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ENVIDIA

Por martes 15 de octubre de 2019 Sin Comentarios

VERÓNICA HERNÁNDEZ JACOBO

No muere de una vez el envidioso, sino tantas cuantas vive a voces de aplausos el envidiado, compitiendo la perennidad de la fama del uno con la penalidad del otro. Es inmortal éste para sus glorias y aquél para sus penas. El clarín de la fama, que toca a inmortalidad al uno, publica muerte para el otro. (Gracián, Oráculo, Manual y arte de la prudencia, máxima 162)

La envidia no podría ser sino un modo pasional que afecta al sujeto, afectarlo no implica necesariamente enfermarlo, algunas veces sirve de empuje para alcanzar algunas metas, no siempre las más convenientes para el sujeto, pero existen. Es muy común que esta pasión se dé en casi toda actividad humana, con compañeros de clase, en el trabajo, en la familia, con los amigos, en la iglesia. En la mitología griega aparece la envidia entre los Dioses, se dice de igual manera que Caín asesina a Abel por envidia, al parecer ésta no deja de estar presente hasta en las mejores familias. Se puede observar incluso en el cambio de sexo, para estar a tono con su elección hombres que envidian a mujeres, mujeres que envidian a hombres y estos realizan cirugías para asemejarse a eso envidiado, todo mundo es loco dirá Jacques –Alain Miller.

Hay incluso una envidia en los placeres, que generan odios, resentimientos, asesinatos, los celos por ejemplo, no dejan de tener una dimensión fantasmática de envidia, se envidia al otro porque se cree ilusamente que el envidiado no se encuentra en falta, esto según los prejuicios del envidioso, frente al acto de envidia aparece una moción pulsional perversa para dañar a ese que se envidia, es cuando por así decirlo la envidia enciende el fuego del goce que consume al sujeto, y desde ahí se puede dañar al envidiado.

La envidia entre escritores, psicólogos, psicoanalistas y toda la fauna de profesionales, genera malestares culturales, desafíos, barreras infranqueables que hace que los lazos se disuelvan o bien estos lazos se encuentren siempre en tensión. Los cuerpos generan envidia, algunas veces los sujetos se ven llevados frenéticamente a los gimnasios para ver si el Dios Apolo les devuelve la figura ideal, para usarlo como pasarela del mercado, siempre comparándose con otros, ocupado cual narciso arrebatado en los espejos, sometido al tiránico cuerpo que no deja de no exigirle el cuerpo envidiable.

Pocos sujetos celebran que a su prójimo le “vaya bien”, la envidia corroe con ojos de serpiente al envidioso, Shakespeare lo decía a propósito de Otelo, ojos color de serpiente que invisten al envidioso, puede incluso la envidia trastornar al sujeto hasta enfermarlo y secarlo de envidia, o al menos amargarlo de tal manera que nada de la vida le encuentra sabor, sino silogismos de amargura como dijera Cioran, la envidia no es más que una pasión amarga que se descarga de manera venenosa contra el otro, mI semejante, mi prójimo, incluso mi yo mismo.

En algunos momentos la envidia puede encubrirse, hacer creer al otro que por nosotros no pasa esa pasión Loca, se envidia lo joven cuando la vejez nos arropa, se envidia la ropa, el vestido del otro, somos en pura envidia para lanzar una hipótesis salvaje, que no deja de tener su potencia de verdad.

En México ciertos actos machistas no dejan lugar a dudas que la envidia es su fuente, bajo la máxima “si no es mía no será de nadie”, transformando esa envidia del macho en pura impotencia donde no puede estar a la expectativa de ese goce femenino, entonces se odia, como única salida, o bien hemos visto algunos feminicidios en Sinaloa, con una gran impronta de envidia y celos que llevan a victimizar lo antes amado.

J-A Miller dijo: ¡Oh sí! Incluso un hombre enamorado tiene retornos de orgullo, lo asalta la agresividad contra el objeto de su amor, porque este amor lo pone en una posición de incompletad, de dependencia. Por ello puede desear a mujeres que no ama, para reencontrar la posición viril que él pone en suspenso cuando ama. Freud llama a este principio la «degradación de la vida amorosa» en el hombre: la escisión del amor y del deseo.

* Doctora en educación

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