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EL CAPITAL CULTURAL

By viernes 1 de marzo de 2019 No Comments

MARÍA TRINIDAD LÓPEZ LARA

La globalización, ese tiempo que nos toca vivir, ha dado un nuevo giro al viejo debate entre valores universales y relativos. En el campo cultural, se ha virado de su concepción más tradicional, donde cultura se igualaba a civilización, se planteaban diferentes grados culturales en los individuos y entre las sociedades, se proponía un canon universal y se hablaba en términos de cultos e incultos, alta y baja cultura al giro que los estudios antropológicos postulan que todas las culturas tienen el mismo valor, de ahí la importancia del capital cultural.

El concepto sociológico de capital cultural fue acuñado y popularizado por Pierre Bourdieu, quien lo define como la acumulación de cultura propia de una clase, que heredada o adquirida mediante la socialización, tiene mayor peso en el mercado simbólico cultural, entre más alta es la clase social de su portador. Este Capital cultural ha sido utilizado con rigor en este campo de la sociología y en los recientes estudios culturales se hace énfasis en sus dos formas de presentación: material e inmaterial.El capital cultural es tangible en forma de monumentos, sitios, conjuntos históricos, bienes muebles como pinturas, esculturas, etc. Intangible cuando nos referimos a usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas, junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que le son inherentes, que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural.

Se ha avanzado bastante en la reconocida y valiosa labor de proteger el patrimonio mediante medidas de conservación, reglamentación o de resguardo en museos; sin embargo se hace patente cada día la necesidad de recrear los significados del patrimonio, a veces a partir del legado histórico y a veces como nueva creación frente a otras condiciones de vida. De ahí el énfasis reciente en el patrimonio vivo, o el patrimonio inmaterial como sustento de la diversidad cultural y como recurso para el turismo, ene se sentido el turismo cultural también ha sufrido cambios, motivados por la rápida evolución que han experimentado, influida por el cambio que ha producido el uso turístico del patrimonio en relación a las demandas y, a la voluntad de la administración y de los agentes culturales por poner en valor sus recursos; así como, debidos a las nuevas demandas sociales respecto a la cultura.

El concepto de capital cultural nos permite trazar un puente entre la cultura y la economía, no como dos esferas autónomas de la vida social, (en sentido estricto la economía y la política son expresiones culturales), sino como método para presentar los fenómenos culturales en sus aspectos esenciales (materiales e inmateriales) de una manera comprensible tanto para el discurso económico como el discurso cultural. Para encontrar puntos de encuentro entre los intereses culturales y los intereses económicos, es útil, la noción básica de creación de valor como resultado de un proceso de desarrollo que equilibra el acceso a los bienes y servicios materiales con las necesidades de expresión y reconocimiento, identidad y sentido de la vida que manifiestan las comunidades creadoras y portadoras de un patrimonio que es necesario conservar.

De ahí que la relación patrimonio-turismo y capital cultural resalte la necesidad de adoptar modelos de desarrollo sostenible, de forma que el patrimonio actúa primero como recurso cultural, y si es acondicionado correctamente para ello, también va a actuar como recurso turístico. Para que esto suceda hace falta que se den una serie de requisitos puesto que la sola presencia de elementos patrimoniales no implica la existencia de recursos turísticos. Para ello es necesaria su adecuación y puesta en valor, de hecho un elemento cultural no es recurso turístico si primero éste no es identificado como un bien patrimonial, y después transformado o gestionado por agentes públicos o privados, para que lo incorporen al mercado turístico. Con este fin, es necesario establecer una aproximación física, que permita el acceso a los bienes, y una aproximación conceptual o interpretativa (también llamada accesibilidad intelectual); así como, una importante y minuciosa labor de difusión, en la que han de emplearse estrategias versátiles y asequibles que sean capaces de calar en la sociedad. Con esta idea, la interpretación del patrimonio supone la creación de estrategias de comunicación que permiten revelar el sentido de los espacios al tiempo que desempeña un papel fundamental en la difusión, puesta en valor y conservación del patrimonio, contribuyendo a reducir los impactos negativos que los visitantes pueden ocasionar, así como a reforzar la labor del gestor del patrimonio.

Ante estas circunstancias, el turismo cultural adquiere una postura nueva referente a que el visitante ya no es un mero espectador, sino que se transforma en un agente activo, además, el tiempo ha motivado también que la actividad turística pierda las connotaciones negativas que en un inicio se asociaban a ella y ahora se busque la mejora de la integración de los intereses del turismo y el patrimonio a través de la planificación estratégica. Para ello, el turismo cultural ha de cumplir cuatro requisitos: el desplazamiento ha de presentar características turísticas (implica pernoctación); debe existir deseo por cultivarse, conocer y comprender los objetos, obras y personas; debe realizarse consumo de una prestación cultural y debe utilizarse un elemento intermedio que sirva como mediador y que genere y ponga en valor el producto cultural, para ello es necesario analizar las funciones sociales, históricas y contemporáneas, de una determinada obra o sitio construido, junto con los parámetros de diseño utilizados en la expresión arquitectónica, cultural y urbana, las técnicas y materiales de construcción, la historicidad del sitio, etc., para mantener y proponer modelos de integración, intervención y ejecución arquitectónica y urbana en forma armónica, rítmica, ordenada y compositiva. Es de suma importancia que la sociedad reconozca cuáles son los testimonios que constituyen los bienes de su patrimonio cultural y orientarse para fortalecer y optimizar el aprovechamiento racional de sus recursos y atractivos naturales y culturales, fortalecer su infraestructura, la calidad de los servicios, la innovación y desarrollo de sus productos turísticos, el marketing y la tecnificación, en suma acciones que contribuirán a detonar el crecimiento del mercado turístico de su localidad.

* Directora UAdeO, Campus Guamúchil

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