TEODOSO NAVIDAD SALAZAR
La dinámica en la que vivimos actualmente influye en la poca convivencia familiar. Todos andamos ocupados en algo; ese algo no nos permite dialogar como debiéramos, con nuestros padres y parientes; esposa, amigos, hijos, nietos, etcétera. En un pasado no lejano estas convivencias fueron importantes (siguen siendo importantes), ya que de manera natural nos enterábamos sobre la historia de nuestra familia y la sociedad en la que ella se formó. Los padres se sentaban a platicar con los hijos en el espacio que permitía el hogar y con preguntas, los retoños poníamos a recordar y a pensar a los viejos, y en esas charlas enriquecimos nuestra formación. Esos encuentros familiares eran realmente un deleite. Así, nos enteramos sobre el origen de nuestros padres, abuelos, bisabuelos y un poco más allá. Quiénes fueron, de dónde venían, cómo vivían, la cotidianidad en la que crecieron, cómo formaron sus familias. En esas pláticas nos enteramos de historias y leyendas de aparecidos, bandidos y revolucionarios. De fiestas y tradiciones religiosas; como debían comportarse ante los demás; las penurias que pasaban las familias, carencias de médicos y hospitales; la tranquilidad y sobresaltos a que se exponían quienes vivían en ranchos alejados o viajaban por caminos poco transitados. Nos enterábamos cómo se comunicaban las familias: noticias que viajeros llevaban y “traían”; telégrafo, correo postal y aéreo, así como las dificultades para trasladarse de un lugar a otro por falta de buenos caminos y grandes avenidas de ríos y arroyos que los dejaban intransitables para personas y diligencias y caballos; poco a poco nos enteramos también cómo llegaron los servicios a las comunidades y de cómo evolucionaron las comunicaciones y transportes. Eso influyó en nuestra formación.
En el devenir del tiempo hubo oportunidad de que las escuelas llegaran a los rincones más apartados de la patria y constatamos mucha de esa información en libros de historia, civismo, geografía, estudio de la naturaleza, etcétera, y orientados por nuestros maestros enriquecimos nuestros conocimientos. La vida cambió para los seres humanos y el mundo fue otro. Volviendo un poco a lo anterior escrito, es de entenderse que por esos tiempos las personas en buen número, no guardaban documentos y muchas historias de familias se perdieron de manera irremediable. Baste recordar que había gente que solo fue bautizada y no se registró su nacimiento, por lo que no contó con su acta respectiva o el registró fue extemporáneo, pero cuando las condiciones del mundo actual exigieron el documento, tuvieron que recorrer un tortuoso camino por oficialías del Registro Civil, donde a su juicio se asentó su llegada a este mundo o buscar en parroquias la Fe de Bautismo como referente para algún trámite. De ahí la importancia de tener nuestro archivo documental personal o familiar, con esos papeles podremos solucionar muchos problemas que la vida cotidiana nos presenta. Y si en esa organización de nuestros documentos personales podemos digitalizarlos, por lo que no obstante estar en la era del internet, es de vital relevancia organizar nuestras historias de vida a través de los documentos.
Regresando un poco al inicio de este escrito, no debe pasar desapercibida la convivencia familiar que nos permite más allá de enterarnos del pasado familiar, estrechar lazos afectivos con personas que amamos y que nos aman. La tradición oral no debe perderse; es una fuente referencial para la familia, cronistas e historiadores.
Organizar nuestro archivo personal Organizar nuestra historia de vida es de la mayor importancia. De tener este cuidado no pasaremos angustias al buscar tal o cual documento. Pero, ¿por dónde empezar para organizar mi archivo personal? Es lo más sencillo. Iniciemos por seleccionar cronológicamente los documentos. Es decir todos los que hemos generado desde que llegamos a este mundo. Primero: mi acta de nacimiento, Fe de Bautismo; cartilla de vacunación, fotografías, boletas y certificado de la escuela primaria. De la misma forma documentos generados en nuestro paso por la secundaria y preparatoria; títulos profesionales y su respectiva Cédula Profesional. Otros documentos pueden ser el acta de matrimonio (quien casado esté), documentos de afiliación al Issste o Imss, comprobantes de pago de salario. Contrato del agua o de energía eléctrica, teléfono residencial o de otros servicios como el cable, internet, etc.; contratos con el banco, estados de cuenta o pagos de tarjeta; escritura de la casa, un terreno o parcela ejidal; Clave Única de Registro de Población (Curp); documentos del auto; pago anual de refrendo de calcomanía o placas; pagos de predial; Registro Federal de Hacienda (si está dado de alta). Este puede ser un buen inicio en la, organización de nuestro archivo personal. Un archivo personal mínimo, aunque se pueden agregar otros documentos que en algún momento pueden ser de utilidad, como facturas de compara de muebles o enceres para la casa, renovación del contrato del aparato celular, por aquello de hacer válida la garantía que ofrece el fabricante. Grabaciones, informes de trabajo y libros especiales para nosotros. Memorias USB, discos duros, casetes, Otros documentos serían fotografías familiares del trabajo o de la escuela, correspondencia pública o privada, constancias de asistencia a cursos, encuentros, diplomados, conferencias; objetos tales como medallas, estatuillas, trofeos, galardones, obras de arte, etcétera. Muy importante es tener y conservar nuestro archivo organizado y en lugar lejos de la humedad y los bichos.
* La Promesa, Eldorado, Sinaloa, México. Sugerencias y comentarios a teodosonavidad@hotmail.com