JUAN CARLOS GONZÁLEZ GASTÉLUM
¿Cómo se pueden medir las emociones? No soy un estudioso de ese tema, pero a lo largo del transcurso de estos últimos años, a raíz de trabajar con mucha gente a la que conozco y respeto; después de darme cuenta de que mi tierra ha parido gente con tanto talento, la que a partir del boom de las redes sociales han dicho presente: ¡soy de Mocorito!
Todos merecen un reconocimiento, porque han aportado mucho, porque son conocidos y, sobre todo porque con lo que hacen le dan también identidad a nuestro amado pueblo, pero sin lugar a dudas que desde mi opaca óptica Los Tigres del Norte son como la máxima expresión de que nuestra tierra es cuna de gente noble, trabajadora, a veces invencible, con fibras plenas de un sentido humanista y que con sus canciones hacen voz de los que viven a oscuras.
A raíz de esta admiración que siento por este grupo de oriundos de la misma tierra de mis ancestros por la vía materna, acudí de nuevo a una presentación en Perris, una pequeña ciudad de California, cerca de Riverside, en donde estarían mis paisanos. A raíz de esta admiración que siento por este grupo de oriundos de la mi * Los Tigres del Norte sma tierra de mis ancestros por la vía materna, acudí de nuevo a una presentación en Perris, una pequeña ciudad de California, cerca de Riverside, en donde estarían mis paisanos.
Sus canciones nos identifican y la verdad es que muchas de ellas me gustan; pero me resultaba regocijante ver la emoción de tanta gente ahí reunida, cómo coreaban cada una de las interpretaciones, gritaban pidiendo que interpretaran la de su preferencia y ellos tratando de complacer. Fue como comprobar por qué históricamente en todo Estados Unidos, México y América Latina mis paisanos son los más representativos en su género.
Apenas hace unos días estrenaron un documental en una plataforma digital en el que Los Jefes de Jefes van a una prisión ubicada a 20 millas de Sacramento capital californiana y considerada de alta peligrosidad. Ahí hay una gran población hispana con cientos de historias en las que predomina un dejo de fracaso en las relaciones de familia, un riesgo que muchos inmigrantes corren.
Jhonny Cash en 1968 estuvo dando su concierto en esa misma prisión, en el reciente documental de Netflix la voz de los hermanos Hernández dice que existe un vínculo con este artista y su música, que es para los sojuzgados, los sin voz, los marginados. Por eso estuvieron ahí, para llevar un momento de felicidad a los presos entre los que un 45 por ciento son latinos.
Los Tigres, pues, son más que un grupo norteño, son voz de los oprimidos, de los perseguidos, de los necesitados; han sabido, desde hace muchos años estar atentos de lo que en la comunidad latina ocurre para ir interpretando composiciones que van quedando como vivencias muy cercanas a esta comunidad que desde la llegada de los hermanos Hernández -hace casi cincuenta años- se ha multiplicado.
Quizá por esa humildad, sin dejar de trabajar y teniendo en la mira entregar calidad en cada una de sus canciones y presentaciones, así como por tener siempre en cuenta el compromiso que representa ser los jefes de jefes, Los Tigres del Norte han sido merecedores de una enorme cantidad de premios, galardones, reconocimientos como tener una estrella (2007) en el paseo de la fama en Hollywood, haber participado en más de quince películas, son ganadores de distintas ediciones de los premios Billboard, repetidamente han ganado el Premio Grammy, el reconocimiento Legacy Award, por parte del centro latino Smithsoniano por su contribución a la cultura de los Estados Unidos de Norteamérica, han participado en el festival de Viña del Mar, también en el festival Cervantino, tienen en su honor el “The National Day of Los Tigres del Norte; una calle en Chicago, Illinois lleva su nombre. Además son el primer grupo del regional mexicano en cantar, en español, en la entrega de los American Music Awards.
Cuando me ha tocado estar ante personas de distintas latitudes y les digo que soy de la tierra de los Tigres del Norte, no he encontrado uno que me diga que no los conoce, incluso, por su canción “Tres veces mojado”, me han asegurado que son de El Salvador y yo les contesto que a lo mejor porque ellos pueden ser de donde la gente quiera, así de grande es el amor por este grupo que un día tuvo que convertirse en migrante, quizá por buscar una mejor vida y vaya que la encontraron, pero siempre llevando en su corazón a esta hermosa tierra.
Como un homenaje a su trayectoria, como reconocimiento de un admirador, pero como un paisano que no se olvida de su tierra y que entiende que a veces aunque la jaula sea de oro…
* Profesor universitario