Por Juan Manuel Váliz Fonseca*
Este personaje se llamaba Próculo Bojórquez. Era originario del legendario y ya desaparecido pueblo de Aramuapa, ubicado a la orilla del arroyo de Ocoroni, sindicatura de estación Naranjo. Se dedicaba a la actividad ganadera, pero sus enemistades o por envidia lo acusaron de robo de ganado.
Fue en el año de 1944, cuando aconteció este hecho, al señor Próculo Bojórquez era conocido en la región como “Proculito”. Para su desgracia fue tomado preso por el comandante de la policía municipal de apellido Rocha, por simples acusaciones sin fundamento jurídico y recluido en la cárcel municipal de Sinaloa de Leyva.
En el periodo 1943-1944 el Congreso local habían anulado las elecciones y propuso un Consejo Municipal que encabezó primero como presidente Rafael A. Cuevas, Casildo Valenzuela y Juan Andrés Rivera, conocido por sus amigos como “El Yaqui”. Este último termina el periodo y fue pieza importante de lo ocurrido a nuestro personaje.
Antes de pisar la cárcel se comentaba en la región de Naranjo que el señor Próculo Bojórquez había hecho mucho dinero de la actividad ganadera. Esto despertó la avaricia de dos personas: el que fungía como ministerio púbico, era originario del municipio de Mocorito, llamado Francisco “El Chaquetas” López, y del presidente municipal Juan Andrés Rivera “El Yaqui”, y lo sacaron de su celda a declarar a media noche.
“Proculito” es conducido a un lugar que quedaba a un costado de la cárcel municipal en lo que hoy es conocido como el barrio del “Kalzetín” por la avenida núm. 7, frente a la casa de Jesús Guerrero. En ese entonces era un monte lleno de siviris, choyas, palo de San Juan y pitahayas. Lo empiezan a presionar y golpear para que confiese donde esconde el dinero y se los entregara a ellos. Cuando de sorpresa él saca de sus botas de cordón cruzado un verduguillo. “El Yaqui” y “El Chaquetas” tratan de ponerse a salvo, pero “El Yaqui” es alcanzado por la espalda y de un tajo lo hiere en el brazo.
Sigamos con la “declaración” y esta pelea desigual de dos contra uno. En este caso quedaba uno contra uno. “El Chaquetas” saca la pistola que traía fajada en la cintura y empieza a disparar sobre la humanidad de “Proculito” quedando este prácticamente muerto, cuando se abalanzaba sobre él. Esto lo aprovechan los dos y salen corriendo hacia la cárcel municipal, que estaba muy cerca, pidiendo auxilio. “El Chaquetas” sale asustado todo alhuatado y espinado, pues iba arrollando el monte, mientras que “El Yaqui “, sale herido del brazo que prácticamente lo traía “volando”. Al llegar la policía municipal en su auxilio se cercioran que “Proculito” ya estaba muerto.
Sobre este caso nos cuenta el señor Macario López Higuera, mejor conocido como “Macarito”: “Recuerdo que al “Yaqui” no le quiso poner mano el doctor Lasso y se lo llevaron en el taxi de “Peto” (se refiere a Ruperto Rubio quien fue uno de los primeros taxista que hubo en Sinaloa de Leyva) a curar en Guasave con el doctor Díaz de León. A las semanas vino ya recuperado.
Continua nuestro entrevistado “Macarito”: “esto sucedió cuando yo era muy chamaco; además mi papá también se llamaba Macario (alias “El Caricas”), le pidieron que sepultara el cuerpo de “Proculito” en fosa común, ya que nadie lo reclamó. En aquellos años a quienes ayudaban hacer la fosa le regalaban una o dos botellas o “demajuanas” de vino para que se las tomaran mientras escarbaban”.
Termina Macarito con lo siguiente: “Al llegar el cuerpo de Proculito dentro de la caja, venía con todo y botas; entonces mi papá se las empieza a quitar para ponerle calcetines nuevos y cuál sería su sorpresa que dentro de ellas y los calcetines traía una buena cantidad de dinero. Le fue muy bien a mi papá, que mandó a comprar más vino para los ayudantes que ni cuentan se dieron de lo que mi papá había encontrado”.
Todo indica que las acusaciones de que fue objeto Próculo Bojórquez sobre el abigeo no eran ciertas, o bien fue una persona generosa en su región, o quizás por la forma en que fue muerto. Además fue sepultado en una fosa común, sin dolientes ni nada. Desde entonces a ese lugar, para los habitantes de Sinaloa de Leyva y sobre todo para los creyentes, se le tuvo fe.
En el lugar donde murió “Proculito” se dieron los siguientes hechos: primero se construyó una cruz de madera de palo colorado, después cada gente que pasaba por ese lugar le empezó a colocar piedra tras piedra hasta formar un “montón”, semejando una tumba y le prendía una veladora frente a ella. Enseguida rezaban por el ánima de “Proculito” y a la misma vez le pedían algún milagro o deseo. Este rumor fue creciendo hasta decir: “Préndele una veladora a “Proculito” y pídele que te haga un milagro o deseo, para que te vaya bien” Algunos pedimentos se cumplían, otros no. Cuando esto último sucedía la misma gente le respondía: “No te respondió porque tu pedimento lo hiciste sin fe”.
Por varios años en Sinaloa de Leyva duró esta creencia o fe en “Proculito” y desapareció la cruz y el montón de piedras más o menos como en el año de 1981, por la construcción repito, de nuevas casas, que conforman la avenida numero 7 y ampliaron el populoso “Barrio del Kalzetín”. Hay que agregarle la falta de arraigo de su fe ya que nunca se habló de algún milagro. Tal vez la cercanía a la parroquia de San Felipe y Santiago evitó que se conservara este lugar. De haber continuado la fe o creencia en “Proculito” tuviéramos un Jesús Malverde, como sucede actualmente en Culiacán.
*Profesor de la FCA / UAS. Sinaloa de Leyva