6 años y ve en su padre a un competidor. De acuerdo a Freud, el niño teme que su padre lo “castre” y por ello a los 6 años se identifica con el padre y abandona la dependencia hacia la madre. Por supuesto que es una metáfora de lo que realmente sucede. En todas las culturas los niños suelen ser muy próximos a sus madres hasta los cinco o seis años, edad en que ingresan a la escuela y deben aceptar la separación de la figura materna. En algunos niños, esto produce un trastorno de ansiedad por separación, donde el niño manifiesta síntomas de ansiedad, llanto recurrente, náuseas, vómitos, rebeldía y rechazo al entorno escolar.
Un buen ejemplo de esta lucha es David Copperfield de Charles Dickens, donde habla de un niño que debe enfrentar la separación de su madre y la presencia de un padrastro castrante y autoritario. David nace en condiciones acomodadas, pero que todo acaba cuando la madre se casa por segundas nupcias. De antemano, debe compartir el cariño de su madre, (recordemos el Complejo de Edipo) con un hombre desconocido, que para colmo tiene una hermana muy estricta en la implementación de las reglas.
Ambos hermanos se apoderan de la casa, y la madre de David acepta su destino con sumisión. David debe partir a un internado. Posteriormente le avisan de la muerte de su madre. A partir de ahí está solo y debe ganarse su plato de sopa como obrero, dentro del contexto del Londres del siglo XIX, condición a la que terminará por rebelarse y lo llevará a otras aventuras.
David Copperfield se enfrenta a la separación de la figura materna, la imposición de un intransigente padrastro, un ambiente educativo ineficiente, así como a la pobreza y la indefensión. No debemos olvidar que Charles Dickens trabajó en una fábrica de calzado en su juventud, debido a problemas económicos, lo que le permitió conocer las duras condiciones laborales de la clase obrera en el siglo XIX. Su sensibilidad y empatía, le llevó a crear a David Copperfield como un ser capaz de sobrellevarlo todo.
El autoritarismo forma parte del sistema patriarcal y desde tiempos inmemoriales, plasmados en la Biblia, los patriarcas representaban el único modo de liderar a un grupo familiar o clan. Son famosos los personajes de Abraham, Job, pero sobre todo Moisés, a quien analizó Sigmund Freud.
Moisés uno de los líderes más importantes de la Biblia, representa a la figura patriarcal principal, es decir, nuestro propio progenitor. Según Freud toda figura de autoridad será definida de acuerdo a los padres que se tuvo en la infancia. De ese modo, a un líder como un presidente, jefe o cualquier cargo que implique autoridad se le percibirá de acuerdo al trato que se tuvo con las primeras figuras.
El superyó es un concepto de Freud que agrupa el conjunto de reglas morales que se establecen en la psique o mente durante la socialización, iniciados por los padres, así como el resto de la familia extendida, maestros y todo aquel que tenga influencia en el niño. Los Diez Mandamientos de Moisés, reflejan nuevamente el superyó, en este caso no sólo a nivel individual sino social, algo que desarrollaría más tarde Carl Jung con los arquetipos.
En la literatura hay numerosos ejemplos del superyó. Como ya se mencionó, en Carta al padre, el progenitor reprime a Kafka con una serie de expectativas que sólo lo restringen en su conducta, sin permitir que aflore esa sensibilidad creativa que lo llevará a ser un gran literato. Esas expectativas forman parte del superyó de Franz Kafka y obviamente son inconscientes. Por ello, el autor nunca se sintió seguro de sí mismo, porque jamás pudo cumplir con lo que se esperaba de él, según las reglas paternas.
Otro ejemplo sucede en Las Buenas Conciencias de Carlos Fuentes. En esta novela, Fuentes retrata un enredo familiar en la ciudad de Guanajuato. Proveniente de una familia acomodada, Jaime Ceballos, el protagonista de esta historia, se entera que su padre, Rodolfo, nunca se casó con su madre Adelina y es criado por su tía Asunción y su esposo, Jorge Balcárcel. Ambos tíos lo llenan de reglas y demandas, ante la incapacidad de Rodolfo de intervenir, pues es un cero a la izquierda en la educación de su hijo. Asunción corre a Adelina de la casa por considerarla de bajo extracto social y Rodolfo no protesta. El niño crecerá sin su madre, lo cual de antemano le genera ansiedad, y vivirá bajo el yugo de unos tíos que intentan imponerse a toda costa con una serie de reglas inflexibles y a veces absurdas.
El mismo título: Las Buenas Conciencias ejemplifica lo que hemos explicado del superyó, pues simboliza el número de normas a las que Jaime debe someterse hasta que llega a la adolescencia y comienza a desarrollar su propia identidad. Cosa curiosa es que cuando Jaime Ceballos encuentra en un prostíbulo a su tío, se acaba la actitud dominante de éste sobre el adolescente.
Un caso de confrontación, que manifiesta el autoritarismo y sus consecuencias es Pedro Páramo de Juan Rulfo. El patriarca, quien es el protagonista de esta historia, no sólo reprime a uno o dos, sino a todo el pueblo. Es el amo y señor de Comala, únicamente su palabra es la ley.
El personaje de Pedro Páramo es castrante. Toma, destruye, arrebata. Su hijo, Juan Preciado que intenta buscarlo, trata de entenderlo, pero cada vez se decepciona más. Descubre que no es la única víctima del cacique al igual que su madre, sino que el pueblo entero ha sufrido en sus manos de uno u otro modo.
A pesar de lo anterior, Rulfo humaniza a Pedro Páramo en diferentes partes que relatan su infancia, pero sobre todo en su amor inconcluso con Susana San Juan, pues nunca puede consumar con ella. Es como si Rulfo quisiera castigarlo en lo que más le duele, provocando cierta empatía con los lectores.