DestacadosLocal

MI NAVIDAD

By martes 15 de diciembre de 2020 No Comments

ENRIQUETA YOLANDA CASTRO ACOSTA

En el libro de Mateo, Capítulo 2, se narran los acontecimientos posteriores al nacimiento de Jesús hace más de 2000 años.

La estrella de Belén, en realidad es una conjunción entre Júpiter y Saturno y la Biblia la presenta como la referencia de guía que tuvieron los magos que la siguieron para ir a adorar al niño.

La estrella de Belén. Después de 800 años de no hacerlo. Se manifestará astronómicamente como el cruce entre Júpiter y Saturno, de nuevo este 21 de diciembre, suceso que no se ha podido observar tan cerca de la tierra como lo que se observó en el siglo XV.

Personalmente si creo que el Hijo de Dios vino y se hizo hombre, y habitó entre nosotros. Esto me mostraron mis padres, sus enseñanzas y en la doctrina que recibí en la Iglesia de la Purísima Concepción conforme al dogma por el cual se consagra esa advocación a la madre de Cristo en el pueblo de mis ancestros: Mocorito.

De niña junto a mis tres hermanos pequeños: Joaquín, la Nenita y Manuelito, caminaba feliz con un vestido de terciopelo azul , que tenía unas casitas bordadas en cada bolsa justo a la altura de mis entonces pequeñas manos frías que metía en ellas para calentarlas un poco y mis botitas negras, con bálsamo labial, para evitar las agresiones del viento decembrino, cargando unos bastoncitos, de colores y unas jaulas con pajaritos que nos compró mi padre en la ciudad de México y que eran la envidia de los demás niños, por el ruido que lográbamos hacer con ellos golpeando el suelo, asistiendo a las tradicionales posaditas que se organizaban en medio de la algarabía, el canje de los famosos boletos con que nos premiaban cada domingo de doctrina y que atesorábamos bajo el colchón de la cama después de los 50 domingos en misa, para poder cambiarlos por dulces y como entonces no había tratado de libre comercio, los chocolates y los huevitos de colores que me encantaban eran solo producción nacional. Y no tengo documentado si contenían amarillo 5, azul de bromocresol o rojo 40. Nada me importaba entonces de ese tema, salvo disfrutar esa hermosa etapa de mi niñez.

En esa época el significado de la navidad era que Cristo nacía en cada uno de los corazones y yo debía preparar el mío para tal acontecimiento. Mis padres, mis maestros me enseñaron la importancia de compartir y de regalar a Jesús lo mejor de mí. Eso era para mí la navidad:¡el regalo al recién nacido! Así, aprendí a compartir con mis primos el calor del hogar de mi madre, que siempre estuvo abierto para recibir a quien le solicitaba apoyo moral, y en la medida de lo posible económico y corrección, generalmente.

Mi querido tío el Doctor Medardo Acosta, y su esposa mi querida madrina María Eugenia, me regalaban un poco de dinero, una cinta de colores de Hello Kitty, y como las otras niñas del vecindario, también recibía en navidad un pon tenis, un globalón y un suéter además de mi tan esperada muñeca, una barbie, que posteriormente compartía con amigas con las que jugaba durante todo el año y que me visitaban con ese fin desde el otro lado del pueblo, otra muñeca en forma de bebé que cargaba y alimentaba preparándome para mi etapa de adulta, o aquella que además era cajita musical, y me arrullaba con «la vida en rosa» que se escuchaba al girar la cuerda.

El primer libro que recibí fue un regalo de mi madre, una versión las mil y una noches que aún atesoro porque ella lo leía para mí antes de dormir, durante muchas de las noches de mi niñez. Luego llegó la enciclopedia, el tesoro de la juventud que inició mi gusto posterior por la lectura y que me ha acompañado a lo largo de mi vida desde entonces y me ha abierto el camino hacia diferentes áreas de formación posterior.

