CARLOS VARELA NÁJERA
Frente a los debates conservadores y liberales que se sucitan sobre el matrimonio igualitario en Sinaloa, el catolicismo encarnando a “todas las iglesias”, hace causa común al reconocer el matrimonio sólo entre hombre y mujer, a eso le llama matrimonio natural, la apuesta de la iglesia es naturalizar este hecho dándole carácter de indisoluble, porque esa es su “naturaleza”, lamentablemente, no es así, el matrimonio fue una invención sociocultural, donde en todo caso se juegan en esta forma de lazo, elementos simbólicos, imaginarios, y reales, que hacen imposible que el matrimonio sea reducido a una naturalidad.
Se pasa por naturalizarlo para luego normalizarlo, y pensar que de esa manera resistirá cualquier otro argumento, sin embargo sabemos que lo que anuda el matrimonio son formas muy reales de goce, que producen lo anormal, con esto quiero decir, que, no hay regulación normal de los goces, el goce no hace norma, ya que estos goces derriban cualquier ideología de normalidad, en todo caso la regulación de los goces pasa solo por ser una regulación política a la cual el goce se resiste e insiste, derribando cualquier pretensión de someterla,no hay ni habrá regulación política de los goces cualquier intento producirá solo dogmas o en su defecto abrirá una posición idealista en el campo de la fe.
Casarse hombre con hombre, mujer con mujer, eso es lo de menos, confrontar lo intratable del goce en las parejas eso es realmente el talón de Aquiles, ya que el goce como bien lo dice Jacques –Alain Miller, hace que exista un embrollo del cuerpo, además no se deberían legislar los dogmas religiosos, porque entonces los congresos de los Estados serían símiles del vaticano, y suponemos que este congreso obedece al respeto y singularidad de las libertades conquistadas tras años de lucha, lo otro es una versión dogmatica y los grupos parlamentarios deberían apuntalar frente a todo, las conquistas y libertades de los sujetos y que estos elijan sus formas muy particulares de goce, en este sentido las creencias de unos no pueden imponerse sobre las libertades de otros, y las creencias poco o nada pueden contra el goce.
El psicoanálisis seria ese dispositivo que viene no a reconciliarnos con nuestros goces sino a destrabar esos insoportables que el goce porta y desencadena en los sujetos, nunca el psicoanálisis vendrá a dar consistencia a las creencias suponiendo que cada creencia es un delirio portátil de cada sujeto y no puede regularse la libertad del otro de esa manera delirante tan cruda y estragante que el estandarte religioso profesa, este delirio religioso permea todas las estructuras sociales. En esta tesitura, vemos como se infiltra en las universidades públicas y privadas con los susodichos congresos de valores, cuya posición religiosa se enquista en los currículos, haciendo que se preste menos atención a la ciencia, aunque se grite a cielo abierto que se propugna por las investigaciones, cuando realmente el conservadurismo religioso es su moneda de cambio y contribuye a que los que asisten a ese tipo de congresos sólo se reconcilien con la fe y promuevan el matrimonio “natural”. Lo que observamos en estos congresos es el semblante del fascismo que se asoma a flor de piel en estos congresos.
Lo más cómico de estas discusiones sobre el matrimonio “natural”, es que no se puede legislar sobre el goce, tampoco la carta magna debería de tomar el camino divino, porque sería entonces el opus dei quien determinará el modo de regulación donde la normopatia será lo natural, recordemos anecdóticamente lo que sucedió con el representante de provida, llamado oprobiosamente, las tangas de Serrano Limón, este personaje defendía eclesiásticamente sus arrebatos, que no argumentos y se le encontraron para su triste suerte, entre sus “piernas” el uso de tangas, que según se dijo eran para uso doméstico, haciendo uso del recurso público, a cuenta de sus goces privados, eso sería el goce, lo incorregible de éste y todos los sujetos, que nos acerca más al mal que al bien. En este sentido es importante señalar que las disquisiciones que no debates, nos mantienen dando vueltas a la edad media, se supondría que el sujeto avanzó un poco más, y llegó a ciertas conquistas, aunque nuestro querido Freud nunca fue muy optimista, ya que sabía que la vida psíquica no evoluciona. Los debates son mas infantilismos psíquicos de sujetos que se supone tienen cierta capacidad pensante. Por otra parte, es importante señalar que la iglesia perdería su filón del cual se aprovecha, la “sagrada familia”, si pierde su sagrada familia pierde un soporte de su edificio ideológico y de manipulación social, y eso la iglesia no lo permitirá, por ello moverá a toda la sociedad, apelando a la divina naturaleza para defender su credo religioso.
* Doctor en educación, Lic. en Psicología