ALBERTO ÁNGEL «EL CUERVO»
Debo haber tenido alrededor de 8 años… Quizá un poco menos… Me gustaba, siempre me gustó observar a la gente… Ella era bellísima… Así lo consensuaban todos los afortunados que podían mirarle… Era un ser enigmático y bello que motivaba admiración y algo más en todos… Mi padre, la miraba y se mostraba siempre orgulloso de tenerla a su lado… Altiva, con su mirada enigmática, siempre enigmática, derretía el paisaje ante la envidia de las flores… Así era ella, así… Capturaba las miradas y ninguna le perturbaba… Al lado de él, podía pasar noches enteras cantando para que, al tocar el piano acompañándola, dejara volar la imaginación y por fin se convirtiera en el Director de Orquesta que siempre quiso ser… “Sabrá Diooooos… Si tu me quieres o me engaaaaañaaaaas… Como no adivino viviré pensandoooo que me quieres solamente a míiiiii…” Y mi padre era el más feliz del planeta….
Siempre se ha dicho en diversos ámbitos, que detrás de un gran hombre hay una gran mujer… Después las feministas acérrimas, fueron modificando la frase pasando por situarla no atrás sino al lado como compañeros de lucha… Luego, algunas más dijeron que quien llevaba la batuta y el liderazgo es la mujer… Y pues… Basta con observar, observar acuciosamente para darnos cuenta de que efectivamente la mujer cada día más lleva el liderazgo en muchos rubros… El hombre ha sido siempre un ser errante… Un león que regresa para el apareamiento y luego busca de alguna manera desentenderse… Pero, ¡ojo! Esto no quiere decir que todos los hombres tengan ese comportamiento, ese sentir… No, existen padres que permanecen al lado de sus hijos hasta el último aliento… Pero se trata de hablar de la mujer… Ese ser enigmático, a veces incomprensible y absolutamente encantador que forma parte de una exsistencia plena… Por ello me gustaba observarlas… Desde niñas, su forma de ser es distinta (disculpando la opinión de algunas feministas)… Enigmáticas… Impredecibles… Encantadoras… Misteriosas… Mágicas… Multiperceptivas… Románticas y frías a la vez… Seductoras y lejanas… Son ese misterio eterno que nos cautiva y nos hace admirarlas de manera inevitable… En sínteis, son adorablemente imposibles de entender… Y aquí, debo comentarles algo que fue expresado por una mujer bella, talentosa, sensible, inteligente, culta y demás a quién pregunté: “¿Qué otro adjetivo utilizarías para describir a la mujer…?” y con su sonrisa angelical partiendo de ese rostro angelical en una intención angelical, me contestó con un neologismo impactante: “¡Rejisas de la chingada!”… Pero no fui quien lo dijo, que conste.
Canciones van y canciones vienen… Y las consejas surgen una y otra vez señalando que a la mujer no se le debe intentar entender, bajo el riesgo de que la conducta que se adopte siempre será la equívoca… Hay que amarla y ya… Eso dicen las canciones, los poemas, los refranes etc. Y yo, opinaría que a la mujer, además de amarla profundamente hay que admirarla. La fémina, per se, es digna de admiración porque tiene que lidiar con muchos avatares que al hombre no le afectan… Siempre he dicho que la mujer, inevitablemente tiene que poseer la capacidad de ser hija, hermana, esposa, madre, nutrióloga, enfermera, neumóloga, internista, traumatóloga, psicoterapeuta, administradora, química, física, matemática, electricista, albañil, plomero, chofer, consejera, chef, tintorera (de tintorería), y un sin fin más de oficios que adquiere por necesidad… Me resulta curioso el escuchar por boca de las mujeres mismas preguntas o comentarios que aluden al trabajo del hogar con una intención peyorativa… “¿Tú trabajas, o estás en tu casa…?” “Bueno, es que como tú no trabajas pues no puedes entender a una mujer ejecutiva” “¡Ay, qué cómoda tú que no tienes nada qué 17 * Pintor, Intérprete, Autor * foto: casaliria.com hacer más que estar en tu casa atendiendo a tu marido y a tus hijos…!” Y más curioso me resulta que ese tipo de comentarios los he escuchado de mujeres que se llaman a sí mismas “feministas”… ¿No debería acaso una feminista defender a la mujer en vez de menospreciarla y atacarla veladamente…? ¿No debería una feminista valorar el trabajo en el hogar y en todo caso luchar porque sea más justo y equilibrado en vez de descalaficar a las amas de casa como si fueran seres que se encuentran perdidos en una mediocridad… Una mediocridad que solamente existe en la imaginación de aquellas que las minimizan…?
