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XII JORNADAS CULTURALES DR. JOSÉ LEY DOMÍNGUEZ PRESENTACIÓN DEL LIBRO “VIAJEROS” DE FAUSTO TORRES VELÁZQUEZ

By jueves 31 de octubre de 2019 No Comments

JAIME IRÍZAR LÓPEZ

“De siempre he admirado a los hombres y mujeres que plasman o expresan con libertad sus sentimientos y pensamientos, ya sea frente a un lienzo, un escenario o en un libro, sin temor alguno al juicio severo, la crítica o la censura”

S aludo con mucho respeto, afecto y admiración al ingeniero Carlos Antonio Sosa Valencia, gran promotor del arte y la cultura en la región, quien ha definido dentro de la XII Jornada cultural conmemorativa al natalicio del Dr. José ley Domínguez, un sinfín de eventos artísticos y culturales en todas las expresiones, de tal suerte que satisfagan todos los gustos, pretendiendo que las mismas, sigan apuntalando a Mocorito como la “Atenas de Sinaloa”.

Dr. Jaime Irízar López, Ing. Carlos A. Sosa V., Escritor Fausto
Torres y Lilia Inzunza Gil

De igual forma saludo y agradezco sinceramente a mi amigo Fausto Torres Velázquez, por haberme distinguido con ser un orgulloso participante en la presentación de su novela.

Escritor Fausto Torres Velázquez

Saludo con afecto también, a Lilia Inzunza Gil, miembro distinguido de este presidium, quien viene, con su participación, a dar realce y a enriquecer con su acervo cultural, esta importante reunión de amigos de la cultura en general y de los libros en lo particular.

A todos los presentes, a modo del más cálido y afectuoso saludo, les digo que aun siendo avecindado en Guamúchil, me enorgullece el poder demostrar que en mi acta de nacimiento se señala con claridad que soy nacido en este bello municipio, tierra llena de historia y de hombres talentosos en todas las artes y disciplinas, mismos que con sus obras y acciones, han traspasado fronteras y son ejemplo a seguir por las nuevas generaciones de los mocoritenses en especial, y de todos los mexicanos en lo general.

Ya habrán notado que para tan importante evento me traje mi acordeón, igual como lo hacían los plebes de las escuelas de antes al ir a un examen. Lo hice en virtud de la relevancia de la obra que hoy se presenta, además, por seguir el consejo de mi esposa, quien aguda e inteligente como todas ellas, me reitera siempre, ¡apúntale, apúntale!, porque lo que es tú, ya no debes ni ir al baño solo, porque se te olvida con frecuencia a lo que vas. Por otro lado, aconsejan y con mucha razón los que saben, que cuando se va a hablar de algo muy importante, vale más un modesto escrito, que una memoria prodigiosa.

Publico Presente
Fotografias: Ramón Lozoya

Con el propósito de fomentar la lectura, quiero que me permitan decir, de forma breve, y a manera de introducción, lo que significa para mí el leer.

Leer, es la «magia» de meterse en la mentes de los escritores, para conocer de fondo sus sentimientos y pensamientos. Leer, es recibir a bajo costo y con el más mínimo esfuerzo, las ideas digeridas de los demás.

Quien lee, obligadamente viaja por el mundo, conoce múltiples personalidades finamente disecadas psicológicamente por el ingenio del autor y «vive» las vidas que él te describe en sus textos. Al leer, haces tuyas las ideas de los autores y las enriqueces con las propias; construyes nuevos juicios; amplias tu visión del mundo al reconocer que hay muchas más verdades que las que te enseñaron en tu casa o en tus escuelas. Leer, al igual que viajar, te hace menos inculto, amplia tus horizontes y sobre todo, te hace más tolerante. Seguro es, que después de leer un buen libro, como el que hoy presentamos, nadie piensa o siente igual.

En otro orden de ideas, y ya entrando en materia, quiero decirles que coincido con Fausto Torres, pues tal y como lo expresa en su novela, dice que hay condiciones durante la vida de los hombres, que propician se despierten y exalten sentimientos especiales: la edad avanzada, las enfermedades, las crisis de todo tipo y el estar enamorado, son tan solo algunas de las que quisiera hoy mencionar. Tengo por cierto también, que en todo tipo de crisis, damos a conocer al mundo nuestro otro yo y nuestra verdadera esencia humana.

