RIGOBERTO SÁNCHEZ LEDESMA
El confinamiento que estamos viviendo me recuerda a la idea de la máquina estocástica en el cuento de ciencia ficción de Edward Morgan Foster (1909) titulado “The Machine stops”. La historia cuenta que las personas han perdido la oportunidad de vivir sobre la superficie de la tierra, en vez de ello, viven de manera aislada unos de otros en unidades de vivienda sepultadas bajo la corteza donde la tecnología es el único medio de comunicación, y a la vez, es el elemento clave para el control humano ejercido por una gran “máquina” de la que nadie entiende su funcionamiento aleatorio y pocos se cuestionan las afectaciones que ésta ha tenido sobre la vida humana. Este cuento fue parte importante en el desarrollo del proyecto de la “Cápsula multidimensional” del laboratorio de arte “Sombrero Invisible” del cual hablo en mi artículo de la edición 366 de La Voz del Norte. En la exposición realizada en el módulo Arkheia del MUAC en la Ciudad de México titulada “Holoficciones”, la “Cápsula multidimensional” presentó un dispositivo inmersivo tipo receptáculo que metafóricamente trataba de emular el aislamiento que vivían las personas en el cuento de Foster; pero en vez de ocultar, controlar y vigilar, el objetivo de la cápsula era liberar en las personas un mecanismo de reflexión acerca de los problemas sociales que se generan en momentos de crisis a través de una pieza sonora en su interior.
Actualmente, vivimos aislados en casa distanciados unos de otros mientras que la mayor parte de nuestras interacciones es a través de los dispositivos tecnológicos y hemos perdido cierto grado de libertad a causa del virus. Me gustaría pensar que este encierro es una decisión voluntaria y responsable propia, y que pasada la“contingencia” nos espera un mundo renovado; sin embargo, presiento que no será así, tampoco nos espera un mundo como lo conocíamos, más bien parece que la distopía del cuento de Foster se asemeja más a nuestro futuro próximo.
Para contextualizar y poder entender por qué la distopía no es una idea absurda, hay algunas tendencias que están esbozando nuestro futuro. En primer lugar, la posibilidad de vivir en un mundo controlado y vigilado por un estado al que Paul Preciado (2020) llama “ciberautoritario” el cual ha visto en esta emergencia, la oportunidad de implantar un sistema de dominación bajo la tela de las políticas de confinamiento establecidas en casi todo el mundo y que tienen sus orígenes absolutistas en otros episodios epidémicos de la historia; en ello está latente la idea de que todos seremos sujetos del tecno-patriarcado como células de biovigilancia. Ese “feudalismo digital” como lo ha llamado Byung Chul Han (2020) tendría acceso ilimitado al individuo a través de la red bajo el velo de una supuesta “seguridad” que nos coloca a todos como potenciales portadores del virus y, por tanto, una amenaza que debe ser supervisada en todo momento abriendo paso a una nueva sociedad digitalmente disciplinaria. El problema aquí no es que se implemente el uso de la tecnología para contener la propagación del virus, el verdadero problema es que estos mecanismos se queden activos para dominar el cuerpo después de la pandemia. En segundo lugar, estamos pasando por un momento económico crítico, no solo porque el virus ha paralizado al mundo augurando una inminente recesión global, y que ya fue causa del conflicto petrolero entre Rusia y Arabia Saudita afectando a otros países productores como el nuestro; sino porque también las turbulencias se sienten con la reciente guerra comercial entre Estados Unidos y China; así como las renegociaciones comerciales de México con la UE después del Brexit. Ciertamente, desconocemos las dimensiones de las consecuencias que el virus traerá para nuestro futuro en cuestión económica, pues según los especialistas sería prematuro hacer una evaluación justa; sin embargo, Yuval Noha Harari (2020) dice que el bienestar mundial será mayor si los países optan por la cooperación y la solidaridad en momentos de crisis, compartiendo información y avances científicos en lugar de adoptar posturas nacionalistas. Lo que el pensador Israelí sí adelanta, es que, tras la pandemia habrá una reestructuración del mercado y una aceleración en la automatización de los procesos industriales conduciendo a un posible cambio en la actividad laboral de las personas, en que parte de sus deberes serán cubiertos desde casa por medio de plataformas conectadas a la red de internet; de este modo las empresas tendrán acceso a personal de cualquier parte del mundo, lo que implica que el campo laboral se extiende y que nuestras habilidades deben destacarse no solo el espacio local sino en la escena global. Por otro lado, vaticina que la industria comenzará a prescindir de la mano de obra debido a la vulnerabilidad humana y la reemplazará por máquinas en muchos de sus procesos de producción, evitando así pérdidas en futuras contingencias de salud y asegurando constancia productiva; sin embargo, ambas cosas serían un duro golpe para la clase trabajadora. Y, por último, preocupa cómo la pandemia según Jean Luc Nancy (2020) reproduce brechas y divisiones sociales, económicas y nacionales, de modo que, el confinamiento no es una situación equitativa evidentemente, el hecho de que una persona no tenga acceso a internet en su casa por ejemplo, elimina sus posibilidades de mantener sus ingresos o continuar con su curso en la escuela; otro ejemplo, es el de las personas que no tienen acceso a los servicios de aguas potables en muchos de los países periféricos como el nuestro, lo que les impide seguir las recomendaciones sanitarias; es decir, se cierran oportunidades y se cercenan los derechos personales en un estado de excepción donde las disposiciones no funcionan del mismo modo para todos.
