Por: Carlos Varela Nájera
El ser, el sum, es causado por el cogitar. Eso tiene como correlato que algo del ser o, mejor dicho, de la verdad del ser que estaba fundamentada en la explicación aristotélica previa de las cosas y del mundo, vacila, se raja, se rompe. Esa es la Spaltung de la que se trata. Con la experiencia del cuerpo no se deduce existencia. El sujeto de la ciencia es una nueva posición subjetiva donde ya no hay todo saber, donde existe un rechazo a un saber totalizable, y donde, como correlato a esta situación, se buscará cierta atadura en el ser para tratar de encontrar ese todo perdido.
El tema del psicoanálisis para Lacan no trata del cuerpo sino de la relación a la verdad. …El sujeto del que habla Lacan no es una persona ni un cuerpo; es una forma de pensar el discurso que sólo puede funcionar a partir de la ciencia, es decir, a partir de que hubo una transformación del ser en relación al saber y la verdad; y es el modo en el cual el psicoanálisis reintroduce, para el hombre, para ada uno que pase por esa experiencia, una relación posible a la verdad, al objeto a. Milner, J.-C. (2003). El periplo estructural. Figuras y paradigma. Buenos Aires: Amorrortu. p. 150.
Hace tiempo los cines proyectaron una película llamada los Dioses deben estar locos, para mí gusto excelente película llena de humor, donde la locura es parte de la condición humana, sin lugar a dudas, es el condimento que humaniza a los sujetos, le quita a lo humano la seriedad y le da un toque de extravió, no por nada Jacques-Alain Miller escribe su libro Todo mundo es loco, en este sentido de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco, así reza el dicho, no sin verdad. Para poder vivir nuestra realidad es necesario estar un poco loco, esto frente la violencia desbordada, sólo a un loco se le ocurre salir a la calle ante la guerra suscitada por personajes que se enfrascan en sus interés, produciéndose sin querer daños colaterales a la población.
La locura en nuestro entorno geográfico es un empuje que nos anima a salir a la calle, sabiendo aún, que la muerte acecha; es claro que vamos a morir, pero morir, atravesado por unas balas, o un choque producto de la huida de esos personajes, es una muerte perpleja, muerte oficiosa, o mafiosa, muerte en fin, y de ese mundo no podemos caernos. Pero la locura es de cierta manera delirante, acelera la vida, posibilita que la vida no sea tan monótona.
Sí, hace falta estar loco para matar al prójimo, es una muerte de utilería, una muerte a secas, así como decía Agatha Christie, que siempre el asesinato es asunto de familia, Miller afirma, que uno mata, en general, a la gente que conoce, aunque algunos sicarios matan a otros sin conocerlos, dirá Miller, pero lo hacen para disimular el asesinato de la persona que realmente importa, aunque se mate pensando, se mata sin pensar, si se pensara a lo mejor faltarían más razones para matar, por eso se mata desde la locura, se ocupa estar bien loco – intoxicado- para matar.
La locura es parte de la normalidad, o lo que se entienda por esto, por ejemplo hace falta estar muy loco para decir lo que menciona Enrique, que con las reformas a México le está yendo mejor, esa estulticia presidencial, no es más que un mensaje delirante propiciado por la locura de este personaje, pero aun más loco, que algunos le festejen esas locuras cobijadas en sus dichos, esos mensajes de locura para algunos entendidos, no dejan de estar sin razón, o lo que es lo mismo la razón para ellos sale sobrando. El amor, no me dejaran mentir quien lo padece, instala una locura portátil y privada, que hace perder el piso y el dinero, no hay amor sin ese pasaje de locura, lanzando imaginariamente pinceladas que hacen ver la realidad con otra cara, señorita realidad, donde el sonrojo desliza una mueca sardónica teñida de sonrisas en la tensión cuando se alcanza.
O acaso no hay algo más loco y delirante al decir…salgan, salgan, salgan, animas de pena, que el rosario santo rompe las cadenas… ¡pero qué locura es esto!, y se dice a diario, y claro no corremos con ellos y ellas al psiquiátrico a encerrarlos, son locuras permitidas, o bien locuras que nos rebasan, actos locos, actos verdaderos de lo humano, que no se pueden disociar de la locura que nos habita. El adolescente es un ente loco, donde su locura se vehiculiza en actos, “locura adolescente”, se corta la piel para colgar aros, cabellos con otras caras, objetos que atraviesan labios y orejas, hijos de esas tribus, y tributarias de su locura. Y el niño no se queda muy atrás al endiosar al otro, esto no es más que la realidad loca que vive, que nutre y alimenta el otro con las imágenes fantásmaticas del cucuy que agazapado lo observa, siempre vigilado por esas sombras fantámaticas que se ocultan en sus ojos.
*Lic. en Psicología y Doctor en Educación