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MEDIA NARANJA

Por sábado 15 de febrero de 2020 Sin Comentarios

VERÓNICA HERNÁNDEZ JACOBO

El amor está más allá de lo que sería la satisfacción de la necesidad, se puede satisfacer perfectamente la necesidad de comer, se puede satisfacer el hambre, se satisface tanto esa necesidad, que hay anoréxicos. Quiero decir que no es en el nivel de la pura y simple necesidad de comer donde se sitúa la demanda de ser alimentado, lo más importante que hay para dar es lo que no se tiene como una propiedad, como un bien, y esa es, por cierto, la definición lacaniana del amor, dar lo que no se tiene. (Jacques-Alain Miller).

El sentido común ha hecho creer que existe la media naranja, esto no deja de ser otro mito más, que intenta hacer creer que una y otro se complementan, la media naranja no pasa a ser más que un ideal, y no encontrar esa otra mitad se paga con la infelicidad, amargura o con una vida fracasada, ese peso de los ideales que encarna la media naranja desata angustias al no encontrarla, tristezas y estados melancólicos, solo por mantener este ideal que no se completa. No se puede negar que hay gente que ha muerto de amor sobre todo de desamor, o por un amor traicionado se ha dado muerte, los celos son esas locuras privadas que una pasión desbordada produce, y muchas veces los celos, lo cornudo se lava con sangre.

La media naranja enloquece a la matemática, al suponer que uno más uno igual a uno y que fusiona dos, los dos son un uno, este mito mágico quisiera llevarse a la realidad, ya que hay sujetos que al no cumplir esta aritmética loca sucumben a la enfermedad de la soledad, depresión y muerte. Este mito de la media naranja nos viene de lejos, Aristófanes en su Banquete habló de esa otra mitad mítica que nos completaría, de tal suerte que insistir en esa búsqueda implica seguir con el ideal de que los sexos se complementan, dos hacen uno hasta la eternidad, este es un ideal muy enfermizo que las sectas religiosas y psicológicas promulgan como parte de sus creencias.

Intentar fundirse en un solo cuerpo no es más que la mostración de la alienación que se debería evitar, someterse uno al otro en el nombre de ese ideal hace estéril los lazos y son otras formas de goce las que se ocupan de la pareja, nada que tenga que ver con el amor. Se puede decir entonces que, los lazos de pareja se han intoxicado al perseguir ese ideal, pero los sujetos los hacen existir, esa idea de hacer creer que el uno es todo para él o ella, más bien una confusión que organiza goces muy particulares para cada sexo. El ideal de complementariedad no se cumple, ¡ojo! nunca se cumple, pues tarde que temprano aparece el reclamo, los cuerpos son despostillados por lo real que toma el relevo a eso imposible de sostener, este despostilla miento agrieta los lazos haciendo del amor un pequeño infierno portátil que el sujeto tiene que tragarse de manera grotesca.

Querer fundirse “en un solo ser” implica que se responsabiliza al otro si la relación no funciona, incluso se intenta forzar a ese otro para que responda a las demandas y exigencias, pero puede provocar que la relación vaya de mal en peor, entonces cuando se responsabiliza al otro se le cargó el imperativo de “mi fracaso porque toda mi vida dependía de esa relación”,estamos por lo tanto, frente una alienación absurda que solo los creyentes intentan sostener. Ante el reclamo “todo lo hice por él o por ella, o bien le entregué los mejores años de mi vida”, estos imperativos tienen que ver con una locura compartida, este amor loco pretende sostenerse en la supuesta maduración, ser todo para él o ser todo para ella es parte de eso que Jacques Alain Miller nombrara como “todo mundo es loco”.

Ser la media naranja del otro es un intento desde una interpretación muy silvestre de fundirse con la madre, esto no trae consecuencias favorables para el sujeto, puesto que la posición de la madre muchas veces es estresante para sus vástagos, ese amor incestuoso deja marcas en los sujetos no se de que orden clínico, pero no es sin angustia, y aunque sabemos que el amor es una conexión ilusoria con el otro, es mucho más ilusoria la media naranja, los sujetos no dejan de insistir en su encuentro, aunque por lo regular estos encuentros sean fallidos, algunas veces el amor es ciego, veamos pues lo delirante de la relación, pero para otros este amor es signo de escape de su soledad, aunque el sujeto sea rehén del otro. Y como dice la canción “tú mi complemento, mi media naranja, yo te quiero, eres mi otra mitad”, vaya pues, que el inconsciente de cada quién se haga cargo de esta desmesura.

* Doctora en educación

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