JUAN SALVADOR AVILÉS OCHOA
A finales del siglo XIX Mocorito tuvo su época de bonanza en la actividad minera, la villa se convirtió en un próspero centro comercial para el abastecimiento de los fundos mineros como Magistral, San Miguel y Bequillos, donde se producía oro de excelente calidad, Palmarito productor de plata y de San Benito y Bacamacari explotadores de cobre. Además, existían ricos criaderos metalíferos de oro en el cerro del Tapali, de cobre en Tahonas, Cerro Agudo y Ranchito.
En aquel tiempo había una agencia de minería dependiente del gobierno federal donde quienes que se dedicaban a la actividad minera, que por cierto la mayoría eran extranjeros, quienes se asociaban con los empresarios locales, incluso con políticos como el propio gobernador Cañedo, los Peiro de Pericos, los Echavarría de Mocorito, etc., para denunciar las minas en las agencias de minería. Ahí había ya un proceso establecido previamente; denunciaban el predio daban datos generales como la ubicación y lo que podía contener la mina. El agente de minería que por muchos años fue Serapio López, nombraba un perito para que realizara el levantamiento de la zona y recogiera la información requerida para emitir los edictos marcados en la ley y si después de sus publicaciones no se registraban inconvenientes, se otorgaba la concesión para explotar la mina al solicitante.
En la villa se asentaron las familias propietarias de dichas negociaciones, ya que Mocorito era un centro estratégico por donde pasaban las dos rutas de diligencias que cruzaban el Estado y era un importante centro comercial en donde se proveían de todo tipo de provisiones los habitantes y trabajadores de los fundos mineros de la región, ya que en las casas comerciales, algunas de ellas sucursales de las principales negociaciones establecidas en el puerto de Mazatlán, se podía adquirir desde un clavo hasta una mesa de billar, pasando por una gran variedad de alimentos, vestido, implementos agrícolas, etc.
Durante el porfiriato hubo dos empresas mineras que le dieron mucho prestigio a Mocorito, una ubicada en Magistral llamada Potrero Mining Company y otra denominada Palmarito Mining Company, situada en lo que hoy es Palmarito Mineral, por lo que este lugar, cercano a la cabecera del distrito, en los primeros años del siglo XX, antes de la revolución, fue un centro importante donde se establecieron comercios, un hotel y se asentaron familias de chinos, japoneses y estadounidenses.
A principios del presente siglo la actividad minera resurgió en la zona del Magistral y por casi dos décadas estuvieron sacando oro. Actualmente está en receso, sin embargo,esta empresa está explorando para el lado de El Gallo y con muchas posibilidades de generar un polo de desarrollo minero. Esto ha hecho de nuestro municipio junto con San Ignacio y Sinaloa, uno de los principales actores de la actividad minera en el Estado.
A pesar de que Mocorito tuvo y tiene una marcada vocación minera, como lo he reseñado líneas arriba, esta identidad no ha sido explotada como se hace en otros pueblos mineros del país, en donde esa antigua vocación es explotada de manera exitosa como atracción turística. En 2004, cuando estuve en la presidencia municipal las autoridades agrarias de la comunidad del Potrero de las Perdices nos donaron todos los vestigios de maquinaria qué se tenía durante la última explotación que en los años cuarenta del siglo pasado se dio en esa región, antes del conocido accidente donde resultaron muertos y heridos varios trabajadores y que provocó el cierro de la mina.
La maquinaria fue trasladada a la cabecera municipal y acomodada adecuadamente en una especie de glorieta, ubicada en la confluencia del acceso a la ciudad y la carretera a Rosamorada. Con la construcción del centro comercial que ahí se encuentra, la pequeña plancha de concreto fue destruida y las piezas fueron colocadas a un costado de las instalaciones de los bomberos, en donde afortunadamente aún se encuentran la mayoría de ellas.
En Pachuca, en los camellones de uno de los grandes bulevares que cruzan la ciudad,se encuentran ubicadas a lo largo de la rúa piezas que se usaban en la extracción del mineral y monumentos que se hicieron para difundir la enorme tradición minera de esa ciudad.
De igual forma, en Zacatecas, la mina del Edén es uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad, durante el recorrido al mismo tiempo que puedes apreciar sus vestigios, hay comerciantes que venden llaveritos con los cascos que usan los mineros, con las lámparas que usaban y con réplicas de utensilios propios de la actividad.
En Cosalá, para no ir muy lejos, hay el Museo de Minería e Historia donde se exhiben piezas que se usaban en la explotación, desde pequeñas lámparas, carros transportadores, palas, picos, y algunos elementos mecánicos que se usaban para extraer los minerales a través de los tiros, así como pinturas de personajes que le dieron brillo al antiguo mineral de las Once Mil Vírgenes.
Mocorito tiene un gran potencial para detonar turística y culturalmente su vocación minera. Se pueden situar las piezas de maquinaria mencionadas en un sitio donde los visitantes puedan admirarlas, podría ser en algún boulevard o en los jardines del hemiciclo a Rafael Buelna, además de montar exposiciones permanentes y temporales de la actividad minera, instalar una sala de minería en el Museo de la Ciudad, promover ciclos de conferencias y la publicación de libros, entre otras cosas, y con ello rescatar esa rica parte de nuestra identidad histórica y cultural, que sirva como un nuevo atractivo turístico que contribuya a la creciente derrama económica que se vivía antes de la pandemia y que una vez que ésta pase, sirva para reforzar el destino turístico en que se ha convertido nuestro pueblo mágico.
Cronista y presidente de la corresponsalía
en Mocorito del Seminario de Cultura Mexicana