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LA AGRESIVIDAD HUMANA DENTRO DE LA LITERATURA

By jueves 15 de octubre de 2020 No Comments

PRIMAVERA ENCINAS

El ser humano está inmerso en la violencia y lo único que hace la literatura es retratarla. Numerosos son los tratados sobre este tema, sin embargo, aunque sigue siendo un aspecto sumamente sociológico y antropológico, también se puede analizar desde el punto de vista psicológico, es decir, desde el individuo.

¿Por qué somos agresivos? ¿Será instintiva la violencia? La mayor parte de los estudios psicológicos concuerdan que en realidad tiene mucho de aprendida, por lo tanto posee un alto contenido social. En el cerebro la amígdala se encarga de liberarla, así como existen los niveles de testosterona dentro del cuerpo, pero se ha encontrado que la agresividad se aprende por imitación u observación.

Esto sucede cuando los jóvenes imitan lo que observan de sus padres, hermanos y el resto de los miembros de la familia. Asimismo, interviene el contexto sociocultural donde se desenvuelve la persona como la colonia en la que vive, la escuela a la que asiste, así como el clima de violencia que se sufre en una región o un país. En el pasado solía hablarse de pulsiones agresivas, ahora comprendemos a la agresión como una conducta compleja que tiene aspectos biológicos y sociales. El mismo ambiente refuerza las conductas agresivas. Además, el hombre reacciona agresivamente cuando se siente amenazado. Esta amenaza puede ser real o irracional, pero persiste como una obsesión y provoca ansiedad, hasta ser satisfecha.

En la literatura existen muchísimos ejemplos de lo anterior. ¿Qué sucede en el Otelo de Shakespeare? Cuando pensamos en Otelo, un hombre socialmente exitoso, que delira de celos ante la perspectiva que Desdémona lo engañe, podemos ver que Shakespeare conocía muchos aspectos de la condición humana.

Otelo podría ser poderoso, pero por su aspecto, recordemos que es de raza negra en Venecia, experimenta ciertos sentimientos de inseguridad. Podría ser un hombre seguro de sí mismo en otras áreas, como el militar, pero en cuanto al amoroso, es vulnerable, al saber que Desdémona puede escoger a un hombre con sus características. Yago lo engaña, Desdémona ama a Otelo y sería capaz de faltarle, pero las dudas lo matan. La ansiedad que presenta el protagonista es digna de mención, pues es evolutiva y va creciendo hasta llegar al asesinato.

Diversas obras literarias nos hacen preguntarnos si somos en esencia seres primitivos. ¿Qué sucede con la educación ejercida por nuestros padres y maestros? En El Señor de las moscas, de William Golding sucede algo interesante. Un grupo de niños del siglo XX queda varado en una isla sin ningún adulto, por lo que deben regirse por sus propias leyes. Al principio tratan de ser justos y ordenados, pero conforme avanza la historia, exploran sus pulsiones salvajes, permitiendo que la violencia se extienda, llegando al homicidio. Aunque los niños fueron criados en la modernidad, al estar sin la vigilancia de algún tutor, desarrollan un liderazgo coercitivo, sobre todo en el caso de Jack, lo cual ocasiona muchos problemas.

De hecho, el ser humano tiende a conquistar al otro. Desde tiempos bíblicos, se observa el uso de la violencia para la creación de grandes imperios como el persa, el macedonio, el romano, el inca, el mongol o el napoleónico.

En Azteca de Gary Jennings podemos apreciar las ansias de conquista de los mexicas. En La Columna de Hierro de Taylor Cadwell se refleja el poderío de la antigua Roma. Si queremos conocer la lucha entre católicos y protestantes podemos leer Una columna de fuego de Ken Follett. Si se trata de conocer la lucha entre musulmanes y católicos tenemos La mano de Fátima de Ildefonso Falcones. En Sinuhé, el egipcio Mika Waltari habla de la ambición y avaricia humana, así como la lucha de religiones. Jorge Molist narra la persecución de los cátaros en La Reina Oculta. En La tierra sin mal Jesús Sánchez Adalid explica la codicia de los conquistadores en Sudamérica.

Existen otros ejemplos del uso de la violencia en la literatura, como en La sombra del caudillo de Martín Luis Guzmán. También está la Fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa. Edmundo Valadés la desarrolla con el cuento: Como un animal, como un hombre. En La fiesta de las balas, Martin Luís Guzmán relata un episodio de Fierro durante la época villista, quién para evitar fusilar a una serie de prisioneros, pide a sus hombres que los vayan soltando, y les dispara desde del patio.

En algunas novelas de suspenso como en El silencio de los inocentes de Thomas Harris, se utilizan aspectos psicológicos para aderezar la trama. El personaje del doctor Hannibal Lecter es un psiquiatra, caníbal y asesino en serie. Envuelve a la agente Starling en una serie de retos para que pueda atrapar a otros criminales. Otro ejemplo es El psicoanalista de John Katzenbach donde el autor ofrece un desafío psicológico para encontrar al homicida quien es ni más ni menos que un ex paciente del psicoanalista.

En ocasiones las novelas están basadas en hecho reales como es el caso de A sangre fría de Truman Capote, mostrándonos el asesinato de una familia completa a cargo de dos individuos.

Se le llama novela de no ficción, y estuvo inspirada en una investigación periodística de Capote. Los hechos ocurrieron el 15 de noviembre de 1959 en un pueblo de Kansas. Para hacer la novela, se entrevistó con los asesinos.

Una historia previa a la anterior, fue la del argentino Rodolfo Walsh Operación masacre, también considerada novela de no ficción, que trata del levantamiento cívico militar que ocurrió en Buenos Aires en 1956 cuando numerosos alzados fueron fusilados. Siete personas sobrevivieron a este hecho, y Rodolfo Walsh los fue entrevistando hasta que logró armar lo que ocurrió esa noche. Tanto Operación masacre como A sangre fría representan el valor de la labor periodística dentro de la literatura.

Escritora y Lic. en Psicología

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