ADRIANA SANDOVAL
El pasado 20 de abril murió, en Ciudad de México, el director, productor y actor Gabriel Retes (1947- 2020). Su deceso puso fin a una larga trayectoria que participó en la construcción de una época vital para el cine mexicano y dotó de posibilidades a nuevas generaciones en el ámbito cinematográfico bajo principios de libertad creativa antes inexistentes.
El nacimiento de un director
Si bien Gabriel Retes inició a muy temprana edad su participación en el Teatro como actor, siendo hijo del director y actor Ignacio Retes (1918-2004) y de la actriz Lucila Balzaretti (1920-2012), el cine fue uno de los retos creativos que asumió y llevó hasta sus últimas consecuencias. Como actor, Retes se inició en el cine durante 1968 al formar parte del reparto de Ardiendo en el sueño, dirigida por Paco Ignacio Taibo II, mientras que un año más tarde, en 1969, realizó Sur, su primer cortometraje. En 1976 Retes Balzaretti inició su carrera como director de Chin chin el teporocho, obra basada en el libro homónimo del cronista y literato Armando Ramírez (1952-2019), filme galardonado con un Ariel a mejor ópera prima.
Retes no ocultó nunca que su labor en el ámbito cinematográfico, específicamente su trabajo como director, atravesó por la censura, la descalificación y la ausencia de apoyos para concretar sus cometidos. De alguna manera, analizar a detalle su trayectoria como director, es entender los orígenes de lo que los especialistas denominan como el renacimiento del cine mexicano y dimensionar los cambios que dicho renacer trajo para el ulterior desarrollo del séptimo arte en México.
Las obras dirigidas, tempranamente, por Gabriel Retes ejemplifican, claramente, las preocupaciones de jóvenes cineastas que, desde finales de los años cincuenta, se habían dado a la tarea de crear un nuevo cine lejos del ocaso del cine de oro mexicano, mientras que su trabajo más contemporáneo como director devela pautas importantes en el surgimiento de nuevas generaciones de actores, directores y guionista que hoy día continúan el proceso de enriquecimiento y transformación del cine nacional. Entre algunos de los jóvenes allegados a Retes se encuentran el guionista Guillermo Arriaga (1958) y los actores Ana Claudia Talancón (1980), Gael Garcia Bernal (1978) y Diego Luna (1979).
Hablar del trabajo de jóvenes universitarios, creadores críticos, jóvenes inquietos en búsqueda de nuevos lenguajes y medios de expresión en México durante la segunda mitad del siglo XX nos remite, casi indudablemente, a uno de los periodos más oscuros de la historia del México moderno, es decir, a los acontecimientos de represión estudiantil acaecidos en todo el país, pero de manera mucho más evidente en la Ciudad capital de los años 1968 y 1971. Y es en dicho horizonte, precisamente, en donde Gabriel Retes creó una de sus obras cinematográficas más entrañables: El bulto (1991). Filme en el que Gabriel Retes participó como director y actor principal (Lauro), a un lado de su madre Lucila Baldezaretti (Elena, madre de Lauro) y su hija Gabriela Retes (Sonia, hija de Lauro), teniendo como asistente de dirección a Luis Felipe Tovar (1959), ganador del Ariel a mejor edición.
El bulto parte una hipótesis básica, ¿qué habría pasado si uno de los jóvenes reprimidos durante las manifestaciones estudiantiles, específicamente durante el halconazo de 1971 hubiera caído en coma para luego volver en sí veinte años más tarde? Y derivada de ésta sucesivos planteamientos como ¿qué preguntas se haría ese joven? ¿Con qué México se encontraría? ¿Qué habría pasado con su familia, amigos e, incluso, sus propios hijos? ¿Respondería con certeza si valió o no la pena la lucha intelectual y estudiantil de su generación?
Gabriel Retes y su equipo crearon en El bulto una reflexión cinematográfica que lo mismo dialogó con jóvenes pertenecientes al movimiento estudiantil de los años sesenta y setenta, a poco más de veinte años de distancia de los fatídicos acontecimientos de violencia y represión; construyeron un puente reflexivo con jóvenes de su tiempo y, sin duda, dejaron una puerta abierta para todo aquel o aquella que habiendo sabido de la represión juvenil necesite hurgar en el pasado de sus batallas.
Retes no puede distanciar a “Lauro” en El bulto del evidente dolor de una generación y de un país, pero le aproxima, magistralmente, a sus sueños, anhelos y frustraciones con naturalidad, ternura e, incluso, a través de un valiosísimo sentido del humor. Gabriel Retes en esta obra no sólo es director y actor, es recuerdo y añoranza, confrontación y conclusión abierta pues en él siempre vivió un joven inquieto y comprometido con su causa.
Las preguntas que plantea Gabriel Retes en El bulto, las desarrolla apoyándose en el conocimiento histórico y vivencial del tema, las enriquece con la imaginación y las escribe con bellas y sencillas imágenes que se quedaron en el recuerdo de su público y, muy especialmente, en el público universitario.
En mi formación y como egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México este filme fue, sin duda alguna, iniciático e inspirador, por lo que no queda más que agradecer al compañero Gabriel Retes por lo bondadoso de su imaginación y la valentía de su voz.
Santa Fe, Ciudad de México 25 de abril del 2020.
*Maestra en Estudios de Arte por la Universidad
Iberoamericana