Nacional

ECLIPSE LUNAR

Por martes 30 de abril de 2019 Sin Comentarios

MIGUEL ÁNGEL AVILÉS

Estoy impactado: como le harían para colgar, de un de repente, en menos de dos horas, tantas y tan bellas lunas, al rededor del mundo. Ya me comuniqué a La Paz, a la Ciudad de México, a Comala, a los montes Urales, a Caduaño, a Lilliput y allá también aparecieron poquito después que oscureció.Aparte, me sorprende aún más-porque han de saber que ya me mandaron foto de sus lunas- que todas son igualitas. Quiera dios que las hayan instalado bien. Me dormiré confiando en ello, que me queda, porque no me gustaría que, en la madrugada, me cayera una luna en la cabeza. Y es que, de quedar vivo después del lunazo, la verdad no sabría como volverla a poner ahí, exactamente ahí donde está ahorita la que nos tocó a nosotros, y menos lograr que se vea otra vez así de bonita.

Tampoco sé si ya vendan lunas de repuesto por si esta empieza a fallar luego que la ponga, e ignoro si ya existan técnicos o especialistas en arreglar lunas. Luneros, supongo que se han de llamar, pero quien sabe si tengan servicio a domicilio o uno les tiene que llevar la luna. Ojalá si den servicios a domicilio porque no me gustaría quedarme sin luna y a obscuras por dos o tres días hasta que esté lista. A estas horas sería imposible conseguir una luna prestada y en buenas condiciones. Puede que sí, con suerte sí, pero seguramente sería una luna cualquiera, nomás para salir del paso, blanca y luminosa, quizá, pero no como estas que fueron colocadas al rededor del planeta y que, de tanto colorido, me da la impresión que es una luna, más bien, son – porque ya me confirmaron que todas están igualitas-que quieren ser crepúsculo y arcoíris al mismo tiempo.

No ha de ser fácil hacer tantas lunas y sobre todo pintarlas tan bonito, viajar con ellas e irlas colgando una por una por donde se vaya pasando, instalarlas con la debida pericia para que no se caigan y encenderlas al unísono, de golpe, con el único propósito que alguien la vea, corra la voz y, casi tan rápido como fueron colocadas, ya estemos todos, toditos, contemplando esa sublime epifanía de la creación.

EL MUNDO ENCIMA

Los pasajeros de un camión a veces parecen una familia que está en la sala de su casa y se acaban de pelear. Nadie se habla, y todo fuera silencio, de no ser por los murmullos de los que van parados y reniegan porque el chofer les grita que se tienen que recorrer. Pero un señor, dormita como si viniera de un viaje largo, o no durmió toda la noche o como si John Milton lo acabara de hipnotizar.

Apenas si reacciona y abre sus ojos polvosos cuando el camión pega un frenon de susto y la unidad se cimbra como un caballo que quisiera relinchar. La muchacha de los audífonos y trenzas largas ni se inmuta. A ella se le puede venir el mundo encima, sentirá el golpe, pero no el estruendo de lo que le acaba de caer. Así con esa indiferencia parecen venir todos en este camión ruta 14 de láminas corroídas y ventanas fracturadas por donde entra un aire vaporoso. Acaso se ven de reojo y continúan en plática cerrada con su celular o extienden su mirada hasta donde apunte la curiosidad. El día da sus primeros pasos y esta ciudad, más al ratito, se reconciliará con la estridencia.

* Abogado y Autor Sonora / BCS

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