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DESPUÉS DEL VELORIO CON TAMBORA…

Por domingo 30 de abril de 2017 Sin Comentarios

velorio

“Recordemos que el compadre, después de matar a su querido
compadrito, lo “veló” con música de tambora, en el mero centro del
pueblo… sin que nadie se arrimara al catre de vaqueta donde puso
al muerto… El autor.

Por: Salvador Echeagaray Picos

-Esa madecheagaraymmrugada desperté, compita, con los ladridos de los perros callejeros. Desperté, aguantando la “cruda” que me dejó la borrachera que agarré durante tu velorio; entre dormido y despierto me di cuenta que no estabas.

Te habías ido sin hacer ningún ruido; creí que me habías dejado dormido y roncando la “mona” sin despedirte, en silencio, sin darme siquiera los buenos días.
-Todavía con el tufo del mezcal que me salía hasta por las orejas, me di cuenta que el policía del pueblo, sacudiéndome, gritaba: “pélate culiche.., no tardan en llegar los guachos del destacamento de San Ignacio…”

-Aún sin despertar del todo, y con miedo, -pá que te lo voy a negar- le pregunté al “cuico” por ti compadre.., por aquello de que anduvieras por ahí buscándome pá vengarte por haberte matado. A esas alturas de la resaca alcohólica que me cargaba, no estaba muy seguro de haberte matado de verdad, y pues la neta, hasta ver tu cuerpo, no tendría la seguridad de que tú, compadrito, andando por ahí vivo.., no quisieras practicar el tiro al blanco conmigo.

Suspiré aliviado cuando el policía me dijo que tus familiares, en la penumbra de la madrugada, aprovechando que me encontraba bien dormido, te llevaron directo al camposanto, para darte cristiana sepultura; así que aunque acribillado y bien muerto, tú ya estás en un campo “consagrado” compadrito, ahí en el panteón, donde deben estar los difuntos, mientras que yo, tu compadre, sin ti, solito.., seguiré a “salto de mata”, cuidándome hasta de mi propia sombra, sintiéndome como un venado cola blanca, al que cazarán en cualquier recodo del camino.., en cualquier lugar, el día menos pensado.., desde cualquier carraca… Igualito como yo te maté.

-Cuando fui con el Ángel Tolosa pá despedirme y darle las gracias por dejar que te “velara” en el portal de su tienda, me entregó un bulto hecho con un paliacate rojo en el cual estaba tu famosa escuadra Súper Mach, cal. 38.
La tomé en mis manos y después de verla por todos lados, sin pensarlo, sin ningún sentido de la malicia que tú lo sabes me había permitido sobrevivir en este oficio de tantos riesgos, se la regresé y le pedí me hiciera el favor de entregársela a mi comadre, tu viuda, y algún día le tocara a mi ahijado, huérfano por mi culpa y que recuerdo se llama igual que tú.

-También le confié al Ángel, un morral de ixtle en el cual vacié de mi “Cantinera”, la mitad de la plata que me pagaron pa matarte. -Total, compadre, ya no había más que hacer por ti, pero sí por la comadre y la familia.
-Lo que no sabía era la edad de mi ahijado. De haberlo sabido lo hubiera matado… y hasta eso quedaría entendido; pues te hubieras tenido que acordar de las dos o tres ocasiones en las que tuvimos que matar a los hijos de nuestras víctimas cuando por la edad, calculábamos que podrían vengarse algún día, en pocos años.

Quedamos en respetar sus vidas hasta los diez años, ¿recuerdas?.., y el tuyo compa Dimitas, me dijeron que ya cumplió los trece y que además.., resultó bravo el chamaco.., mi ahijado.., -lo más seguro es que lo enseñaste a disparar y piór pá mí, si salió tan bueno como tú.., y lo más pendejo que hice, fue mandarle tu Súper mach..,-la que seguro usará pá matarme, aunque yo sea su padrino.., más si anda por ahí en el monte practicando.., matando venados de un solo disparo.., a la cabeza como lo hacías tú, querido Dimitas.

Pero lo hecho, hecho está.., sólo te pido me encargues con tu hijo, amigo del alma.., no te vayas a portar gacho conmigo, compita. Acuérdate que yo siempre te quise.., aunque te matara.
Continuará…

* Notario Público y autor.

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