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EL HOMBRE MUERE

By viernes 31 de julio de 2020 No Comments

GILBERTO J LÓPEZ ALANÍS

En nuestro entorno, los fallecidos por la pandemia COVID-19, han sido hombres y mujeres en la misma proporción. Sin embargo, por su participación social parecería que mueren más hombres que mujeres. Quizás debido a que el hombre tiene más responsabilidades fuera de casa o asume roles de más presencia social que las mujeres, es que creemos que el hombre está en posición de más riesgo en estos tiempos de Pandemia.

Como parece que el hombre muere con más intensidad social que la mujer, aunque pudiera no serlo y de hecho no lo es, porque dentro del hogar la intensidad de la mujer es muy fuerte, me importan esos ciudadanos concretos de carne y hueso, que le aportaron a la comunidad su esfuerzo y dedicación en aras de construir una mejor vida ciudadana, tal es el caso de Miriam Faviola Soto Quintero, Cuauhtémoc Celaya, Favio Gaxiola Paredes, Walterio Medina Palazuelos, Javier Parada Zazueta, Rafael Peimbert Alonso, Israel Martínez Pereyra, Octavio Meléndrez, Carlos Ramón Cital, ellos fueron contemporáneos con los que pudimos convivir oyéndolos y viéndolos en cafés, exposiciones, congresos, conferencias, programas radiofónicos, desayunos, polémicas, adhesiones, disensiones y tantas cosas que nos permitieron ser ciudadanos en comunidad.

Cada uno fue un universo de ideas y expresiones, donde convivieron el arte, ciencia, técnica, política, comunicación, crónica, historia y otras facetas sociales que le dan y dieron un estilo a los conjuntos humanos donde interactuaron.

La intimidad creativa de estos ciudadanos nos permitió conocerlos, quererlos, disentir de ellos, pero prestos a saludarlos, estrechar su mano, o extenderles una frase de aliento o algún comentario apropiado. Ellos y ellas nos miraron, aceptaron, identificaron nuestras vidas, aceptaban nuestra compañía en la verdadera sana distancia.

Esta pandemia nos ha afectado radicalmente, desactivó un sistema de relaciones humanas con amplios efectos sociales que venían gestándose de forma cotidiana.

La pandemia es un tajo al cuerpo social que nos ha dejado algunas experiencias sustantivas. Nos ha demostrado nuestras debilidades y fortalezas, aparte de evidenciar la valía y carencias de la sociedad organizada en las instituciones del estado y de la sociedad civil.

Por otra parte, el mercado esa superestructura de larga duración, enraizada en la conducta humana, se transforma constantemente en esta coyuntura, así que para no perder su vigencia, nos ofrece los servicios mercantiles de la radio, televisión, redes sociales, pantallas abiertas, mensajes de voz y videos, los cuales son del consumo diario, donde tenemos que discriminar, para lograr la racionalidad personal de nuestros intereses y emociones; así que pagamos por mantenernos vivos digitalmente y estar presentes en esta circunstancia.

A fin de cuentas, giramos en torno a las cualidades de las mercancías, esa piedra angular de este sistema, por ello la ideología y los sistemas políticos que se derivan de su producción, nos traen imágenes deterioradas de unas marionetas que cumplen su dispar papel representativo.

Por ultimo, señalo que los resquicios para seguir activos en esta nueva y extraña relación ciudadana son pocos, debemos cuidarlos ya que cualquier limitación al respecto, nos traerá extrañamiento y más angustia.

Director del Archivo Histórico de Sinaloa

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