ANDRÉS GARRIDO DEL TORAL
Este 11 de febrero tuve la dicha de que el poeta queretano Mario Arturo Ramos Muñoz dictara una conferencia sobre “La Historia de la Canción Mexicana” y además fuera testigo de honor para tomar protesta como nuevos integrantes de la Sociedad Artística Ricardo Palmerín, Capítulo Querétaro, a los muy generosos y talentosos Martha Silva Olivares, Socorro Olvera Quezada, Carlos Rodríguez Carmona, Juan Bruno Anaya y Armando Ruiz Pérez.
Escuché y vi a un Mario Arturo más reposado, más inteligente y reflexivo, elocuente orador que aún con voz apagada es un excelente conversador y más cuando se trata de lo suyo: la cultura y la canción. Vino a su tierra natal, en la cual nació en el barrio de La Cruz en diciembre de 1949, a festejar intelectualmente sus primeros setenta años de edad. La salita de la Galería Rosario Sánchez de Lozada tiene pésima acústica pero es bella y acogedora. No hubo acarreados pero sí un público selecto y conocedor, que siguió al poeta crucífero y hereje por una hora y media. Saliendo de la galería seguimos la orgía intelectual en Radio Universidad donde el famoso “Gato” Ramos lució su amplio conocimiento además de presentarnos su rico repertorio de poemas hechos canción por los más importantes compositores y músicos de México.
Despojado ya de los espíritus que lo martirizaron allá por 1996 ante la falta de su inolvidable tía Lola Muñoz, Mario Arturo ya no teme a nada, mucho menos a la muerte porque sabe que los Dante –hijo y nieto- y Paris están y estarán bien, lo mismo que Lourdes. Su equipaje ligero está retacado de libros, discos con su obra y su gorra abrigadora. Sigue llamando a Santiago de Querétaro ciudad-museo y a los queretanos “momias”. Nos habló del por qué un poeta liberal no tenía lugar en el Querétaro y por qué tuvo que emigrar hacia Sinaloa, Baja California y CDMX. Pagó el precio por vivir con lo que le gustaba y no se arrepiente de nada. El alcohol y la pachanga artística quedaron en el olvido al enviudar y nacer su hijo Dante, su única evasión de la realidad la encuentra en el cigarro, café express y la buena poesía.
Sorprende a su público y a los radioescuchas cuando hace las siguientes afirmaciones:
“En México hay más poetas que lectores de poesía”. “Corrupto Roberto “Roba harto” Cantoral, autor de tonterías como reloj no marques las horas, pues quítale las manecillas pencato”. “Armando Manzanero enano, quien siendo vicepresidente de la Sociedad de Autores y Compositores presidida por Cantoral, le tuvo miedo a la mafia de balazos de éste y fue medroso y cobarde para tumbar al corrupto líder”.
Nos dijo que el bolero tiene origen español desde el siglo XVIII y que el primer bolero latino americano es el muy cubano “Tristeza”. Considera que “Morenita Mía” es el primer bolero mexicano, 1920, y no el bolero yucateco “Madrigal”, brincándole nosotros los Palmerines de Luis Pérez Sabido. Cuando de plano nos encabritamos los hijos de Ricardo Palmerín fue cuando sostuvo que “Pensamiento” no es de la autoría de don Ricardo Palmerín Pavia sino que música y letra son originarias de Cuba, ya que nosotros toda la vida supimos que la música era yucateca mas no la letra.
Despertó al asombrado público cuando refirió que “La Bamba”, dizque jarocha-mexicana, es realmente oriunda de África y traída a la Nueva España por esclavos negros. Afirmó con toda seguridad que el mejor músico mexicano es sin duda alguna Julián Carrillo por aquello del sonido 13 y que el mejor compositor de estas tierras sin duda alguna fue Álvaro Carrillo. Criticó las letras de Armando Manzanero por la dificultad de las sílabas musicales de “Voy a apagar la luz” y de su compadre Alberto Cortez por la letra de “Mi Árbol y yo”, ya que parece que va a emitir orina. Debió decir, dice Ramos, “El árbol y yo”.
