CARLOS VARELA NÁJERA
Desde el psicoanálisis sabemos que somos el producto del Otro de lo cultural, ahí cabe lo social, científico y religioso. En el ámbito del psicoanalisis lacanianos ubicaríamos los discursos del amo, de la histeria, de la universidad, del capitalismo y del analista, nadie escapa a estas formas de ser nombrados. Los discursos hegemónicos quieren imponerse sobre los otros discursos, como lo intenta hacer el discurso de la química, sometiendo a todo sujeto a “su lectura”, de ahí que haya expresiones como el amor es pura química, o los afectos tienen asentamiento puramente cerebral. Peter Kramer, escribe un sugerente libro Escuchando al Prozac, donde delirantemente hace creer que todo acto tiene una localización cerebral, y los comportamientos una base neuroquímica, la cura estaría para este personaje sostenida por las píldoras que liberarían felicidad, como es el caso de la serotonina.
Frente a este discurso donde lo único que debe imperar es el consumo de prozac, todos los otros discursos tienen que someterse, porque de lo contrario no se es científico, es decir, no debes oponerte a la industria farmacéutica de lo contrario estas excomulgado del discurso de la ciencia, escuchar al prozac en lugar de escucharte en análisis, es tratar de imponer un discurso hegemónico para debilitar las otras prácticas que nunca dejaran de existir. Eric Laurent menciona que en nuestra época no puede uno evitar tener un episodio depresivo pero eso no es igual a estar realmente enfermo, sin embargo para el discurso médico eso sería un trastorno bipolar, ya que para ellos prohibido ponerse un poco triste.
El psicoanálisis sabe que es casi imposible que no exista un sujeto sin angustia, casi todos angustiados, así como plantea Jacques-Alain Miller, todo mundo es loco, mas no psicótico, ahí donde la locura es más propia de la condición humana, pues esa locura pública está del lado de toda histérica y a esta, se le quiere medicar, hay que decir que nadie o casi nadie se opone a ser drogado cuando hay una prescripción de por medio, porque es palabra de Dios(encarnado por el médico) ya que éste encarna la última verdad. Así como Kramer pensó que el prozac acabaría con la neurosis del siglo XX, y con ello exterminaría al psicoanálisis, fíjense ustedes queridos lectores, que la neurosis resiste, parecería que no se ha tocado ni con el pétalo de una rosa pues esta insiste, aunque se intente poner otros ropajes llamados estrés, emociones bloqueadas, y no sé qué tantos otros neologismos quieran inventarse alrededor de la neurosis.
Lo que si se observa es una sociedad en su gran mayoría drogada, adormecida, para que siga soñando los cuentos de felicidad, para ello, todos los discursos van en sintonía con la cantaleta de la felicidad, ningún otro ideal es mejor que este, y no proclamar la felicidad como cenit del sujeto esta dislocado de la verdad, y por lo tanto es anarquista, antidemocrata, o psicoanalista, de tal suerte que se coloca al psicoanálisis del lado del mal, pero somos un mal necesario, y no triunfará tan solo sobrevivirá.
La moda es el Prozac y el Ritalin son unas de las formas de intentar modificar la conducta, pero muchas veces producen el efecto contrario que buscan procurar, Freud menciona que la felicidad es episódica y parcial, nunca es continua como quisieran y exigen ciertas prácticas discursivas, en el malestar en la cultura menciona que, el propósito de que el hombre sea dichoso no está contenido en el plan de la creación, más adelante menciona que, estar bien, sea tal vez un buen comienzo, y vemos como Freud nos quita un imperativo superyoico, que sería más nuestro verdugo,y que ideológicamente nos intenta poner esa camisa de fuerza llamada felicidad.
Jacques-Alain Miller plantea que nuestra época es la del empuje al antidepresivo, esto dice nuestro querido Miller, viene acompañado de eso que el nombra como el hombre sin atributos, donde es imposible que este sujeto pueda aspirar a la libertad, ya que siempre está condicionado por la deuda en la que lo colocó el capitalismo por unos objetos, ya que sin acceder a estos objetos paga con su miserable depresión, y es un malestar diario que la quincena cree amortiguar, salir de la deuda es solo entrar en el laberinto interminable, pagar casa, netflix, escuela, servicios, vaya somos ratas en el laberinto que el capitalismo diseñó como destino funesto, por eso se vale soñar con la felicidad, incluso que el capitalismo y la droga son esas poderosas distracciones que en este nuevo orden nos desesctructura y goza.
* Doctor en educación, Lic. en psicología