Solo para citar algunos ejemplos, señalo que con la edad, al menguar las fuerzas físicas, también lo hace a veces el carácter y el temple, y por ende, nos hacemos más tolerantes, sensibles y permisivos; por otro lado, cuando se está enfermo, débil, se hace evidente la necesidad de apoyo de los demás y ello elimina las soberbias y orgullos tontos que se apoderan de uno cuando se tienen todas las condiciones favorables de salud y vida.

Las crisis, existenciales, económicas, de salud o de cualquier otro tipo, lo hacen a uno sensible a todo, y en todo vemos una amenaza, un desaire o un le importo poco al mundo, sin que esto sea del todo verdad.

Les comento esto, porque justo en un día cualquiera, se despertó Salvador, un profesor e inspector escolar para ser más preciso, quien es el protagónico de la novela “Viajeros”, misma que hoy nos ha convocado. Se despierta, muy sorprendido y admirado de la grandeza del funcionamiento de la mente, la cual a veces, sin relación ni causa aparente, nos trae nuevas ideas, imágenes o pensamientos que nos obligan a replantearnos toda nuestra vida.

Un dolor muy fuerte en el costado derecho, desencadenó en dicho profesor, la necesidad de viajar en busca de ayuda médica, a la par que efectuar un profundo análisis vivencial y a experimentar una serie de fenómenos psicológicos con una profunda visión filosófica. Reitero la pobreza y la enfermedad grave, son dos de las condiciones que más exaltan la sensibilidad de los hombres. Dice el dicho conocido, que no hay nadie más sensible que un enfermo o un pobre en extremo. Les señalo esto, porque el personaje central de la novela está muy enfermo y empieza a vivir una serie de fenómenos psicológicos muy interesantes, únicos y magistralmente descritos por Fausto Torres.

En el vía crucis que emprende el cuerpo del protagonista para recobrar la salud, también su mente realiza una serie de viajes imaginarios a otras épocas y otros lugares, encarnando a otra persona que piensa, siente y vive realidades diferentes a la suya. Cree de inicio, que es su enfermedad la que da pie a este desdoblamiento de personalidad y a este fenómeno psicológico tan raro como emocionante.

En la alternancia de estos dos personajes centrales, se da en Salvador el interesante proceso mental de analizar muchos pasajes de su vida y la de su compañero imaginario, presentes y pasados, ocurridos en ciudades como Colima, México, Guanajuato y Mocorito, en épocas muy diferentes, los cuales describe magistralmente el autor.

Me llama poderosamente la atención, que Fausto toca con mucha finura, aspectos con los cuales gratamente nos identificamos todos. Tal es el caso de los amigos de la infancia y sus travesuras memorables, el primer amor platónico que rescata y hace emerger al romántico que todos llevamos dentro, las primeras experiencias sexuales, la vida en pareja ya de adultos, y otras series de recuerdos y juicios que hacen, que dé inicio a fin, el hilo conductor de la novela se defina con claridad, nos atrape de manera muy especial y nos ponga a reflexionar sobre nuestras propias vidas, los aciertos y los errores que también nosotros hemos cometidos y que a veces no dimensionamos del todo en su momento. Es mi enfermedad lo que me hace vivir esto, se reiteraba Salvador, el protagonista de la historia, tratando de encontrar una razón que disipara sus dudas, atenuara culpas e inquietudes, provocadas por los duros juicios que de su vida se hacía.

Un dato de sumo interés y crucial para el desarrollo de la trama, es que en los desdoblamientos de personalidad, mismos que con el paso del tiempo y el desarrollo de la novela se van haciendo cada vez más frecuentes y duraderos, hasta el grado de creer que se vivían dos vidas diferentes a la vez, en épocas, ciudades y relacionándose con personas diferentes, ambas personalidades descritas por el autor, de tal suerte que ambos personajes daban pie a diálogos y acciones en extremo gratos e interesantes para el lector.

Y como no serlo así, si la otra persona y vida en que encarnaba Salvador, era nada menos que la de Manuel Gutiérrez Nájera, poeta famoso del siglo 19, Mexicano, y cirujano, considerado el Dios del modernismo literario, y conocido en sus críticas y cuentos con el seudónimo de “El Duque Job”. Después de leer y releer esta hermosa novela, quedó en mi cerebro, como si hubiera sido pirograbado en madera, entre otras cosas importantes, el hecho de que un aparente pequeño incidente de salud, puede dar inicio a las reflexiones filosóficas de mayor trascendencia. En mi opinión personal, esta novela de Fausto Torres Velázquez debe su grandeza a su versatilidad temática, que refleja sin duda alguna su inteligencia y preparación.

