SOFÍA MIRELES GAVITO
Hace unos días en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, en los corredores de una plaza comercial, encontré el libro “Obra Reunida. Edición Crítica de Daniel Robles Sasso”, editada en el 2014 por la UNACH. Es una publicación coordinada por José Martínez Torres, Antonio Durán Ruíz y María del Carmen Marcela Venegas Díaz. En este volumen se incluyen materiales inéditos que conservó su familia; y tiene una presentación donde nos da una semblanza de la vida y obra poética, política y cultural que hizo Robles Sasso.
Daniel Robles Sasso fue un poeta chiapaneco de mediados del siglo XX, que murió muy joven, a la edad de 38 años, a causa de una intervención quirúrgica mal realizada en la ciudad de México, que le causó una peritonitis, a la cual resistió varios días, hasta que dejó de existir el 4 de diciembre de 1971. Robles Sasso nació el 1 de abril de 1933 en Villahermosa, Tabasco. Sus padres fueron: Benedicto Daniel robles Gordillo, originario de Venustiano Carranza, Chiapas y Rogelia Sasso Bastar, de la ciudad de Pichucalco. Sus padres se conocieron en Villahermosa, y allá iniciaron su vida matrimonial. Luego, la pareja, se vio obligada más tarde a salir de Villahermosa debido a una diferencia que tuvo Benedicto Daniel Robles con el gobernador tabasqueño Tomás Garrido Canabal. Daniel, aún bebé, llegó a Tuxtla Gutiérrez y ahí lo registraron. Su casa estaba en pleno centro de la ciudad; con el paso de los años la absorbió el actual Palacio Municipal.
Hizo sus estudios primarios en Tuxtla; la secundaria y el primero de preparatoria en el Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas (ICACH); y concluyó el bachillerato en la escuela Preparatoria de San Cristóbal en 1949. Después decidió continuar sus estudios en la UNAM, se traslada a la ciudad de México en 1950 e inició la carrera de Derecho. Ahí conoció a Juan Bañuelos y a Carlos Pellicer; vivió en México cuatro o cinco años aproximadamente. Luego, por diversos motivos regresa a Chiapas para continuar sus estudios en la Escuela de Derecho de San Cristóbal. Ahí, impartió clases de ética y literatura hispanoamericana en la Escuela Preparatoria, para ayudarse en sus gastos más elementales.
La década de 1950 fue un periodo muy fecundo para Robles Sasso; varios de sus poemas fueron publicados en revistas nacionales como: Poesía de América, Espiral, Anuario de poesía Mexicana, La Nación; y estatales como la revista Situaciones de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Veracruzana, así como en las publicaciones chiapanecas: El Estudiante, La Campana de Chiapas, y Aquí..! Hay que destacar la publicación de cinco poemas en la revista Ateneo, Número 6 en mayo de 1956.
A los 21 años, Robles Sasso ya tenía la mayoría de los poemas que integrarían el libro Viento al Hombro. Este se publicó en diciembre de 1959 en la colección La Ceiba con el apoyo del Gobernador Samuel León Brindis. Este libro fue el único que publicó en vida el poeta.
La vida de Daniel Robles Sasso estuvo ligada, de diferentes formas, a la vida cultural del Estado de Chiapas. Viviendo en San Cristóbal, compartió pláticas y lecturas con Eraclio Zepeda, Óscar Oliva y Jaime Shelley. Según Javier Espinosa Mandujano, el libro La Espiga Amotinada se gestó en San Cristóbal en 1956; Eraclio Zepeda invitó a Robles Sasso a integrarse al grupo y publicar con ellos, sus poemas; pero él prefirió hacerlo de manera individual. Daniel Robles Sasso se integró al Ateneo de Chiapas en 1961, quedando en la mesa directiva como Secretario (1961-1964); y siendo Presidente en eos momentos: Javier Espinosa Mandujano. El 3 de diciembre de 1964 es designado rector del Instituto de Ciencias y artes de Chiapas (ICACH), en ese entonces, la única escuela de Estudios Profesionales, y que abarcaba: secundaria, preparatoria, normal, enfermería y contabilidad.
Apoyó económicamente para la compra de la Hemeroteca Castañón Gamboa, insigne historiador tuxtleco. Durante su gestión se siguió publicando la revista ICACH: Órgano de Divulgación Cultural del Instituto de ciencias y Artes de Chiapas.
Siendo rector del ICACH (3 de diciembre de 1964 a 25 de noviembre de 1970), Daniel Robles Sasso puso en marcha un ambicioso programa artístico-cultural que abarcó conferencias, obras de teatro, música de cámara, operetas, exposiciones de pintura y grabado, etc. Entre los conferencistas más destacados que acudieron a Chiapas en 1965 estuvieron: Juan Rulfo, Carlos Pellicer, Sergio Mondragón; en 1966 vinieron: el coreógrafo y bailarín chiapaneco Rodolfo Reyes Cortés, Eduardo Lizalde, Emmanuel Carballo, Pedro Garfias y Fedro Guillén. Igualmente, apoyó, en colaboración con el INBA, a la pintura y la música; trajo la Exposición de Aguafuertes “Caprichos” del pintor español Francisco de Goya; se montó una exposición de grabados, dibujos y acuarelas del artista chiapaneco Héctor Ventura.
El 3 de enero de 1966, el gobernador José Castillo Tielmans nombró el Patronato Pro-Universidad de Chiapas, siendo sus integrantes: el Senador Andrés Serra Rojas, Presidente; el Lic. Daniel Robles Sasso, Secretario; el Dr. Fernando correa Suárez, Tesorero; y entre los cinco vocales, el Profesor Andrés Fábregas Roca. Robles Sasso, como Secretario del Patronato Pro-Universidad, y en virtud de que el senador Serra Rojas residía en México y disponía de poco tiempo, realizó una amplia campaña de sensibilización en el Estado para obtener recursos económicos que permitieran cristalizar la idea de la fundación de la Universidad de Chiapas. La primera respuesta a ese llamado fue de Don Carlos Maciel Espinosa, quien donó al Patronato Pro-Universidad: el edificio de 8 pisos, ubicado en la esquina de la 2ª poniente-sur y la Avenida Central; un terreno de 25 hectáreas en el kilómetro 1,081 de la carretera Panamericana y $100,000 pesos. Con respecto a su poesía, es una poesía comprometida con su pueblo, con los vulnerables, con los desvalidos; nos dice Óscar Wong en su libro “Chiapas, Nueva fiesta de pájaros” sobre Robles Sasso lo siguiente: “…se le considera un poeta con intenciones sociales, de denuncia, ligado a los “espigos” chiapanecos; Daniel Robles destaca por sus sonetos, bien estructurados, a veces gozosos, pero siempre poniendo énfasis en el dolor”. (Wong, O, 1998:31).
Los dejo con el soneto: No me dejan
tocarte los gusanos.
No me dejan tocarte los gusanos.
No me deja la sangre de la ceja
No me dejan tu boca ni tus manos
Derramar una queja.
Venías a saludar a tus hermanos,
Al padre enfermo y a la madre vieja,
Estoy lleno de sangre de tus manos
Pegándote de gritos en la oreja.
Estoy mirando el aire para abajo.
Estoy poniendo piedras en tu fosa.
Estoy trayendo un balde, un estropajo
Para lavar tu lengua silenciosa.
Estoy mirando a un hombre boca
abajo,
Distinto a todo. Igual a cada cosa.
( tomado del libro de Wong. Nueva
fiesta de pájaros, 1998: Pág. 126).
*Cronista de Tonála, Chiapas.