FRANCISCO PALACIOS ESQUER
Es común escuchar que la Literatura es un universo complejo, que no posee ningún sentido; inclusive hay quienes expresan que no tienen tiempo para leer porque el trabajo y sus múltiples ocupaciones los absorben, que la inmediatez de la sociedad contemporánea nos lleva a una vida más práctica con el propósito del avance económico.
Desde la perspectiva del desarrollo local y regional, en base al eje temático financiero y enfocado, por ejemplo, a empresas maquiladoras, quienes como fenómeno social maquillan situaciones más complejas como el desempleo deserción escolar, entre otros aspectos, deberían considerar también la importancia de las humanidades, esto significa que la promoción de la filosofía, la cultura y el arte, de un pensador o pensadora, no puede tan solo basarse en la buena voluntad y dejar que la apreciación a estas disciplinas se desarrolle por sí sola, tendríamos que promoverlas en alusiones éticas con las que todo sistema social y económico deberían coexistir: valores, ideales, doctrinas, pautas y referentes culturales, conocimiento general del mundo, que hacen que la complejidad del pensamiento sea capaz de llevar un desarrollo social y económico con un encuadre humanista.
Carece de sentido pintar a la Literatura y a la Filosofía como heroínas, pero sí podemos identificarlas como el material de los cimientos de una sociedad y ahí reside justamente nuestra tarea, proponer para nosotros, para nuestra familia y para nuestra sociedad ideas para conectarnos directamente con el desarrollo a través de la cultura y de las artes en general, que nos atañen a todos y nos permiten construir una autonomía personal capaz de enriquecer —a mi juicio— un sentido de justicia más humano.
Por supuesto que no se puede dejar de lado las exigencias sociales como seguridad pública, salubridad y cambios políticos, pero curiosamente la cultura no se puede deslindar de ninguno de esos temas.
Hay personas que consideran que el éxito económico de cada individuo depende en gran medida de su suerte y que la realización de su proyecto de vida no tiene nada que ver con cuestiones culturales, pero la realidad es que al aprovechar todo aquello que está cargado de genialidad y de belleza encontramos proporcionalmente una mejoría en la calidad de vida (no solo económicamente hablado).
Rubén Bonifaz Nuño, en uno de sus magníficos poemas, expresa una extraordinaria filosofía que podemos plantearnos para inspirar nuestra conducta y que impone una elevada revalorización de nosotros mismos:
Desde la tristeza que se desploma,
desde mi dolor que me cansa, desde mi oficina,
desde mi cuarto revuelto,
desde mis cobijas de hombre solo,
desde este papel, tiendo la mano.
Ya no puedo ser solamente
el que dice adiós,el que vive
de separaciones tan desnudas
que ya ni siquiera la esperanza
dejan de un regreso; el que en un libro
desviste y aprende y enseña
la misma pobreza, hoja por hoja.
Estoy escribiendo para que todos
puedan conocer mi domicilio,
por si alguno quiere contestarme.
Escribo mi carta para decirles
que esto es lo que pasa: estamos enfermos
del tiempo, del aire mismo,
de la pesadumbre que respiramos,
de la soledad que se nos impone.
Yo sólo pretendo hablar con alguien,
decir y escuchar. No es gran cosa.
Con gentes distintas en apariencia
camino, trabajo todos los días;
y no me saludo con nadie: temo.
Entiendo que no debe ser, que acaso
hay quien, sin saberlo, me necesita.
Yo lo necesito también. Ahora
lo digo en voz alta, simplemente.
Escribí al principio: tiendo la mano.
Espero que alguno lo comprenda.
Particularmente considero que debemos poner en práctica esa fuente de dinamismo y de análisis que propone la Literatura a través de estos versos, los cuales nos conducen a la elevación del pensamiento, a enfrentar introspectivamente la problemática cotidiana que encontramos y podríamos encontrar, a concretar ideas que pueden ser aplicadas de forma excepcional las 24 horas del día, siendo extraordinariamente certeras, aseveraciones que no me parecen exageradas, sino de niveles plenos y verdaderamente reales, más allá de cualquier apariencia ofertada en los apetitos del poder, las pasiones y deseos inherentes al ser humano.
No puedo asegurar que la Literatura nos ofrezca una especie de desmontaje ideológico, pero sí la considero una fuente de inspiración para el progreso de la sociedad emergente desde el seno de la familia y de las instituciones educativas,inspiración que se debe validar y heredar a las nuevas generaciones de jóvenes, quienes tarde o temprano saldrán a enfrentarse a una realidad de fenómenos económicos propios del subdesarrollo de América Latina.
Considero que la Literatura nos ofrece pautas y referencias para documentar inclusive investigaciones de campo que abordan fenómenos socioeconómicos que se manifiestan, por ejemplo, en los altos índices de desempleo, que ha contribuido a complejas facetas de la violencia, violencia que nos puede parecer abstracta, pero que sin lugar a dudas coloca a Sonora en una situación social compleja y triste, lo cual constituye una de mis grandes preocupaciones, y de ahí nace la esperanza que nuestra ciudad pueda volver a ser una de las más pacificas de México.
Comprendo que mi confianza personal no es suficiente para lograr una meta tan deseada para todos, que es recuperar la tranquilidad, lo cual es un proceso colectivo coherente y conectado a cada uno de nosotros, pues la paz de una ciudad no puede ser centrada en lo individual, ni siquiera en un análisis y trabajo inclinado hacia lo económico, pero podemos iniciar con planteamientos de nuevas ideas y de sistemas formadores de ciudades y ciudadanos en los cuales sería necesario que trabajemos colectivamente partiendo de nuestra identidad como familia, como pueblo, y que como individuos dediquemos más tiempo a nuestros seres queridos, al estudio, al arte, a actividades culturales, lo cual implica competir no solo con la desidia, porque no podemos negar que las redes sociales han marcado pautas para nuestra ideología, nuestros valores y dinámicas sociales, como parte de un proceso que nos vincula al mundo bajo una visión de competitividad como cultura, lo cual sucede casi en automático y asumiendo en ocasiones conceptualizaciones extranjeras sobre el arte y la cultura.
* Autor sonorense