Es nostálgica, por citar tantos pasajes de infancia con los que fácil y gratamente nos identificamos, además, por citar en varios renglones del libro, a su Mocorito querido, resaltando en ellos los puntos de encuentro por excelencia, como lo es el “Embrujo”, con su gran abanico de antaño movido manualmente con cuerdas que ayudaba a mitigar el calor de los parroquianos asiduos a él hace ya muchos años; cita también, la alameda y el rio Mocorito, mismo que trae el agua desde la sierra, arrastrando a su paso historia, antepasados y orgullos de todos los pueblos del municipio, mismos que recoge al pasar, de tal suerte, que al beber su agua, los nacidos y avecindados en esta tierra, nos integramos y atamos a este bendito lugar a través del afecto y el orgullo que produce en automático su ingesta. Dice, y dice muy bien Fausto en su novela, que un mocoritense, aunque se vaya a otro lugar, siempre vuelve y nunca se va del todo.

Es además esta novela, un bello ejemplo de texto romántico y erótico, al hacer el autor una magnifica narración de las vivencias amorosas que los dos personajes principales tuvieron. Cabe destacar también, que también el autor con suma propiedad y tacto, maneja aspectos psicológicos de gran importancia, al definir y disecar las experiencias de cada personaje, donde se destaca en ocasiones, personalidades esquizoides, sentimientos de culpas y frustración, al hacer Salvador un recuento mental de los detalles de las relaciones con las mujeres que tuvo y los hijos que con ellas procreó. Vale también decir, que el suspenso y la filosofía implícita en las ciencias ocultas, hacen su aparición en unos capítulos de la novela, mismos que sirven para atrapar firmemente, con los conceptos antes citados, hasta el más exigente de los lectores. Amor, poesía, erotismo, crisis existenciales, vivencias sobre la vida y la muerte, autoanálisis y suspenso, son sólo algunos de los elementos manejados con maestría, que ayudaron a construir esta hermosa novela para orgullo de los mocoritenses.

Ya no soy muy dado a platicar sobre los desenlaces finales, porque ya aprendí bien la lección en los tiempos cuando asistía con mucha frecuencia al Citicinemas en Culiacán y al pasar entre los que hacían fila para entrar a ver la película que acababa yo de ver, me gustaba decir en voz muy alta, quien era en realidad el asesino y como terminaba la misma. Obviamente no me iba bien con ese acto perverso, y miradas de odio censuraban mi conducta, por eso, es que hoy sólo quiero asegurarles que al leer el libro “Viajeros” encontrarán varios tópicos que enriquecerán sus vivencias personales, lo que por sí solo, ya justificará plenamente su lectura.

Felicito a Fausto Torres Velázquez, se dé cierto que lo de las letras lo trae en los genes, al ser hijo de quien es, la bien recordada maestra Cuquita Velázquez.

De igual forma celebro y felicito al pueblo de Mocorito por haber parido otro ser del cual podemos presumir su talento.

De una manera muy especial extiendo mi reconocimiento y felicitación a la Fundación Grupo Anjor que atinadamente encabeza el Ingeniero Carlos Antonio Sosa, y a la Asociación Civil Dr. José ley Domínguez, por no doblegarse ante las crisis de valores y económicas que atravesamos, y seguir firmes promoviendo la cultura y las artes en Mocorito, en aras de contribuir a abatir con acciones culturales, la ignorancia, los vicios y la violencia.

Dicen los expertos que en tratándose de la expresión artística de la pintura, la belleza está en el ojo del espectador. En ese sentido diría yo, que en las notables expresiones literarias, el encanto estaría en el cerebro de los que saben y les gusta pensar. La belleza de esta novela los está esperando a ustedes. Por último, les comento sólo una de las muchas experiencias y reflexiones que me dejó leer esta excelente novela: Cuando se sientan muy grandes y entren al mundo absurdo de los soberbios, piensen en el tamaño del universo, en Dios, en lo finito de sus vidas y en todo lo que aún no saben, y de seguro que la humildad regresará a sus almas.

Antes de criticar y emitir juicios severos contra alguien, en aras de querer componer sus vidas, primero miren hacia adentro y traten de arreglar las suyas, sólo entonces tendrán la solvencia moral suficiente para dar consejos y hacer criticas moralistas.

En esta vida, todos somos “viajeros”

* Médico, Escritor

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