SANTOS LÓPEZ LEYVA
S e denomina segunda revolución industrial a una serie de cambios en los procesos productivos iniciados en la década de 1870-1880, donde las innovaciones principales provinieron de la industria química. Esta industria transformó la fabricación de explosivos, los cuales sirvieron para abrir las montañas en la actividad minera y en la construcción de vías férreas y carreteras; la expansión de la fotografía, el uso del alcohol industrial, la industria de fertilizantes para agricultura y las aplicaciones en el campo de la medicina. Pero otro gran adelanto fue el uso del cemento Portland, lo cual trasformó la industria de la construcción a nivel mundial.
El cemento Portland en Sinaloa
En Sinaloa existieron dos cementeras, la primera ubicada en Mármol, Mazatlán, Sinaloa, inició como San Luis Company de Tayoltita, Durango, en 1941, posteriormente se llamó Cementos del Pacífico, del grupo Tolteca y después perteneció a CEMEX, trabajó durante más de 45 años, pues cerró sus puertas en abril de 1990. La otra cementera se ubicó en el pueblo de Hornillos, El Fuerte, Sinaloa, primero se instaló como una pequeña fábrica de cal y cemento en 1945, propiedad de la compañía Minas de San Luís, después la compra el grupo Salcido quien la vende al grupo Tolteca, finalmente propiedad de CEMEX, empieza a trabajar como una gran planta cementera en mayo de 1964. Durante más 30 años fue centro de la economía del Fuerte y fuente de empleo en la región, cerrando el 31 de julio de 1997, afectando la economía de los habitantes de Hornillos, Tetaroba, El Realito y otras comunidades vecinas. La producción de cemento transformó la industria de la construcción en Sinaloa.
Las técnicas de construcción a principios de los años 50´s
Cuando llegué a Mocorito, en 1956, la construcción más avanzada que conocía eran los techos de vigas y ladrillo y arriba de ello, generalmente se le ponía tierra; pero también eran de pura madera en forma de leña, la cual se cubría con tierra, este tipo de construcción recibía el nombre de terrado. Ésta era una tierra especial que se compraba en la Otra Banda de los Ibarra, en la salida del camino a Cerro Agudo, allí había un señor que se llamaba “Chayo” Corrales, quien se distinguía por no usar camisa, él tenía montones de tierra blanca la cual era impermeable y se usaba para poner en los techos. Cada año, antes de iniciar la temporada de lluvias se tenía que revisar la tierra de las casas, porque alguna rata pudo haber hecho una cueva o simplemente el agua se llevó la tierra, entonces era seguro que la casa se iba a gotear. Otra debilidad de los terrados, era que cuando la tierra no era completamente estéril, les nacía hierbas, entonces teníamos que subir al techo y arrancar el pasto antes de las lluvias, para renovar la tierra de los techos se tenía que hacer una visita obligada a Chayo Corrales.
Las primeras edificaciones de cemento en Mocorito
Una de las primeras casas en las que se utilizó el concreto en Mocorito, fue la casa de los Suárez, ubicada por la calle Morelos, no me tocó ver su proceso de construcción, porque para 1956 ya estaba construida, pero si me tocó ver el levantamiento de otras construcciones como la casa de don Reyes Inzunza y la casa vecina que era de un miembro de la familia Vidales, pero la obra más grande fue la remodelación del Hotel Inzunza, al cual se le quitaron las vigas de madera y se le puso techo de concreto. Fui testigo de estas construcciones ya que acompañaba a mi padrino José Arce Apodaca, quien, sin duda, era el maestro de obra más reconocido en su tiempo, porque dominaba muy bien la técnica del concreto. Durante la renovación del Hotel Inzunza hubo dos accidentes, uno de Fermín Espinoza, que se cayó de una escalera, dicho percance no fue de consecuencias; el segundo, fue de mayores consecuencias, cuando Juan Clara, que en realidad se llamaba Juan Valenzuela, se cayó de un andamio, lo de Juan Clara le venía de su esposa: Clara Navarrete. Juan sufrió lesiones en sus piernas que lo obligaron a caminar de manera deforme toda la vida. Otra obra fue los cambios en los techos de la escuela Benito Juárez, durante ese lapso recibíamos clases en otros edificios, nuestro grupo tomó clases en el “Club Campestre”, el albañil encargado de la obra fue Guillermo Jiménez, hijo de don Chuy Jiménez, padre de una familia de buenos constructores. Tuve el gusto de conocer otros albañiles como Fermín Gómez, Miguel Lora Arellano, quien fue presidente municipal, Tomás Benítez y varios más. Todavía no se conocían las revolvedoras y echar un colado era un día de fiesta, se buscaba la mayor cantidad de peones, porque el concreto se tenía que batir a pala y acarrearlo a la obra con pura fuerza humana, los peones corrían por los tablados con lo botes llenos de concreto en la espalda, yo nunca trabajé en un colado porque todavía era muy joven en ese tiempo.
Otra obra emblemática de esos tiempos fue la construcción del Centro de Salud de Mocorito, su construcción estuvo bajo la dirección del ingeniero Fernando Mares, quien venía de Mazatlán y se casó con una muy guapa mocoritense Nena López Juárez, quien trabajaba en el abarrote de la Puli. En la construcción del hospital pude conocer algunas piezas de construcción prefabricadas, tales como ventanales y tragaluces y también la primera revolvedora de concreto. Los pintores vinieron de Torreón y ningún mocoritense trabajó en las labores de pintura, con la construcción del hospital se trajeron algunas técnicas al mundo de la construcción mocoritense.
Estas fueron algunos adelantos que el cemento Portland y la Segunda Revolución industrial trajeron y se quedaron en mi pueblo.
Profesor de la Facultad de Economía y Relaciones
Internacionales Universidad Autónoma de Baja California
Email:sanlop1947@gmail.com