Nunca me llegó la bicicleta que ni siquiera me atreví a pedir, pues de sobra sabía que no llegaría. Pero eso no era problema porque mi hermano menor me rentaba la suya así que la misma alegría que él, sentí las 2 veces que recibió su tan esperado regalo: en una ocasión una roja pequeña y en la segunda vez una azul que más que para un niño pequeño, era como las que entonces usaban los carteros. Y yo disfruté igual que él.

El arbolito, las luces, todo eso era importante, aunque no prioritario, porque me daba lo mismo si era nuevo, viejo, que color de esferas tenía. Nada de eso me importaba, solo que estuviera ahí en una esquina de la sala, recordándome que la navidad se acercaba. Y que en una ocasión fue retirado de su espacio hasta en abril, porque cada que mi mamá quería retirarlo mis hermanos y yo hacíamos todo un drama llorando y rogándole que no lo hiciera.

No sé a ciencia cierta en qué momento las posaditas dejaron de existir, al menos para mí. Y conforme fui creciendo era yo quien ponía un nacimiento en casa de mis padres y mostraba a los más pequeños de la familia el valor de lo que para mí era la navidad. Empecé a organizar las posadas y canticos en el patio de la casa, y mis hermanos se adaptaron ahora con sus propias familias al igual que yo a la mía. Mis pequeños hijos conocieron lo que era una navidad en casa de Mamá Yola, el valor por los mayores, el respeto por los años y la jerarquía del abuelo, quien por cierto disfrutaba de verme arreglar el nacimiento. Y en una ocasión con su zarape decembrino, sin darse cuenta jaló uno de los reyes magos. Creo que fue Baltazar y lo rompió en pequeños pedazos, por accidente.

Le pidió a mi hermana que lo remplazara, con lo que encontraron en lo que quedó de la vendimia de los puestos de la purísima: una pieza 30 por ciento más pequeña que la original, con la esperanza de que yo no me diera cuenta. Cabe señalar que cuando vi lo que sucedió no pude parar de reírme porque pensé: ¿cómo era posible que ahora yo tuviera el control del festejo?

Me encantaba la comida de mi hermana, pues sus deliciosos tamales son únicos (y cuando estaban listos para degustarse me comía sólo uno de ellos porque su equivalente en cereales son 3, además, para que tengan ese delicioso sabor se le agrega manteca de cerdo, que consumida en exceso puede incrementar los riesgos cardiovasculares), así como las tostadas y gorditas sinaloenses, con su jugo de carne que prepara en mi honor. Entiendo que estos platillos no son exclusivos de la época, pero como estoy siempre a favor del consumo de verduras y el consumo mínimo de medio kilogramo de vegetales diarios para el incremento del ácido fólico y la prevención de un gran número de enfermedades cardiovasculares, los prefiero por sobre todos los demás alimentos.

Evito acercarme a la cocina, cuando reconozco el valor de las más experimentadas en estas artes. En cambio, prefiero, como María (Lucas 10:38), atender escuchar y platicar con las visitas que llegaban desde lejos a ese calor de hogar que siempre se sintió en mi casa de origen. Así me autonombré encargada de relaciones públicas y creo que todos estuvieron de acuerdo con que mantuviera ese autonombramiento.

Sólo como el pavo en nochebuena, en medio de la reunión familiar y evito los recalentados, por la cantidad de acrilamida y aminas biógenas que se forman con su sobrecalentado, los buñuelos no me gustan, y las torrejas me gustan secas, sin miel, por la cantidad de azúcar que se utiliza para hacer la miel, porque incrementaría mi carga glucémica en un día. Lo que sí añoro es el olor a clavo y canela, que me recuerda el olor a hogar que se sentía al entra a la puerta, la importancia de la unión familiar todo en medio de canticos y villancicos.

