CARLOS LAVÍN FIGUEROA
A finales de abril de 2017, mientras el antropólogo Rafael Rodríguez Brito caminaba por los cerros de Buena Vista del Monte, se encontró con un oriundo, con el que se puso a platicar comentándole de una cueva con pinturas de manos. Dos semanas después, junto con su esposa y su hermano Ricardo, se dieron a la tarea se buscarla.
“Y la encontramos –nos dice el antropólogo- incluyendo algo de cerámica y restos de minúsculas mazorcas de maíz primigenio. Al día siguiente la reporté al INAH porque parecía muy relevante, no solo por las pinturas, también por las mazorquitas de unos tres centímetros que vimos dentro de la cueva, estas son pruebas irrefutables de que el maíz se empezó a cultivar también en el Valle de Cuernavaca -dato que se desconocía- y no solo en el Valle de Chalco.
Es indudable que son pinturas prehistóricas, muy anteriores al periodo Olmeca Preclásico que es la cultura más antigua de todas las culturas americanas. Incluso son anteriores a la “Cueva de las Pinturas” de Ticumán”.
El descubrimiento es sumamente importante.
A principios de mayo me contactó Ricardo Rodríguez Brito, para invitarme a conocer y grabar un video de la serie “A la vuelta de la esquina” de esas cuevas descubiertas unos días antes por su hermano, por lo que quedamos de vernos el sábado 13 por la mañana en la iglesia del lugar. Después de un largo recorrido por el lecho abrupto y rocoso de una barranca, llegamos a la cueva ubicada en el margen derecho. Fue impactante estar frente a esas pinturas, en realidad son varios grupos, en uno, están plasmadas docenas de huellas de manos, inclusive de niños, de lo que tampoco se tiene precedentes.
El grupo lo conformamos; el antropólogo descubridor; su hermano Ricardo; los arqueólogos invitados Pavel Carlos Leiva García del INAH y Judith García; nuestro camarógrafo, mi hijo Carlos, y el que esto les escribe.
Los antropólogos quedaron impactados. En el lugar se sentía una vibra mágica, mística; las huellas de las manos de infantes no las hay en otros lugares, me imagino a sus padres pidiéndoles que pusieran su manitas en la pared rocosa para dejarlas a la posteridad. La necesidad de dejar huella de nuestra temporalidad en el mundo es profunda en el ser humano y emociona.
Los arqueólogos estimaron que por la técnica usada “al negativo” tengan una antigüedad entre 10 mil y 8 mil años antes de Cristo, por lo que estaríamos hablando de uno de los registros humanos más antiguos de toda América. La técnica de pintura “al negativo” o aerografía,se aplicaba apoyando la mano abierta sobre la piedra y se soplaba pintura en forma de aerosol a través de huesos medulares huecos de animales pequeños. Milenios después vendrían “al positivo” que ya son dibujos y después aparecerían otras, de hombres y animales principalmente.
Al ingresar a la cueva que sirvió de dormitorio,de resguardo del frío y de las bestias prehistóricas, descubrimos restos de su piso de barro muy liviano mezclado con material vegetal, y al fondo, una especie de alacena para colocar utensilios o herramientas. La cueva de origen natural, tiene poco más de un metro de alto, en las paredes hay huellas de herramientas muy marcadas y juntas, lo que indica que se agrandó excavando a los lados y al fondo. Como acceso tiene una escalinata labrada en la piedra; al frente dos vanos o ventanas formadas con piedras encimadas, y otras en el exterior que sirven de muro. Todo corresponde a la Edad de Piedra.
También hay restos de cerámicas que los arqueólogos identifican de la época prehispánica, por lo que se entiende que esas cuevas fueron usadas por varias tribus a través de miles de años.
Todo lo dejamos intacto, pero no podemos revelar su ubicación hasta en tanto no sean resguardadas por las autoridades para evitar sean depredadas.
La conversación, muy profesional por parte de los antropólogos, fue más que interesante y se extendió largo rato en el sitio mismo de las cuevas, y continuó toda la tarde después la comida que nos ofrecieron en la cabaña de madera de los Rodríguez.Para mejor apreciar las pinturas, ver video en Facebook:
https://www.facebook.com/RevistaInsignia/ videos/1898568877048583/
Por sus características, estas pinturas rupestres, dicho por expertos, son las más antiguas en el Estado de Morelos, únicas en México,y pueden ser las de más antigüedadde toda América, por lo que pudieran ser nombradas Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, a la directora Campos Goenaga, del Centro INAH-Morelos, parece no interesarle este descubrimiento, quizá porque no es de ella, en cambio se adjudica ostentosa otros que ya eran más que conocidos para los cuernavacenses.
En la Argentina está la “Cueva de las manos” en paraje similar al lado de un lecho de rio, con semejante disposición y técnica, que en 1999 fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Al sur de Cuernavaca en el margen izquierdo de la Barranca del Chiflón, existen otras pinturas rupestres posteriores, que por no ser atendidas y protegidas, ya fueron dañadas con grafiti, estas contienen dibujos en una cueva muy similar.
Esperamos que las autoridades de cultura y turismo municipales y estatales promuevan esta investigación ante el INAH,como muy importante atractivo histórico del municipio y estado.
P.D. Hasta el otro sábado
* Historiador y Cronista de Cuernavaca