Defendió a José José, su amigo de juventud, como el mejor cantante popular de este país, amén de su relación con Querétaro. Sabedor de que Pepe es de los Sosa Esquivel de Pino Suárez esquina con Allende, frente al San Agustín queretano, lo iba a ver cuando José apenas tenía 17 o 18 años y cantaba con su contrabajo en La Marquesa, en las calle de Madero y Allende. Sostiene Mario Arturo que Pepe Pepe jamás se quedó sin voz funcionalmente y que siempre su problema fue un bloqueo mental. Que El Príncipe perdió en su adolescencia tres costillas en un accidente y al no tener su costillar completo su diafragma se dilató tanto que su capacidad vocal y pulmonar le permitieron alardes de aguantar el aire por muchos segundos, como por ejemplo lo hacía en “El Triste” de Cantoral y en “Déjame volver” de la autoría de Mario Arturo. Le duele la forma en que murió José José porque sabe más de lo que sale en los medios y por respeto a su memoria no menciona más. Dolido también se haya por la muerte en el mismo año 2019 de su amigo Gualberto Castro, ese tenor extraordinario que le grabó en 1973 los éxitos “Hasta que Vuelvas” y “Te Amo”. Por cierto que la canción “Hasta que Vuelvas” fue grabada en 1973 también por José José, pero la disquera RCA no le tenía mucha confianza a las constantes parrandas del principito y aseguró también grabándola con Gualberto Castro, quien en honor a Mario Arturo, cada año le mandaba a éste, por navidades, una botella de finísimo ron.
Habló apasionadamente de su defensa de los derechos de autor y de lo judíos y avaros que son las grabadoras y las casas de Música mexicanas, pero también me dijo al aire que su mejor amigo en el ambiente artístico fue el inmenso compositor yucateco Guadalupe Trigo, además de querer y querer bien a su compadre periodista Sergio Arturo Venegas Alarcón. Por cierto, una noche queretana entre 1986 y 1991, iba “El Gato” caminando por el Jardín Guerrero cuando de repente fue invitado a subir a un auto con “placas chiquitas” y manejado por el mismísimo gobernador de Querétaro, Mariano Palacios Alcocer, quien iba acompañado por su Jefe de Comunicación Social, Venegas Alarcón. El culto gobernante le agradeció a Mario Arturo su colaboración literaria para con su administración gubernamental y le preguntó a éste en qué podía ayudarlo: Mario Arturo, en lugar de pedir algo en su provecho, pidió un piano digno para la Casa de la Cultura “Ignacio Mena”, la cual a pesar de su importancia no lo tenía. ¡Al otro día el centro cultural ya contaba con su precioso mueble musical! Así de grandes son estos dos hombres.
Nos dijo “El Gato” Ramos que su mejor canción es “La Infancia”, con música de Guadalupe Trigo y grabada por Emmanuel, el mismo que también interpretó su bella pieza “El Último Día del Otoño”. También comentó que el grandísimo compositor hispano Manuel Alejandro está muy unido a él y son vecinos en CDMX, a donde se mudó aquél al dejar España y ver perdido mucho de su patrimonio cuando la sociedad de compositores del ibérico país se metió en el mercado inmobiliario.
Las llamadas y mensaje de felicitación a Radio UAQ y a Mario Arturo Ramos saturaron las líneas de la estación y llegó la hora de partir, la hora de dejarlo a la medianoche en la Central Camionera y que continuara su viaje a la Ciudad de México. Con un nudo en la garganta le dije adiós, esperando vernos pronto en La Cueva de su amigo Rodrigo de La Cadena en la lujosa torre de negocios chilanga. Tardé mucho en dormirme en mi solitario cuarto, con mi corazón apachurrado, pensando en que el signo de Cáncer no tiene palabra de honor con mis seres queridos y me dormí al fin oyendo las letras de Mario Arturo: “Equivocado”, “Libre como Gaviota” y la espectacular “Cantata Queretana”. Me consolé cuando recordé que un gato tiene siete vidas. Abracen y amen a sus amigos mientras haya vida. Les vendo un puerco letrista.
* Cronista de Querétaro y Doctor en Derecho