Un punto relevante en cuanto a lo que se come en casa, es el delicioso menudo, para todos lo habitantes de casa y las visitas principalmente los amigos de mis hermanos, y que llegaran después de haber consumido una cantidad superior a los 30 mililitros de alcohol que refiere la OMS como máximo para el organismo. Y señalo que ése platillo en particular ayuda en el proceso de detoxificación que pide a gritos el cuerpo, por los excesos de las fiestas que en ocasiones por el afán de cumplir con varios compromisos, incluso un mismo día se consumen cantidades superiores de energía que el cuerpo necesita e incluso tolera.

Con los años, la algarabía de mi niñez se ha ido, la reunión con mis hermanos por cuestiones de distancia física no es posible, todos hemos partido hacia nuevos horizontes, hemos crecido, las personas en la mesa somos menos, la distribución de los regalos desde hace tiempo está a mi cargo. Tiempos traen tiempos.

A pocos días de Navidad, aún no se cual será el espacio, el menú de la noche, la compañía que tendré, todo se muestra incierto. Este año ha sido muy diferente, los planes no salieron, la vida cambió.

He tenido varias pérdidas físicas de seres queridos, significativos para mi formación como ser humano, además de mi padre he dicho adiós a tíos, primos, amigos entrañables particularmente durante este 2020.

Definitivamente si consideramos la misticidad de la época, el hecho de que como dijo Mary Ellen Case “la navidad es un estado mental”, lo que como familia recordamos cada año en los hogares cristianos, o los motivos de festejo en los últimos días del año conforme a la escala de valores de cada uno de nosotros, es imprescindible considerar el cómo llevaremos a cabo las fiestas, porque la pandemia que nos ha trastocado todo nos está marcando pautas diferentes para todos, en todos los hogares por tanto sugiero que agreguemos unos puntos a la lista de regalos de este año y a los pendientes por hacer para que nos ayudemos unos a otros a cuidar nuestra salud:

•Recordar en primera instancia que es lo que estamos festejando: el nacimiento del niño Jesús.

•Considerar el acercamiento familiar y con los amigos por medios virtuales, con alguna de las plataformas que hemos aprendido a utilizar, la mayoría de la población.

•Si nos trasladamos para visitar a otros: cumplir la cuarentena previa al traslado y posterior al viaje. •Durante el viaje es indispensable usar el cubre bocas de manera adecuada, así como el lavado de manos.

•Para disminuir los riesgos es importante considerar hacerlo en lugares abiertos y con grupos pequeños de personas.

•Idealmente los invitados deberán portar cada uno lleve sus propios cubiertos y manipularlos individualmente.

•Evitar charolas y aderezos y botanas para evitar coinfectarse con las manos.

•En las fiestas de exterior todos los participantes deberán estar abrigados.

•Invertir en calentadores de ambiente.

•Tomar temperatura e invitar a los enfermos a retirarse.

•Disminuir la ingesta de alcohol para que tu organismo se encuentre en las mejores condiciones para hacer frente al posible contagio.

•Incrementar el consumo de alimentos ricos en antioxidantes como las mandarinas y otros cítricos propios de la temporada.

•Evitar más que nunca este año en particular comer más de lo que necesitamos.

•Preparar solo lo que nos vamos a comer, evitar excesos.

•En cuanto a los alimentos, todo lo que se elabora debería ser para disfrutarse manteniendo la salud y consumirlo con moderación, previa preparación física.

Para concluir:

Me gustaría recordarte, que en un primer momento, durante los siglos I y II después de Cristo, los cristianos no celebraban el nacimiento de Jesús. Porque no se sabía cuando había nacido. A partir del siglo III se encontraron testimonios y se comenzó de manera clandestina a festejarse la navidad el 25 de diciembre.

En la espera de estos días que preceden la Navidad, como entonces, con más razones de esperanza, se vislumbra la pequeña gruta de Belén irradiando la luz sobre el mundo.

* Nutrióloga Clínica y Bioquímica

Artículos relacionados

Leave a Reply

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.