GILBERTO J. LÓPEZ ALANÍS
Ha trascurrido siglo y medio de aquel 22 de diciembre de 1864, cuando el coronel y gobernador de Sinaloa Antonio Rosales Flores, junto con un reducido contingente de efectivos militares, ciudadanos de Culiacán y del pueblo de San Pedro muy cercano al puerto de Altata en el mar de Cortés, también llamado Golfo de California, derrotó en toda la línea a las fuerzas militares del imperio de Maximiliano de Habsburgo.
Tal acontecimiento tuvo un gran impacto a nivel nacional en su tiempo. El presidente Benito Juárez, tuvo elogios a esta acción militar y por ello le confirió al coronel Rosales el grado de General. Fue tan contundente la derrota, que la oficialidad francesa entregó todos sus efectivos militares y entró a la ciudad de Culiacán, para ser confinados en la Casa de Moneda ya convertida en Hospital, para atender a los heridos de ambos bandos; de ahí ya restablecidos los prisioneros salieron perdonados, libres en su decisión de quedarse o incorporarse a sus filas de guerra.
Con esta victoria sobre los invasores y traidores, Rosales se elevó a alturas insospechadas en el imaginario sinaloense; años después cuando empezó la escritura de esta hazaña, se afirmó que la ciudad de Culiacán fue la única capital de un estado mexicano que no fue tomada por el Imperio; un hecho inusitado, cuando los franceses derrotados, entraron a Culiacán fueron más los vencidos que los vencedores.
En este mes de diciembre de 2019, las autoridades del municipio de Navolato, Sinaloa, conjuntamente con el Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa, la Crónica de Sinaloa, el Seminario de Cultura Mexicana y sus Corresponsalías del Valle del Évora y la ciudad de Culiacán en reuniones celebradas en la Sindicatura de San Pedro, elaboraron un programa de festejos alusivos a esta conmemoración, el cual consistió en: impartir una serie de conferencias, trasmitir programas de radio, también iniciar las gestiones para hermanar al pueblo de San Pedro, Navolato, Sinaloa, con la Ciudad de Álamos Sonora, teniendo como guía de hermandad la figura del General Antonio Rosales fallecido en Álamos combatiendo a los traidores a nuestro país en septiembre de 1865.
Todo lo anterior nos ayuda a entender el porqué de la permanencia del símbolo rosalino en el imaginario patriótico de los sonorenses y sinaloenses. Desde la victoria en San Pedro, el pueblo arropó al zacatecano como uno de sus héroes de la lucha patriótica contra la intervención francesa; la soberanía popular se impuso sobre la soberanía del altísimo que pregonaban las monarquías, con el aval de la iglesia católica de su tiempo. Años después don Eustaquio Buelna, como gobernador del Estado de Sinaloa, en 1872, fundó en Mazatlán el Liceo Rosales, que se convirtió en Colegio Rosales, ya instalado en Culiacán y que en el trascurso del tiempo se convirtió en la actual Universidad Autónoma de Sinaloa; el mayor centro de educación superior y científica de Sinaloa, alberga en su proteico origen, la llama de la soberanía popular y mexicana, en la férrea determinación de un hombre que supo vencer todas las dificultades para legarnos un ejemplo de probidad, valentía y conocimiento de las artes de la guerra librando a Culiacán del saqueo y violencia sobre familias de una ciudad que hoy lleva el nombre oficial de Ciudad Heroica Culiacán Rosales, Sinaloa, a partir del año 2014.
Para esta colaboración a La Voz del Norte, solo nos queda reafirmar que Antonio Rosales es patrimonio intangible y cultural de Sinaloa; instituciones de educación, como escuelas primarias, secundarias, preparatorias, calles, ejidos, boulevares, clubes políticos, asociaciones estudiantiles llevan su nombre. También en su recuerdo y permanencia se han escrito poemas, cuentos, ensayos, libros, artículos y obras dramáticas. Se han edificado estatuas, bustos, hemiciclos, murales, carteles, agendas cívicas y tantas representaciones que hoy Rosales permanece vivo en la historia del presente; los combates que libran cronistas e historiadores en torno a su fuerte permanencia, nos permiten afirmas que este personaje trascendió desde su concepción de una historia de bronce, a la de una historia popular, humana a ras de suelo, bajo la mirada de un pueblo que no lo olvida.
* Director del Archivo Histórico de Sinaloa