Cierto es que, muchísimas mujeres son verdaderamente exitosas en la política, en la ciencia, en los negocios o en el arte, sólo por mencionar algunos rubros… Así, en nuestro México, tenemos muchas mujeres que han trascendido en la historia, en el mundo, en distintos ámbitos. Ejemplo de ello, es Adela Velarde Pérez, la celebérrima Adelita… Esa, sí, la de la canción…
“Popular entre la tropa era Adelita / la mujer que el sargento idolatraba / porque a más de ser valiente era bonita / y hasta el mismo coronel la respetaba…”
Adela Velarde Pérez, después de terminar apenar la educación básica, decidió incorporarse a las filas de la División del Norte como enfermera… Ella siempre había querido estudiar medicina y al vivir esos tiempos convulsos de la revolución maderista, vio la oportunidad de acercarse a su vocación convirtiéndose en enfermera de la Cruz Roja… Adelita, como le llamaban cariñosamente los soldados, se multiplicaba atendiendo el sufrimiento de los heridos en batalla… Pero no conformada con atender heridos como una enfermera entregada, Adelita, participó activamente en las batallas… Era común verla con su Mauser y sus cananas disparándole a “los pelones”… Siempre valiente, Adelita servía de ejemplo para todos los revolucionarios… Así, se fue ganando el afecto de todos y su fama y su prestigio fueron creciendo tanto, que al pasar el tiempo, a las mujeres combatientes de la revolución, comenzaron a llamarles Adelitas… De ahí, se derivó el apelativo a esas no menos valientes damas que ponen en alto nuestra tradición mexicana en el llamado Deporte Nacional que es la charrería, hoy por hoy, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por parte de la UNESCO al igual que nuestro Mariachi. Me refiero a las integrantes de la Escaramuza… En verdad es a veces escalofriante el observar las suertes que esas amazonas realizan a todo galope en sus cuacos cuarto de milla con la vara en una mano y el freno en la otra… Verlas ejecutar magistralmente esos cruces o el abanico y demás suertes en las charreadas, mismas en las que actualmente se califican con toda la seriedad que merecen contribuyendo así para su equipo y su asociación de manera relevante. Así, las Adelitas de la Escaramuza, rinden un homenaje a Adela Velarde Pérez cada vez que valientemente muestran sus habilidades en las charreadas.
“Y se oía, que decía… / Aquel que tanto la quería…/ Adelita se llama la joven/ a quien yo quiero y no puedo olvidar / En el mundo yo tengo una rosa/ que con el tiempo la voy a cortar…/
Adelita, según el decir de quienes le conocieron, lo mismo estaba en la metralla, que atendiendo heridos, o bien echando tortillas en el comal… Ninguna labor la arredraba… ¿Eran otros tiempos…? ¿Eran otras circunstancias…? Tal vez… O tal vez no… Porque la mujer de hoy en día, esa, la que tiene que, bajo la educación autodidacta pero no por ello menos valiosa, se convierte en poseedora de los secretos de todos los oficios en tanto que una gran, una enorme luchadora revolucionaria, una soldadera que no se rinde jamás porque tiene que proteger un baluarte incomparablemente valioso: Sus críos… Y por extensión, su familia… Por ellos es capaz de entregar la vida sin pensar siquiera en dar un paso atrás. Por eso, en esta ocasión de la celebración en memoria de aquellas mujeres que entregaron la vida misma por ganar los derechos de que hoy gozan las mujeres del mundo entero, quiero referirme a esas Adelitas, a esas Soldaderas, A esas Revolucionarias que llevan su lucha día a día en todas las trincheras… En todas… Esas mujeres que no tienen tiempo ni de respirar haciendo “planas de las vocales” y curando heridos de la guerra con resortera o consolando a quien necesite que le escuche después de un día triste… Y siguen siendo bellas, enigmáticas, misteriosas, mágicas, seductoras, dulces, protectoras, entregadas, inteligentes, preparadas… Sí, preparadísimas porque son capaces de investigar a profundidad la adecuada manera de realizar lo mismo una pequeña curación con vendoletas, que vigilar adecuadamente la dieta para disminuír el colesterol y de igual manera atender una infección intetinal en forma docta y autodidacta e incluso corregir errores de algún Médico que descuida algún detalle aplicando la ciencia médica a sus críos. Para esas mujeres, que no tienen horario, ni contrato, ni prestaciones ni sindicato que las defienda… Esas Adelitas del hogar que comienzan antes del amanecer y terminan hasta el nuevo amanecer si es menester hacerlo… a ellas va mi reconocimiento, mi agradecimiento y mi aplauso dada su entrega, su valor y su amor incondicional hasta dar la vida misma si así se los requieren.
“Si Adelita se fuera con otro/ Le seguiría la huella sin cesar/ Si por mar en un buque de guerra/ si por tierra en un tren militar / Soy soldado y la Patria me llama/ a los campos que vaya a Pelear / Adelita, Adelita de mi alma/ No me vayas por Dios a olvidas…”
* Pintor, Intérprete, Autor