VERÓNICA HERNÁNDEZ JACOBO
No es seguro que el inconsciente admita la existencia de dos sexos. Parece que el sexo masculino es su preferencia, que no se representa el goce más que por el símbolo fálico; que la feminidad es objeto de una desvalorización, de un rechazo, es decir de una forclusión: Freud habla del horror de la castración. “La mujer no existe”, dice Lacan, (Jacques Alain Miller).
Lacan menciona de manera provocativa que no hay relación sexual, lo hace como siempre para escandalizar a los bien pensantes, busca crear esa molestia, y de igual modo movilizar el pensamiento, ¿qué decimos con la no- relación? De entrada múltiples interpretaciones, pero es un golpe al narcisismo del hombre que viene a cuestionar la complementariedad de los sexus (cortados).
Los sujetos no se complementan, no se llenan el uno con el otro, frente a esta incompletud surgen teorías y sexologías que la hacen existir, pero, hay que decirlo, ¡si hay cogida! pero no complementariedad, la cogida no completa, tampoco llena, no hay reciprocidad, sexus, es cortado, dos no hacen uno, aunque el idealismo pregone que formarán un solo cuerpo. Aunque la religión sexológica diga que se está hecho químicamente el uno para el otro, sólo es parte del ecumenismo sexológico, es decir, pregonar que los sexos completan. El hombrecito no satisface, eso lastima al narcisismo, Lacan toma este reto y lanza su impronta: no hay relación sexual, no existe la media naranja, eso irrita, los goces no se complementan, el goce es de uno sólo, marcando la no reciprocidad, la no-relación sexual.
El psicoanálisis plantea que frente a la no relación sexual surge el amor como un intento de seguir sosteniendo esa demanda, que hay que decirlo siempre es insatisfecha, podemos decir que frente a la imposibilidad de la relación sexual más se ama como coartada para que la sugestión amorosa haga comparsa y esa ficción siga funcionando, el amor como invención frente a la no relación sexual, por lo tanto, el sentimiento tierno es producto de la inhibición de esa relación imposible de colmar. La no relación tiene que ver con la lógica más que con el acto, porque hay actos más no reciprocidad. Lo que se mantiene entonces es la función de la castración, si no hay relación sexual es que la castración se mantiene, no hay aquí zona libre de conflicto, no se puede eludir la división, apostarle por otra cosa sería algo más del orden del ideal.
La existencia de la relación sexual, pero más que nada de su reciprocidad, se usa como justificación para mantener las creencias de felicidad y satisfacción garantizada, ya que si no hay relación sexual para muchos el mundo se vendría abajo, pero aunque exista el frotamiento de los órganos la relación no es correspondida mucho menos en el goce, la mujer en el acto goza sola, el otro no la puede seguir en ese goce femenino que algunas veces varia hacia el goce místico o erotomaniaco, pero siempre es un goce a secas, goza de su propio cuerpo que el otro no puede sostener ni tener más que en la falsa creencia de que han formado un solo cuerpo.
Que es lo molesto de este aforismo, por un lado iría en contra de la existencia de la propia especie, si se le toma en sentido estricto pero es una metáfora irritante, y muy irritante para la propia iglesia que ve en el abrazo genital la asunción de una sola carne. Por otro lado, deja al sujeto en una profunda soledad difícil de digerir, pero a falta de la relación sexual aparece un consuelo llamado amor, el amor como señuelo se instala en el orden imaginario desde ahí organiza una supuesta completud como se pensaría alcanzar en la relación sexual que no existe, si hay acto folla uno como sujeto, más con las fantasías que con el supuesto aparataje que parece partenaire, ese juego que juega la gente permite que la función de circo no se extinga y el show de la vida continúe.
Mediante la relación sexual intentamos apropiarnos del cuerpo del otro, pero es también otro engaño imaginario, un señuelo, el sujeto pone sobre este ideal toda su potencialidad, pero hay un inconmesurable que lo real impide entre el hombre y la mujer dira Lacan hay un muro…
* Doctora en Educación