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A QUINIENTOS AÑOS DE LA CONQUISTA. LO QUE NO SE DICE DE HERNÁN CORTÉS

Por domingo 15 de diciembre de 2019 Sin Comentarios

CARLOS LAVÍN FIGUEROA

Este pasado 8 de noviembre se cumplieron 500 años del encuentro entre Moctezuma y Hernán Cortés, es el inicio de un periodo que ha sido tachado, borroneado y enmendado. Existe la tendencia de seguir negando esa parte de nuestro pasado, y con ello la negación de una parte de nosotros mismos, lo violento de la conquista no debiera negar los tres siglos en que se fue gestando nuestra identidad mestiza.

Seguir despertando odios, hará difícil convivir entre los mexicanos y aceptar nuestro mestizaje, bueno es, luchar por conservar nuestro pasado indígena, sin negar ni menospreciar nuestro pasado hispano. Y de ello, son responsables las autoridades en materia de cultura, que en Cuernavaca no han permitido, solicitudes de por medio, que a Cortés se le de reconocimiento de una verdad histórica, colocando su escultura ecuestre en donde debe estar, frente su gran casona, conocida como Palacio de Cortés, sede que fue de su marquesado, lo que dio a conocer nuestra ciudad en la Europa del siglo XVI. Esa escultura fue ordenada por Don Manuel Suarez y Suarez y se encontraba en el Casino de la Selva de su propiedad, y después en la Avenida Vicente Guerrero, ahora está abandonada en un terreno del Ayuntamiento desde hace años en que se cambió por la de Cuauhtémoc en un especie de enfermiza revancha histórica.

En el Perú se tiene reconocimiento al conquistador Pizarro, su tumba está dentro de la catedral limeña en un amplio y honroso habitáculo marmóreo, además de su monumental escultura ecuestre en Lima, que por cierto fue regalada por su autor a México y representaba a Cortés, pero rechazada por el gobierno fue entregada al Perú como si fuera de Pizarro; incluso en regiones indígenas, hay esculturas de Pizarro y Atahualpa, una al lado de la otra. En España, conquistada, no por trescientos, sino por dos mil años, por griegos, romanos, árabes y otros, con influencias chinas y de la India, ya no reniegan y hasta honran a personajes de esas culturas, todas dejaron una herencia enorme, que llegó a México a través de la conquista.

El imperio azteca se circunscribía al centro del actual México, con los descubrimientos hechos y otros patrocinados por Hernán Cortés, la Nueva España, se extendió hasta Centroamérica, y al norte, por las Californias –con el Mar de Cortés- tocaría Canadá y todo el territorio centro-poniente y la Florida que hoy pertenecen a Estados Unidos y llegó a tener más del doble de su territorio actual y así se fundó la independiente Nación Mexicana, tan grande como Europa Occidental, quince veces mayor que España. Cortés, estaba en contra de la Inquisición y a favor del libre comercio, era de ideas republicanas contrario la monarquía española, que entre otras razones fue lo que le causo la hostilidad del rey. Al actual territorio morelense, trajo la caña de azúcar, que 500 años después sigue siendo el principal producto de nuestros campos.

A la llegada de la Independencia, ya gobernado el país por los libertadores y ante las ambiciones de los Estados Unidos, México perdió más de la mitad del territorio que había logrado Cortés.

La ignorancia dice de él las peores ofensas y la cultura los mejores halagos pero hay quienes por intereses no se arriesgan a reconocerlo, hubo excesos como en toda conquista, eso es el pasado, quedó la cultura, el idioma, el patrimonio tangible, como la Catedral Patrimonio de la Humanidad, y él Palacio de Cortés solo en Cuernavaca. Fundó hospitales que todavía funcionan, como el Hospital de Jesús en Ciudad de México donde se encuentran sus restos; se edificaron iglesias, conventos que tenían función distinta a los monasterios europeos –allá eran para “mejor orar”- por ello se construían fuera de las poblaciones, aquí se culturizaba dentro de las poblaciones, se enseñaron artes y oficios; pintura, escultura, carpintería, arquitectura, agricultura, ganadería, latín, medicina.

No hay elogio que no se haya hecho a Hernán Cortés, ni ofensa que no se le haya dicho, ni adjetivo que no se haya empleado para exaltarlo ni que no se haya usado para reducirlo. Bernal Díaz lo proclama un gran capitán, comparable a César. Francisco López de Gómara, Juan Suárez de Peralta proclaman sus glorias. Lucas Alamán, Carlos Pereyra, José Vasconcelos, Salvador de Madariaga lo ponen en el pináculo, en el cenit. Eulalia Guzmán, para citar un caso ejemplar, le endilga una veintena de improperios. Para unos Cortés era un fundador, un conquistador, un constructor. Para la arqueóloga Guzmán, no fue sino un invasor. Lo califica de rapaz aventurero, mendaz y sin escrúpulos.

Con Don Andrés Henestrosa conversé sobre este tema, y aunque era indígena e indigenista, le daba amplio reconocimiento a Cortés, muy por encima de sus errores. Diego Rivera pintó en sus murales de Cuernavaca a un Cortés orgulloso, constructor, marqués, y en Palacio Nacional lo describe como un avaro, enfermo, maltrecho, jorobado, imagen que Eulalia Guzmán le dictaba.

Fue un conquistador con todos los atributos, un destacado mercader al estilo de los venecianos de la época, y sin duda un notorio estadista al refundar esta gran nación con los adelantos europeos.

P.D. Hasta la próxima

* Historiador y Cronista de Cuernavaca.

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