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SINIESTRO

By jueves 30 de mayo de 2019 No Comments

CARLOS VARELA NÁJERA

…desemboca en el sacrificio, propiamente dicho, de todo objeto de amor en su humana ternura. Y lo digo muy claro, -desemboca no solo en el rechazo delobjeto patológico, sino también de su sacrificio y asesinato. Por esto escribí Kant con Sade. (Lacan 1964, Seminario 11).

Freud decía que no hay nada más siniestro que el hombre, le gusta satisfacerse del dolor ajeno, dañar al otro, explotar al semejante, usarlo, dice Freud, domesticarlo, someterlo degradarlo y luego asesinarlo; esta herencia que Freud coloca en la condición humana no ha variado, es un enfoque duro a rajatabla pero indiscutible, lo mismo que afirmaba del fenómeno de masa ya que para él, estas no piensan, sino que repiten sin fundamento lo que el otro dice sin evidencia, sólo por el placer de dañar, socavar al otro, pues esa condición mórbida que nos habita a cada sujeto nos satisface.

Cuando se juzga al semejante, se hace escarnio, se sostiene un chisme, se levantan falsos, pero sólo se acusa desde la propia podredumbre, ya que cuando se acuso, el sujeto se defiende de su propia insania descargada sobre el semejante. De esta manera, se pretende hacer creer que el sujeto es inmaculado, a esa posición se le llama moral burguesa, acoge a derechas e izquierdas, críticos y sumisos, radicales, y trasnochados, nadie escapa a sus fantasmas siniestros, y estos fantasmas que acompañan hasta la tumba mejor se escupen sobre el otro, antes que asumirlas, porque hablar del otro es más gratificante que asumir las perversidades privadas de la cual nadie escapa.

La moral burguesa victoriana que Freud denunció le costó caro, ya que su pensamiento de un librepensador fue visto como perverso, pansexualista para ser más exacto, pero Freud siempre dio la cara, nunca retrocedió ni fue un cobarde que se ocultara tras una máscara, él sabía que no había nada que ocultar,pero si se oculta para denostar al otro, ese es el elemento que mucho dice de la propia perversidad, Freud no se amedrento, sino que siguió escarbando en el alma humana para exponer desde su clínica la parte siniestra y maldita del sujeto en la sociedad.

Bajo esta lógica Freud no tenía muchas esperanzas sobre la humanidad debido a la satisfacción perversa que se encuentra al señalar al otro, explotar al semejante, robarle, tomarlo, sugestionarlo y luego asesinarlo, eso sería lo contrario a la cultura que invoca lo civilizado, Freud describió esta satisfacción ominosa y siniestra más cerca de la pulsión de muerte que nos cobija antes que ser concebidos como agentes de paz. Sino de pas, pas, pas (balazos).

El mal que nos habita, lo siniestro, la pulsión de muerte y nuestros goces no se curan, no se terapeutizan, tampoco se puede eliminar con rezos y oraciones, sino pregunten a los curas pederastas, siempre estuvieron y están subsumidos en la iglesia y ni el buen Dios los redimió, al contrario, hay cierta permisividad y silencio.

La sociedad que vive regulada y sometida a esos fantasmas, se erige desde el fantasma mismo en salvadora de la comunidad, donde la conciencia que los carcome en esos infiernos del pensamiento los lanzan a profetizar una posible salvación sobre los demás, sólo de esa manera el mal que los habita se exorciza en una supuesta beatitud portátil, son Cristos súper estrellas, ahí comienza la religión, nadie se salva, será el triunfo de la religión como menciona Lacan. Engañarse a sí mismo pensando que hay una beatitud que nos habita, da vida a las creencias, es una suerte de locura colectiva, todo mundo es loco, afirmara Jacques Alain Miller

El mal no es el diablo que nos habita, basta con imposibilitarme hacia el placer, entonces algo del orden de la tensión dispara el odio, coraje, irritabilidad, o los simples panchos y berrinches, más adelante vendrá el espejo, sometiéndome a su imagen diabólica de supuesta completud y la agresividad se encarna en nosotros, y entonces hágase su voluntad, el mal se enseñorea, asume una forma suplenciada de supuesto saber y más específicamente de un saber que no se sabe, el mal encarnado juega al tío Lolo, se hace como que no nos habita, incluso nos hace creer que somos inmortales, y jugamos a sentirnos pequeños Dioses, solo el dolor y la enfermedad nos baja de ese cielo supuesto, si cagamos y apostamos, estamos lejos de ser ángeles celestiales, si acaso llegaremos a postear un pequeño objeto a en el mundo como condición de desecho.

* Doctor en Educación, Lic. en Pscología

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