FÉLIX BRITO RODRÍGUEZ Y WALKYRIA AZUCENA ANGULO CASTRO
Los monumentos funerarios son espacios simbólicos; depósito donde se integran variedad de testimonios arquitectónicos y escultóricos que reflejan una vasta y compleja iconología religiosa; además de ser vestigios del sistema socio económico y simbólico imperante en las diferentes sociedades a través del tiempo.
En el deseo de los individuos por trascender a la muerte, mostrando la grandiosidad de un pasado, es que éstos demandan al término de su vida, expresar en sus tumbas la condición de un status social o linaje adquirido; buscando así permanecer en el recuerdo de posteriores generaciones a través de magníficas construcciones, tanto arquitectónicas como escultóricas, reproduciendo hasta el día de hoy entre otros elementos mortuorios: clásicos sarcófagos, columnas rotas, figuras de ángeles, vírgenes dolientes, flores de lis y las tradicionales cruces cristianas; símbolos de la muerte y con los que se busca permanecer por siempre en la memoria mediante un monumento.
La riqueza y opulencia obtenida mediante el éxito económico y empresarial por algunas familias de la antigua sociedad culichi, se manifestó en la edificación de hermosas y mejores viviendas familiares. Sin embargo el vivir en la “opulencia” proyectó del mismo modo a dichas familias a “morir y trascender en ella”, fue así que la arquitectura funeraria del cementerio de San Juan, refleja hoy en día una “belle époque” local.
La riqueza y opulencia obtenida mediante el éxito económico y empresarial por algunas familias de la antigua sociedad culichi, se manifestó en la edificación de hermosas y mejores viviendas familiares. Sin embargo el vivir en la “opulencia” proyectó del mismo modo a dichas familias a “morir y trascender en ella”, fue así que la arquitectura funeraria del cementerio de San Juan, refleja hoy en día una “belle époque” local.
Las cruces cristianas han aparecido siempre en relación con los temas funerarios, cumpliendo diversos cometidos: como conductor y guía de las almas, como guardianes de las tumbas, o como expectativas y promesa de la fe cristiana y la resurrección.
Su iconografía se expresa de distintas formas; desde las que cuentan con una sobria representación clásica o las majestuosas barrocas. Pero su representación por lo general siempre la encontraremos sobresaliendo por encima de las tumbas y mausoleos.
Su iconografía se expresa de distintas formas; desde las que cuentan con una sobria representación clásica o las majestuosas barrocas. Pero su representación por lo general siempre la encontraremos sobresaliendo por encima de las tumbas y mausoleos.
Este símbolo resultaba en pocas palabras, elemento predominante, infaltable, parte del paisaje cotidiano e ineludible en los antiguos panteones y que sin embargo en la actualidad se torna imperceptible, señal de una nimia arquitectura funeraria cada vez menos trascendente y que muere lentamente día con día .
La definición del término proviene del latín cruz, crucis, que significa cruz, suplicio, patíbulo. Es la intersección de dos líneas rectas que se cruzan perpendicularmente conformando cuatro brazos, de donde la línea vertical se conoce como montante y la horizontal como travesaño. Ha sido desde tiempos remotos, una figura simbólica utilizada por los cristianos. Es la cruz pues un símbolo de fe e indicador del culto profesado en vida, por las personas inhumadas en sus respectivos sepulcros; y como el Panteón San Juan es un cementerio católico, tenemos que se cuentan con diversidad de estos tipos de ornamentos funerarios.
Cruces de herrería.
Por su misma ductilidad y maleabilidad, el hierro forjado permite elaborar las más ricamente ornamentadas cruces, logrando con esto, una variedad muy copiosa de estos elementos decorativos.
La cruz del sepulcro de Don Tito Uriarte (1899) es quizás el más vivo ejemplo de lo que es un trabajo de herrería con singular maestría. Esta cruz, realizada dentro del esquema de cruz trebolada, sirve de forma emblemática a la inscripción que forma parte de su propia composición; esta pequeña cartela (que aparece en la parte media de esta obra maestra) porta el año de nacimiento y muerte de su dueño, así como una breve despedida de quienes la mandaron hacer. Se observa de igual forma el nimbo o la áurea. Su diseño nos recuerda mucho a las cruces de altar, sobre todo por su pedestal a manera de candelabro (fotografía 1). Aunque se desconoce la manufactura de esta cruz, si se puede reconocer en él, su originalidad, simbolismo y buen gusto.
