FÉLIX BRITO RODRÍGUEZ
Nació el 27 de abril de 1799, en Culiacán, Sinaloa; hijo del matrimonio de José María de la Vega y Verdugo e Isidora Rábago. Casó con María Guadalupe Diez Martínez un 2 de enero de 1822.
Desempeñó diversos cargos políticos en el ámbito regional y nacional. En 1831 formó parte de la Legislatura Constituyente Local, que dotó al estado de Sinaloa de su primera Constitución política local. En abril de 1845, ocupó provisionalmente el cargo de Ejecutivo del entonces departamento de Sinaloa, sucediendo al Gral. Francisco Duque, quien le precedió en el ministerio. Una vez en el desempeño de su cargo, de la Vega lanzó una proclama al pueblo sinaloense con fecha del 28 de abril de 1845, donde arengaba a la población a alistarse en la milicia con la finalidad de derrotar al ejército norteamericano, que con motivo de la independencia de Texas estaba próximo a invadir el país. A continuación presentamos un extracto de tan emotivo exhorto:
“COMPATRIOTAS: el supremo Gobierno excita al patriotismo, y demanda la cooperación de los habitantes de este departamento para sostener las providencias que de acuerdo con el Congreso Nacional dicte con relación a este gran negocio. Preparémonos para cumplirlos estrictamente. Démosle un testimonio de nuestra lealtad y subordinación, y estad seguros de que si la espada ha de decidir, lo que no ha podido la razón y la justicia, algunos días de gloria daremos a nuestra patria. Así lo espera vuestro paisano y amigo que os habla con el corazón.” [F. Xavier Gaxiola, La invasión norteamericana en Sinaloa, México, imprenta de Antonio Rosas, 1891, p. 12].
El entonces presidente de la república, Gral. José Joaquín Herrera, comisionó al Gral. Mariano Paredes y Arrillaga movilizarse rumbo a la frontera, al frente de un contingente de alrededor de 6 mil soldados. Presentando una primera línea de defensa ante el avance del ejército estadounidense. No bien llegó al departamento de San Luis Potosí, cuando Paredes argumentando carencia de parque y otros suministros de guerra se pronunció en contra de la administración del Gral. José Joaquín de Herrera, retornando su marcha hacia la ciudad de México, lugar a donde arribó a finales de 1845, obligando a Herrera a dimitir a su responsabilidad como presidente de México. El levantamiento de Paredes fue secundado en Mazatlán por el teniente Coronel Ángel Miramón el 5 de enero de 1846.
Por estos motivos el gobernador de la Vega optó por disolver su gobierno el 21 de enero de 1846, renunciando a su cargo y disolviendo la asamblea departamental para no reconocer una administración con antagónica bandera política a la suya: la defensa de la soberanía nacional ante el inminente peligro de una invasión del ejército norteamericano.
El 21 de mayo estalló una rebelión en el departamento de Jalisco, en franca oposición al gobierno de Paredes y bajo el mando del Gral. José María Yáñez. Tres meses después detonó otra rebelión, sólo que ahora en la misma capital de la república y encabezada por el Gral. José María Salas, quien tras triunfo depuso a Paredes de su cargo como presidente, restituyó el sistema federal de gobierno y convocó a la realización de un Congreso Constituyente.
En territorio Sinaloense el coronel Rafael Téllez, acompañado del General Mora proclamaron en Mazatlán, un 7 de mayo de 1846, el regreso de Santa Anna a la presidencia, cuando México se encontraba en plena guerra contra el ejército invasor estadounidense.
Téllez y Mora enviaron una fuerza militar para que combatiera y depusiera a las autoridades del estado, quienes a su vez y en respuesta al avance del enemigo envió a su encuentro al comandante general de la fuerzas en el estado, Teófilo Romero. El encuentro entre ambas fuerzas tuvo lugar en el poblado de Las Flechas, donde el Gral. Romero fue asesinado y sus hombres derrotados.
Poco después de que cayó Paredes, el gobernador De la Vega se hizo cargo de nuevo del gobierno en Sinaloa.
Con motivo de la derrota de sus fuerzas, Vega se replegó al norte del estado, abandonando la capital y tras los acuerdo de paz firmados con el capitán José María Piña, retornó de nuevo a Culiacán. Avanzando posteriormente hacia La Noria y San Sebastián, donde redujo al orden a los facciosos encabezados por el Coronel Téllez.
El 5 de marzo de 1848 dejó el gobierno del estado en manos de José Vazabilbazo.
Muere de un ataque al corazón un 5 de junio de 1849, en el pueblo de Santa Anita, Cosalá, lugar a donde acudía regularmente para supervisar sus empresas mineras. Sus restos fueron inicialmente sepultados con las distinciones propias de un reconocido dirigente, en un catafalco localizado en el panteón de la villa de Cosalá, posteriormente fueron trasladados a la ciudad de Culiacán, donde actualmente se conservan en lo que se considera la tumba de mayor antigüedad existente en el panteón San Juan Nepomuceno El Congreso del estado le otorgó la alta distinción como benemérito del estado, siendo el primero en recibir tan honrosa distinción (posteriormente y tras sus respectivas defunciones: Antonio Rosales, Domingo Rubí, Francisco Cañedo, Ángel Flores y Eustaquio Buelna (en 1967), fueron obsequiados con el mismo reconocimiento por los congresistas locales).
En 1892 la legislatura del estado pasó a resolución la propuesta de erigir dos estatuas de bronce en el paseo de la Reforma de la ciudad de México, inicialmente se contemplaron los nombres del General Antonio Rosales y el de Rafael de la Vega, quedando este último suprimido finalmente y colocado en su lugar el nombre de Ramón Corral.
* Profesor de la Facultad de Historia/UAS