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DOLORES CASTRO VARELA (1923- ). A SUS 95 AÑOS

Por domingo 15 de abril de 2018 Sin Comentarios

SOFÍA MIRELES GAVITO

Dolores Castro nació en Aguascalientes el 12 de abril de 1923. Vivió su infancia en Zacatecas y desde pequeña adquirió el gusto literario, lo que la llevó a la Universidad donde reafirmaría su vocación. Estudió licenciatura en Derecho, maestría en literatura española (UNAM) y estilística en Madrid, España. Se casó con el poeta Javier Peñaloza, donde florecieron el amor, la vida y sus hijos.
Dolores Castro pertenece a la primera generación de escritoras profesionales en México; formó parte del llamado grupo de los 8, al lado de Rosario Castellanos, Alejandro Avilés, su esposo Javier Peñaloza, Roberto Cabral del Hoyo, Octavio Novaro, Efrén Hernández y Honorato Ignacio Magaloni.
Ha trabajado como maestra de literatura en Bellas Artes, en las Universidades Autónoma de México e Iberoamericana, así como la Escuela de Periodismo “Carlos Septién García” y la Escuela de Escritores DOGEM; imparte talleres literarios en la Casa del poeta “Ramón López Velarde” y los ha impartido en varias ciudades de la República. Ha sido conductora del programa Poetas de México, en el canal 11 del Instituto Politécnico Nacional, en compañía de Alejandro Avilés; también ha conducido y fundado programas de radio en Radio Universidad, Radio Femenina y Radio Educación.
Su obra es extensa y se destacan los siguientes libros de poesía: El Corazón Transfigurado (1949), Nocturnos (1952), Siete Poemas (1952), La Tierra está sonando (1959), Cantares de Vela (1960), Soles (1977), Qué es lo vivido (1980), Las Palabras (1990), Poemas Inéditos (1990), Tornasol (1997), Fugitivo Paisaje (1998), Oleajes (2003), e Íntimos huéspedes (2004). Además escribió una novela de corte costumbrista, La Ciudad y El viento (1962). El amor es la temática más importante de la poesía de Dolores Castro: amor que es dios, amor a la creación, amor conyugal, maternal y fraternal. Desde su condición de mujer existiendo en este plano terrenal, dice: “Te daré lo que tengo/ este poco de viento/ que escapa entre mis dedos/ que es el dulce dolor de estar viviendo”.
Comenta Dolores Castro sobre la poesía lo siguiente: “La poesía para mí es sinónimo de vida; ha sido el gozo de leer y la posibilidad de conocer y de conocerme. Mediante la poesía uno encuentra el sentido más profundo de vivir”. Dolores Castro es una maestra de la palabra en el más alto sentido, es una de las grandes maestras de la poesía mexicana.
Ha recibido los siguientes reconocimientos: Premio Nacional de Poesía de Mazatlán, Nacional de poesía “Sor Juana Inés de la Cruz”, Nacional de poesía “Nezahualcóyotl”, Cédula Real (Puebla) y Premio Nacional en Ciencias y Artes 2014, junto con el escritor Eraclio Zepeda.
Dolores Castro ha visitado Chiapas en varias ocasiones ,cuando ha sido invitada a los homenajes por los 85 y 90 aniversarios del natalicio de su amiga entrañable Rosario Castellanos; y nos dice de ella: “Nos deslumbraba la poesía hispanoamericana…, durante muchos días caminamos por las calles de Seminario, Guatemala y el Zócalo, mientras recitábamos a Barba Jacob, Pellicer, Gorostiza… nos llamaba la atención averiguar que las hispanoamericanas escritoras de poesía anteriores a nosotras escribían así, y nos llamaba poderosamente la atención que una entre ellas se distinguiera en una forma definitiva: Gabriela Mistral”.
Un poema del libro Oleajes (2003), de Dolores Castro, titulado “Sueño II”, nos refleja su forma de expresarse, donde denota la pena, el ansia o deseo:

 

Cuando la luz besa mis párpados
Y abro los ojos,
Siento que toda la dicha en su caudal
me inunda
Mientras luz
Y dicha
Enlazadas, permanecen palpitantes
Sobre mi cama.
Así, como un gran árbol
Me acogen en sus ramas.
Ellas florecen, yo
En ellas me sumerjo
Como en sueño morado
De jacarandas.
Llega la luz y pasa, todo pasa.
Abro los párpados en su momento
Y ellas se posan,
Aletean
Mientras furtivamente las detengo
Entre pecho y espalda.
Otro ejemplo es el fragmento del
poema “Sequía” del libro Cantares de
Vela (1960), que dice:
Quiero decir ahora,
que yo amo la vida:
que si me voy sin flor,
que si no he dado fruto en la sequía,
no es por falta de amor.
Quiero decir que he amado
Los días de sol, las noches,
Los árboles, el viento, la llovizna.

* Cronista de Tonalá, Chiapas

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