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MUJER

Por viernes 15 de marzo de 2019 Sin Comentarios

VERÓNICA HERNÁNDEZ JACOBO

¿Qué quiere una mujer? pregunta que Freud no pudo responder, es más, que nadie ha podido responder, porque hace parte de la constitución psíquica de las mujeres el no saber lo que quieren; ellas se identifican con la falta que es constitutiva del sujeto que pasa por la castración, el sujeto neurótico; por eso se presentan como seres en falta, seres que no saben con qué objeto llenar esa falta, o si lo saben –un hijo, un hombre, el estudio, el trabajo–, pues pueden errar, porque el deseo no se satisface con un objeto; no existe un objeto que pueda venir a satisfacer esa falta que llamamos deseo (Miquel Bassols, 2016).

El psicoanálisis tuvo que decir que la mujer no existe para que esta tuviera un lugar más visible, más presente, y hoy que se conmemora su día, diríamos que ella está siempre presente, su día sólo es el pretexto para rendirle honores. En la época de Freud la mujer tuvo que hacer uso de su histeria para hacerse más presente, y envolver con su cuerpo el mal histérico, para su pretexto contornearse, tirarse al piso, convulsionar víctima de su deseo, de un deseo insatisfecho, y provocar al otro, a ese aquelarre prohibido, usando su incipiente histeria para demandar al otro sus cuidados sus caricias su amor siempre insatisfecha y llena de idealidades.

La mujer para este hombre llamado Sigmund Freud se presentó siempre como un enigma, él le llamó continente oscuro, por la dificultad de explicarla toda, ya que frente a la mujer y lo femenino las teorías siempre quedan cortas, la de Freud les queda chica a ellas, nunca las alcanzan a completar, de ahí la interrogante Freudiana ¿Qué quiere una mujer? Es la pregunta ya que nunca vendrá una respuesta única, si acaso alguna que otra elucubración de universitarios, pero no siempre dan en el blanco, el enigma persiste e insiste. Frente a esto Freud prefirió guardar silencio ante la mujer, supo de manera sabía que era mejor dejarse enseñar por la histérica, en lugar de curarla, adaptarla o normalizarla, ella es incorregible, es anormal por naturaleza ya que el goce que la acompaña la desubica, la coloca en otro lugar incluso lejos del alcance de los hombres por su goce distinto que la opone a lo masculino, un goce femenino que la arroja al extravío, algunas veces a su locura histérica.

La mujer es eso que habita en el deseo de todos los hombres, de ahí que ella aparezca como necesaria universalmente porque vive en el fantasma y la fantasía del otro del deseo, más allá de lo masculino y femenino, puede ser incluso que la mujer es deseada no sólo por el hombre sino también por las otras mujeres, de ahí que aparece más enigmática y más compleja, ya que esos deseos que despierta y los lazos que instala la colocan como inalcanzable, a la vez ella se presenta como insatisfecha por la erótica desmedida que corre por su piel, ahí los sexólogos quedan desarmados, aparece en las mujeres el muro infranqueable de sus goces, y en ese momento a ella nada le falta por decir, o lo que se diga sobre su erótica, eso no es, la insatisfacción es en ella su eterno partenaire. Entonces el goce femenino seguirá siendo el continente oscuro, con el cual se chocará una y otra vez, ya que sobre esa nebulosa gozosa nada es posible decir, aún más el goce femenino es lo incurable, ahí médicos y sexólogos quedan al desnudo, ya que frente a lo incurable sólo está la impotencia como moneda corriente.

El cuerpo de la mujer esta labrado por la palabra no por el organismo biológico, ya que su cuerpo es solo una extensión del deseo que la habita, y poco o nada tiene que ver con sus hormonas, aunque estas muchas veces sean sólo tropiezos para alcanzar sus cosquillitas, no porque la zona erógena desaparezca sino por el bochorno ante la falta de esa hormona que deslumbra la pasión, pero el deseo siempre se mantiene a pesar de lo hormonal y puede tomar otros caminos donde incluso la depresión es una salida erótica, así como otros tantos síntomas. Con esto queremos decir que el cuerpo goza más allá del órgano genital, goza con todo su cuerpo incluso con sus síntomas, esto es irrebatible, ya que la mujer que es histérica es en sí un portal de goces porque como bien lo dijera Lacan es en el síntoma donde esta soportado el Otro sexo.

* Dra en Educación

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