Ahora bien, es posible percibir ya los estragos en la escena local, comenzando por indicar que la industria turística, actividad que practicamos en Mocorito de unos años para acá como principal fuente de desarrollo, es uno de los sectores más dañados a nivel mundial por el virus derivado del cierre de fronteras tanto globales como locales, ocasionando que gran parte de las actividades del pueblo cesen casi por completo trayendo consigo un desequilibrio económico en la comunidad, teniendo mayor afectación en la clase trabajadora y pequeños comerciantes; ejemplo de ello, es la llamada de auxilio de un grupo de músicos que veían amenazada su manutención por las restricciones impuestas (estado de excepción) como estrategia de contención del virus por el gobierno; mismas que han obligado a los habitantes a cambiar la manera en que se relacionan con los otros manteniendo una distancia social y que de mantenerse por mucho tiempo, pudiera dislocar las articulaciones del cuerpo social como prácticas, costumbres, códigos y creencias. Asimismo, se ha formado un estado de pánico generalizado que muestra comportamientos humanos negativos como la discriminación al enfermo, al trabajador de la salud o hasta la raza asiática; lo podemos ver en las noticias locales, nuestras conversaciones y comportamientos personales. Por otro lado, es difícil adivinar cómo las empresas locales están pensando sus estrategias de reincorporación, por lo que, algunas especulaciones antes mencionadas no se hacen tan evidentes aún; sin embargo, la automatización es una idea latente, al igual que lo es el feudalismo digital, pues bien, en algunas naciones ya se están implementando exitosamente mecanismos digitales de vigilancia y control.
En este escenario, será necesario desplegar de forma anticipada estrategias de amortiguamiento en materia económica, política y social; que nos permita paliar el golpe brusco que el virus como causa o excusa está produciendo en este momento y sus consecuencias futuras. Pensando que estamos lejos de cambiar la manera en que practicamos la economía, donde el sistema capitalista parece imperar todavía, pues ya podemos ver en la escena global propuestas innovadoras de productos excéntricos que apuestan todo a la recuperación de mercado en un nuevo estilo de vida más que a la salvaguarda de las personas y el planeta; razón por la que hoy más que nunca debemos pensar en planes y decisiones que prioricen estos últimos aspectos porque es una lucha que debemos continuar. Para ello, el estado (gobierno) deberá gestionar los recursos existentes, lo que no significa gastarlos poco a poco, sino hacer uso de ellos en la medida que se van recuperando, evitando el uso de los no renovables; además, deberá implementar estrategias de ayuda para los sectores más vulnerables de la comunidad, así como organizar programas para personas desempleadas hasta su reinserción en el campo laboral y empresarial, del mismo modo que convendrá apoyos para las empresas activas en materia fiscal con la intención de mantenerlas a salvo y evitar en cierta medida el desempleo masivo. También será necesario establecer nuevas políticas públicas que vayan de la mano y en beneficio de la comunidad en materia de salud, seguridad, calidad de vida y equilibrio económico que suelen ser las mayores preocupaciones de las personas, analizando escrupulosamente la toma de decisiones y sus impactos a largo plazo para evitar la distopía.
