CARLOS LAVÍN FIGUEROA
En México, se celebra los días12 de septiembre como el “Día del Historiador”, fecha fundacional de la “Academia Mexicana de la Historia” iniciada en 1919 –y correspondiente de la “Real de Madrid” que data de 1738. Sin embargo, no es en esa fecha cuando surgen los historiadores, los historiadores preexisten desde siglos antes de Cristo. En otros países se celebra en fechas distintas, que tampoco determinan su surgimiento.
En una conferencia, en la que participó Antonio García de León–sabio investigador emérito del INAH, “Historiador con Maestría en Lingüística”, Doctorado en Historia en la Sorbona de París- conferencia que se dio en el Palacio de Cortés para celebrar el 80 Aniversario del “Instituto Nacional de Antropología e Historia”, quien en breve platica, me comentó que “el historiador no surge solo de la academia, los hay natos”, que han sacado a la luz grandes o menores temas sin haber sido descifrados por académicos.
El historiador, sea nato o de escuela, es un estudioso que destaca por sus aportaciones sobre todo cuando son inéditas, esto es lo que legitima al historiador, y no quien dice dichos ya antes dichos encontrados en libros empolvados, muchas veces distorsionados por error o conveniencia.
La crónica y la historia son distintas pero están enlazadas, la crónica surge del testimonio presencial ya porta datos para los historiadores, quienes deben interpretar y considerar no solo el texto, sino también el contexto, el subtexto y él para texto confrontándolos y verificándolos con otras fuentes.
Por tanto, es un gran acierto que recién se haya fundado en Yucatán, la “Asociación de Cronistas e Historiadores A.C.”, la primera en México en incluir ambas disciplinas, y fue a iniciativa del cronista e historiador Carlos A. Cosgaya Medina su actual presidente y ex presidente de la “Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas”, misma que me honró para dictar la Conferencia Magistral en el XXXV Congreso Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas en Sinaloa -por cierto con un tema histórico inédito y no de crónica-asociación, que ya venía incluyendo a los historiadores. Carlos A. Cosgaya apunta que “La licenciatura o maestría no son requisitos para ser historiador”, como “tampoco lo es quien lee libros viejos o nuevos”.
Es bien sabido que el griego Heródoto es el primer historiador reconocido en el mundo occidental, sus primeros libros narran la evolución de las costumbres de los persas, babilonios y egipcios, y lo hizo basándose en las crónicas orales y escritas de su tiempo, como antecedente para entender su obra sobre Las Guerras Médicas, libradas entre los años 490 y 479 a.C., que se habían dado durante su niñez, por tanto también aporta sus testimonios. Tres siglos después, el romano Marco Tulio Cicerón, jurista, político, filósofo, escritor y orador, fue quien le otorgó a Heródoto el merecido título de “Padre de la Historia”, Heródoto no estuvo consciente de ello ya que historiadores historia eran términos que no existían en sus tiempos.
Hay otros historiadores sobresalientes.
En la época Medieval –para precisar en el siglo XI-Comnena, una culta princesa bizantina, escribió “La Alexiada” la historia del reinado de su padre, el emperador Alejo I, con una visión de las cruzadas desde el punto de vista griego, donde presenta a los guerreros euro-occidentales como hombres codiciosos e indignos de confianza, y no como los defensores del cristianismo y Tierra Santa.
En el siglo XIII, Alfonso X “El sabio” otro gran historiador y Rey de Castilla, Escribió su “Historia de España”, es la primera historia española de gran extensión escrita en lengua romance. Abarca desde los tiempos bíblicos hasta ese siglo XIII.
En el siglo XIV, IbnJaldún, nacido en el actual Túnez, es considerado uno de los precursores de la “Escuela de los Anales”, que pone énfasis en lo social y económico, y no sólo en lo político priorizando el colectivo por encima de lo individual. Fue autor del “Libro de la evidencia” una importante historia universal, donde registra los inicios y eventos de los árabes, persas, bereberes y sus poderosos contemporáneos.
En el siglo XVIII, Voltaire, gran figura de la Ilustración Francesa dedicó algunos títulos al estudio del pasado, como “Historia de Carlos XII” y “El siglo de Luis XIV” en el que no se limitó a la figura del monarca, sino al espíritu de los hombres de ese ilustrado siglo.
En el siglo XIX, Jules Michelet, gran literato de ideas progresistas, destaca con “Historia de Francia” y su “Historia de la Revolución Francesa”, fue el primero en utilizar una amplia gama de archivos, estatales, regionales y municipales. Todos ellos fueron verdaderos historiadores natos, ninguno fue un producto de la academia.
En cambio, la “historia oficial”, escrita por encargo para “hacer patria”, es una fábrica héroes de bronce y mármol ocultando su lado oscuro como el de Hidalgo, y de villanos de arena y barro, que no les reconoce su lado positivo como a Iturbide.
La historia, no tiene dueños, es una ciencia incluyente para los estudiosos que tienen la visión, la percepción, la sensibilidad y la imaginación para investigar los hechos del pasado con resultados sustentados. Decía Miguel de Unamuno rector de la muy antigua Universidad de Salamanca “Lo que natura no da Salamanca no lo otorga”.
P. D. hasta la próxima
Historiador y cronista de Cuernavaca