En la tumba de Doña Andrea de Ayala (1916) encontramos esta otra cruz de tipo flordelisada, la cual está compuesta por unas simples barras paralelas unidas por flores de lis. Dentro de su composición los motivos florales se destacan, así como una pequeña cartela, que es la portadora de los generales de su difunto (fotografía 2) .
Las cruces de armadura son aquellas construidas a base de barras cuadradas de hierro, las cuales suelen ornamentarse con flejes o barras redondas más delgadas sujetas a la armadura por grapas o mediante soldadura. Su ornamentación se basa en formar rosetas y roleos; y en los límites de sus brazos, rematan con bolas o algún detalle de latón. Cabe mencionar que las cruces de armadura, son las más recurrentes dentro del Panteón San Juan, quizás por ser las que resulten más económicas, en comparación de las otras con más diseño y riqueza en sus materiales.
Dentro de este tipo de cruces, se destaca la construida en 1892 para rematar el sepulcro de Don José Ángel Montijo. Esta cruz de armadura desnuda su belleza ornamental, la cual fue realizada bajo el esquema de cruz latina radiada, la cual denota de manera reacia, su exuberante diseño. Su carácter ornamental está basado en roleos continuos. Esta hermosa obra de herrería, se encuentra desplantada sobre una base en forma de candelabro (fotografía 3).
En contraste y con menos pretensiones que las anteriores, la cruz que remata el monumento funerario de la Familia Rojo (1900), nos presume su esbeltez y sencillez, la cual no le resta ni importancia, ni belleza, ni significado. Con un singular diseño, esta cruz imita en toda su composición, una forma ovalada, la cual queda hueca en su interior, pero en las esquinas de sus brazos simula un objeto puntiagudo (fotografía 4). En si el diseño de las cruces en herrería, podría parecer no tener límite alguno, a pesar de ser un material relativamente modesto, esto no fue una limitante para sus constructores, los cuales crearon formas sumamente originales, bellas y perennes.
Cruces de mampostería.
Su uso dentro del Panteón San Juan es menor que las de herrería. Aunque existen vetas de cantera en Sinaloa, consideramos que la escases de los trabajos de este tipo, es debido a la ausencia de maestros canteros o tallistas, que dominaran este trabajo, dificultando construirlas a como se hubiera deseado. Esto obligó a la gente de aquella época a emplear, a los mejores albañiles y artesanos; quienes sobresalieran y fueran capaces de elaborar versiones lapidarias de argamasa y ladrillo, que no le pidieran nada a una de piedra. Lo cual dio como resultado, magnificas obras de arte realizadas en mampostería, capaces de competir con una hecha en cantera.
Dentro de mundo de las cruces existente dentro del Panteón San Juan, sobresale este monumento de tipo obelisco construido para el Dr. Agustín Haas en 1906. Este sepulcro hecho en granito gris y mármol negro con forma de cruz latina trebolada, se desplanta sobre una basa en cuadrangular en la cual reposa una forma de pirámide trunca; aquí mismo podemos leer la inscripción de los datos de su portador. En la parte media de la cruz, se destaca un símbolo en forma de JHS enlazada por una cruz que corresponde a la abreviatura de Jesús, que representa a Jesús, Salvador de los hombres. (fotografía 5).
En forma casi idéntica, pero diferenciada por su sencillez, el sepulcro de Don Antonio Vizcaíno, elaborado en 1929 pareciera ser de esas reacias construcciones que duraran perpetuamente, indelebles a la formalidad, al espacio y al tiempo. Elaborada en piedra cantera rosa, esta cruz también trebolada sobresale por no contar con ornamentación alguna, la cual, en lugar de hacerle falta, lo enaltece de manera inigualable (fotografía 6).
Finalmente existen dos ejemplos de cruces elaboradas en piedra: ambas sólidas, austeras y simplificadas. Parecieran estar posadas y dispuestas a permanecer estáticas y de pie para toda la vida. Estas cruces corresponden a los monumentos funerarios erigidos para Doña Francisca Gurrola en 1962 (fotografía 7) y la otra carente de cartela, que nos deja velado el nombre de su morador (fotografía 8).
* Profesor investigador de la Facultad de Historia de la UAS. Docente de la facultad de arquitectura y pasante de doctorado en historia UAS