Adicionalmente, se estima que la recuperación turística será primero en los destinos locales como el nuestro, ya que las personas económica y emocionalmente inestables, buscarán lugares de descanso y recreación cercanos a precios accesibles; en ese sentido, debemos prepararnos para reinterpretar la industria turística de acuerdo a las nuevas exigencias de higiene de los consumidores y las recomendaciones de las autoridades sanitarias, así como las formas de relaciones personales del momento, creando nuevas estrategias aplicables en todo el sector comercial, hotelero y restaurantero para la captación de visitantes; pero también, es la oportunidad de reestructurar los modos de producción y comercialización para la homogenización distributiva de las utilidades. Mientras esto ocurre, tendremos que apoyarnos en otros sectores productores como el agropecuario que, aunque no es ya el principal motor de desarrollo en la localidad, aún tienen una fuerza importante en el sostén económico del lugar; además de emplear directamente a personas de las comunidades rurales aledañas. Por otro lado, hay otros aspectos que nos cuesta más esclarecer de nuestro futuro después del virus, tal es el caso de la automatización o la digitalización del trabajo; sin embargo, sabemos la importancia de desarrollar nuevas competencias y habilidades para desenvolvernos en el campo laboral tanto físico como digital.
En relación al cuerpo social, retomaremos las ideas de Harari quien confía en que la mejor forma de regenerar nuestro mundo es buscando la solidaridad y cooperación como medios para la gestión de los recursos y procesos productivos donde la comunidad tiene un papel dialógico importante en la toma de decisiones del estado (distribución de poder). Otras estrategias que pueden ser implementadas a nivel comunitario, es el intercambio de productos, la donación de bienes materiales puestos al alcance de los más necesitados en la comunidad, la contribución mutua de mano de obra en los procesos de producción, así como la enseñanza o intercambio de saberes que nos permita la continuación de prácticas rituales, artesanales y gastronómicas como parte de la conservación de los valores culturales de la colectividad. Pensemos conjuntamente ¿A qué otras dimensiones sociales se extiende esta crisis, y en qué nos afectan tanto comunitaria como individualmente?, ¿Qué otros problemas surgen de ello?, ¿Qué otras cosas que no están en este texto se alcanzan a dilucidar?, este es el momento de los cuestionamientos.
Así, el confinamiento en casa, visto como una especie de unidad aislada semejante a la cápsula multidimensional, desde donde hacemos recolección de información proveniente de nuestro entorno próximo así como del entorno global, que nos permite hacer una reflexión crítica sobre la situación que estamos atravesando y sus múltiples dimensiones; es el lugar desde el que podemos emitir nuestro punto de vista e ideas, esas resonancias que nos conectan con lo colectivo para enfrentar e imaginar mecanismos de supervivencia y protección tanto del cuerpo (en tanto ser) como la mente aplicables a los escenarios que se nos van revelando con la evolución de la pandemia y nuestro transitar en ella, un lugar para pensar construcciones o desarticulaciones en tanto que nos beneficie a todos, tal como en el cuento de Foster donde la máquina termina por ser derribada por los humanos, y estos tuvieron la oportunidad de reconstruir la vida. Ese sería un buen final para el momento que estamos pasando; mientras tanto, cerraremos este diálogo apelando a esta frase de auténtica resiliencia de Patricia Tovar (2020): “Hay que apartarse de la costumbre del miedo y apartarse de los condicionamientos. Cuando la fragilidad del pánico se hace más patente, la sociedad se torna súbitamente maleable. Por el contrario, hay que retornar ferozmente a nuestro cuerpo y al deseo, generar maneras de camuflaje, formas de nocturnidad, de agudización de los sentidos y oculto florecimiento, para no ser reconocidos por los dispositivos de vigilancia. Maneras de cuidar la propia vida, nuestra singularidad, una conciencia de nuestra unidad con lo vivo, una manera consciente de respirar.”
Recursos:
Forster, E.M.(1909). The Machine Stops. Oxford and
Cambridge Review.
Han, Byung-Chul(17 de abril, 2020). El coronavirus bajo
el liberalismo. Clarín Cultura. Consulta en el portal: www.
clarin.com/cultura.
Harari (06 de abril, 2020). Harari, un historiador ante el
coronavirus: “Estamos presenciando experimentos en
millones de personas”. Clarín Cultura. Consulta en el
portal: www.clarin.com/cultura.
Jean Luc Nancy (28 de marzo, 2020). «La pandemie
reproduit les ecarts et les clivajes sociaux». Marianne.
Consulta en el portal:www.marianne.net
Preciado, P. (28 de marzo, 2020). Aprendiendo del Virus.
El País. Consulta en el portal: www.elpais.com
Tovar, Patricia (2020). Respiro. Revista-Red de antropología
del arte, Número 3. Consulta en el portal: www.rio.latir.
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Arquitecto y Maestro en Diseño Industrial (UNAM)