CARLOS VARELA NÁJERA
De hecho, esto es así: la paranoia crónica en su forma clásica es un modo patológico de la defensa, como la histeria, la neurosis obsesiva y la confusión alucinatoria. Uno se vuelve paranoico por cosas que no tolera, suponiendo que uno posea la predisposición psíquica peculiar para ello. ¿En que consiste esta predisposición? En la inclinación a aquello que constituye el signo distintivo psíquico de la paranoia. (Freud, año, Manuscrito sobre la paranoia, vol. I. p. 247).
Lo actual de la paranoia es que nunca pasa de moda ¿porqué no pasa de moda? puede ser porque ese fenómeno tiene que ver con el yo a nivel de amenaza, ya que la paranoia desestructura al yo, este yo tiende a construir delirantemente una realidad frente a la amenaza latente, se observa en el coronavirus una paranoia delirante que arropa nuestra corporeidad. Lo curioso de esta enfermedad es que ya nos contagió paranoicamente, a nivel imaginario todos posibles portadores, o bien ser contagiados. Esta es la locura de cada uno, de este modo navegamos de un delirio al otro, donde el otro puede ser portador, más vale mantenernos a una sana distancia no vaya a ser…el portador.
De ese modo la paranoia pasa a ser de dominio público, coloca al sujeto en un lugar común a ser contagiado, todos los lugares son posibles focos de infección, basta con que se repita por los medios de comunicación o por las redes sociales que esos lugares comunes son posible contagio y todo se vuelve color de paranoia pero sistematizada por los medios. De hecho, los medios y las redes sociales la regulan, algunas veces exageran y lo paranoico se desborda de manera colectiva metiendo miedo y temor, tensando los lazos casi a su rompimiento perdiendo la poca cordura que nos sostiene…todo mundo loco-paranoicamente.
Esta locura compartida del coronavirus coloca nuestra especie en riesgo de extinción, somos más vulnerables de lo que parecemos, y nuestro cuerpo a pesar de todo, soporta poco goce, no está hecho para ser gozado todo, esa cuota de goce que se administra por un virus nos ubica al borde de la extinción. La paranoia deja al descubierto una parte muy crítica de nuestro subjectum, no hay discurso que no sea sometido por el imperio de las creencias, técnicos, rudos, científicos, y ágrafos, todos quedamos sometidos a esa creencia delirante que nos puede aproximar a la muerte, aunque ya Villaurrutia afirmara que somos muertos con permiso.
La idea de contagio es desestructurante a nivel de ese insípido yo, que le teme a todo, así como dijera Lacan al yo le pasa de todo, es una suerte de señor Burns que en un capítulo de Los Simpson se cree embarazado, como jocosamente lo anunciara el doctor Hibbert. La paranoia pasa como una suerte de influjo de uno por uno, ya tomados los sujetos por esta creencia el razonamiento lógico, si es que existe palidece, el verdadero parásito que nos habita es del orden de la sugestión, igual de peligroso o más que el coronavirus, ya que para esta enfermedad se puede salvar al sujeto si se detecta a tiempo, basta dicen los expertos que que tengan “buenas defensas” y bingo, sorteamos la enfermedad. En cambio, contra la sugestión masiva no hay mucho que hacer, es el pago que tenemos que asumir por ser cultivados en paraísos perdidos.
Si la creencia sugestiona, es difícil que alguien escape a esta religión portátil, que como un éxtimo nos acompaña a donde nos traslademos, la creencia se juega como un S2, un saber supuesto, indiscutible e irrebatible en el parletre, S2 que hunde sus raíces en lo inconsciente como supuesto saber, pero que mueve al sujeto al borde del significante, donde la paranoia toma el lugar de circularidad del contagio que colectiviza a los sujetos. El coronavirus nos coloca en el ideal ciborg ser una máquina, lo maquínico es un tanto escapar del virus biológico, aunque el virus cibernético siempre sea una amenaza latente, pasemos entonces a los besos y abrazos virtuales, para no contagiarnos, esto sería la entronización de la evolución que se ve venir,así como Lacan mencionó en su tiempo que la ciencia era una paranoia realizada, el ideal creciente de lo ciborg, es llegar al cenit.
* Doctor en educación, Lic. en psicología