Por Iván Escoto Mora*
Cuando Darwin descubrió que la selección natural era el origen de la creación, borró de un plumazo las ilusiones supersticiosas que veían en mitos mágicos y religiosos el principio de la vida. Desde entonces se entiende que las condiciones de las especies obedecen a razones naturales.
Pero, ¿qué hay del pensamiento?, será que éste se regula de igual manera por condiciones materiales ajenas a la voluntad. Freud diría que no somos dueños ni de nuestros deseos, a caso sólo somos súbditos inconscientes del implacable impulso de nuestra animalidad.
Una condición insuperable condena al hombre a olvidar tanto como a morir. Los momentos dulces y amargos corren con la misma suerte. Para bien o para mal, del tiempo transcurrido es bien poco lo que guarda la memoria, como diría Borges: “felizmente, al cabo de unas noches de insomnio, el olvido termina siempre por trabajarnos”.
Es sabia la naturaleza que hace olvidar al hombre. El olvido reconforta aunque también engaña. No es posible vivir siempre recordando, atado a las cadenas del dolor. Pero tampoco es posible vivir siempre en el olvido. En el correr de los días, olvidados o no, el hombre cambia incesantemente, sin embargo algo se conserva en su esencia, algo se repite en patrones. Neruda diría que: “la misma noche hace blanquear los mismos árboles, nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. Somos distintos pero iguales.
Pablo Neruda, nació y murió en Chile (1904-1973), referir la extensa biografía del Premio Nobel de Literatura resulta difícil frente a las tantas páginas que se han dedicado a su memoria. En su libro “Confieso que he vivido” el escritor cuenta con detalle, no sólo sus apasionados días sobre el mundo, sino el origen de muchos de sus poemas, dejando claves importantes para entender su obra.
Richard Radford, director de cine nacido en la India, filmó en 1994 “Il postino”, una historia ficticia basada en la relación que surge entre el célebre poeta y un cartero. El tema central es la amistad y el amor a las letras que en todos puede florecer. En este sentido la cinta hace un guiño a la característica más natural en la obra de Neruda, la capacidad de engendrar emoción en cualquier piel ante la inmediatez de las palabras y la cercanía de sus versos.
Pensar en Neruda es mirar su vida bordada entre la literatura y la lucha política. Se pueden sumar a “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, “Residencia en la tierra”, “Los poemas del viejo capitán” y “Odas elementales”, muchos libros y una intensa actividad pública que le llevó a desempeñarse como Embajador, Senador e incluso, perseguido del régimen del presidente Gabriel González Videla.
Pablo conoció México, en nuestras tierras fungió como cónsul general de la República chilena. En “Confieso que he vivido”, dejó testimonio de la fascinación que en él produjeron los mercados y los días de plaza, los artesanos, los colores, la gente, la vida y la alegría desbordándose en todas las formas del arte. Neruda vio un México que cada vez es más difícil imaginar.
Hoy no existen en Latinoamérica los Videla, ni los Somoza, los Pinochet o los Trujillo, ni las dictaduras que combatió Neruda desde su poesía, pero otros males sí que existen y nos ahogan en muertes que se apilan por millares. Pablo sintió el dolor del pueblo latinoamericano que como hoy, sufre entre pantanos de miseria.
A veces el olvido ayuda a soportar los horrores del pasado y al zanjar las heridas permite mirar hacia el frente sin rencor, pero a veces, el olvido es inaceptable ante las implacables voces de los hombres pisoteados hasta el hartazgo.
La poesía seguirá siendo fundamental mientras cante lo que no podría sobrevivir de otra manera, en medio del olvido oficialista de los regímenes de la inconsciencia. En el poema número IX, dedicado a los dictadores, del libro “Canto general”, Neruda describió eso que sesenta años después sigue siendo pan del día: “Ha quedado un olor entre cañaverales:/ una mezcla de sangre y cuerpo, un penetrante/ pétalo nauseabundo.// Entre los cocoteros las tumbas están llenas/ de huesos demolidos, de estertores callados… El odio se ha formado escama a escama/ golpe a golpe, en el agua terrible del pantano,/ con un hocico lleno de légamo y silencio”. Con Neruda recordamos y nos sumamos al clamor que en todo el mundo busca la paz.
*Abogado y filósofo/UNAM