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EL TROPIEZO DE LA NORMALIDAD

By sábado 15 de agosto de 2020 No Comments

VERÓNICA HERNÁNDEZ JACOBO

Uno no se propondrá como meta limitar todas las peculiaridades humanas en favor de una normalidad esquemática, ni demandará que los analizados a fondo no registren pasiones ni puedan desarrollar conflictos internos de ninguna índole. El análisis debe crear las condiciones psicológicas más favorables para las funciones del yo; con ello quedaría tramitada su tarea. Sigmund Freud (1937).

Entrar a la nueva normalidad mete en camisa de once varas a la normalidad misma, donde la normalidad ha sido secuestrada por la nueva normalidad, esto es un desbarajuste para aquellos que pontifican la salud sobre estos significantes, cognitivos, médicos y psiquiatras, la nueva normalidad amenaza la garantía de que en su nombre se podía ser sano.

Cuando se dice que lo sano es lo normal la nueva normalidad es lo nuevo sano, son solo decires, son puntos de acuerdo que de entrada implica solo subjetividades, ponerse de acuerdo con otros para medir la sanidad, en eso no hay nada de científico, solo acuerdos colegiados. Para nosotros en la clínica no hay norma que valga para medir lo saludable, al contrario, el sujeto siempre desafía, se ve en nuestra comunidad, ante el llamado quédate en casa vemos que el sujeto hace caso omiso de esta demanda y el semáforo se mantiene en rojo.

Lo normal son solo tópicos superficiales, que los más superficiales desde sus disciplinas, se aferran a ellas como única garantía de objetividad, y recordemos que todo aquello que escapa a la normalidad es una amenaza, desde ahí se hace de lo normal algo institucionalizado, que vele por lo bueno, sano, juicioso, de esa manera la normalidad no es más que un prejuicio de universitarios, que juegan a ser científicos y todo lo que digan será la verdad revelada no muy distinto de los discursos religiosos, como si lo normal fuera el traje ideal que todos debemos de usar para ser aceptados en la comunidad.

En psicoanálisis sabemos que la neurosis es la normalidad, ya que uno jamás deja de padecer de algo, aunque muchas veces ese algo sea invisible a los ojos de los profesionales de la salud, ser sujetos fallidos es la constante en todo sujeto, por lo tanto, la completud es un ideal absurdo que deberíamos erradicar para sufrir un poco menos, siempre nos encontraremos en nuestro prójimo ciertos inconvenientes, difícil encontrar un sujeto en su pureza ultima, lo normal se prestaría más que nada a una suerte de control social como hasta hoy se hace, para nosotros lo normal no tiene ningún sustento serio en tanto que el sujeto se desarrolla en falta esto permite que sea un sujeto de deseos.

Alguna terapias sobre todo cognitivo conductuales buscan normalizar, ajustar, quitar síntomas al sujeto, eso los hace felices y triunfalistas piensan que con una economía de fichas ya se resolvió el problema de la anormalidad, eso es lo ingenuo, o con un consejo todo se resolverá como piensan los cognitivos sociales, para ellos normalidad va con buena salud. Freud lo decía muy atinadamente: “Pero ese yo normal, como la normalidad en general, es una ficción ideal,” esto lo afirmaba en análisis terminable e interminable.

Lo que se ha hecho en nuestra época es patologizar la norma, y desde ahí perseguir, buscar y cazar a los sujetos para sobre-diagnosticarlos, y pensar que se está haciendo un trabajo muy profesional, algunas instituciones salutogénicas, caen inclusive en el delirio de normalidad, eso para nada es sano, sino que cuando alguien se sale de la norma es posible que el otro lo persiga para medicarlo, todo esto en nombre del furor sanandi que funciona en nuestra época.

Existen por lo tanto una legión de normalizadores que se dedican a buscar a los anormales a cazarlos con el diagnóstico para hacer de la anormalidad el medio de que el capitalismo se enriquezca con la industria farmacéutica que hace su agosto todos los meses del año.

En la conferencia de Simbólico Imaginario Real, Lacan despliega con este nuevo paradigma el sentido del retorno a Freud al definir una nueva forma de abordar la “realidad” y por ende la locura. Reitera lo afirmado por Freud en el sentido de que siempre hay transformación de la “realidad”, tanto en las manifestaciones de la neurosis como en la psicosis, así como la idea de que lo más cercano a la normalidad es la neurosis, es decir que siempre hay locura. Con esto confirmará porqué cuestiona todas las teorías que intentan plantear como objetivo la adaptación del sujeto a la “realidad” ya entonces entrecomillada y delimitará el campo del psicoanálisis en el abordaje de la subjetividad.

Doctora en Educación

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