MARÍA TRINIDAD LÓPEZ LARA
Si la Pascua representa desde la perspectiva teológica el centro del año litúrgico, Navidad es la fiesta más humana de la fe, puesto que nos hace sentir de la manera más profunda la humanidad, ya que tratamos a Dios como tú porque nos sale al encuentro como niño. Así la Navidad es una celebración que invita a la meditación, este tiempo de preparación nos da la oportunidad de reflexionar en el acontecimiento más hermoso de nuestra historia, la Navidad presenta diversas tradiciones y símbolos, es la fiesta más antigua del cristianismo que conmemora el advenimiento de Jesús a este mundo, es celebrada con enorme alegría y con más manifestaciones populares que es considerada una fiesta universal, la mayoría de las tradiciones de Navidad han crecido y se han desarrollado en el seno de la iglesia católica, incorporando creencias y tradiciones étnicas locales.
Cuando ya se percibe por todas partes el espíritu navideño, vivimos una fiesta entrañable, sensible, bulliciosa, una fiesta de invierno predominantemente social que da lugar a iluminaciones públicas, felicitaciones con tarjetas apropiadas, villancicos, intercambio de regalos, cenas suculentas, árboles navideños, nacimientos, posadas, pastorelas; en fin un tiempo intensamente festivo, popular y hogareño, a la vez esta celebración que se lleva cabo cada año, es la más vivencial de las manifestaciones religiosas y el involucramiento de los integrantes de la comunidad a niveles muy profundos.
Es difícil precisar cuándo comenzó a celebrarse la Navidad tal cual hoy la conocemos. Lo cierto es que las costumbres, mitos y leyendas que se le fueron sumando a lo largo de los siglos provienen de muchos países y al correr de los siglos, poetas, cultos y populares han dedicado numerosas composiciones, textos, cuentos y fantasías a la Navidad. La palabra Navidad es un diminutivo de Natividad, que viene del latín nativitate que significa “nacimiento”. En las Navidades se dan diversas dimensiones significativas: una es psicológica o psicoterapéutica, como el retorno al nacimiento (año nuevo, virgen-madre y binomio madrehijo); otra es meramente religiosa, como la renovación y santificación de la existencia (presencia de lo divino, nostalgia de lo religioso); por último, está la dimensión cristiana, centrada estrictamente en la Epifanía de Jesús, el Salvador. Para vivir esta experiencia cristiana disponemos, sobre todo, de la extraordinaria simbología navideña, en la que podemos destacar los relatos de la infancia, las celebraciones litúrgicas, las dramatizaciones populares y las costumbres de la religiosidad tradicional. Y entre las tradiciones, los regalos, las canciones, las personas el corazón se va llenando de esperanza, de ilusión, de amor. Hay un pasaje bíblico que nos habla sobre la Navidad y a continuación describo:
“Y aconteció en aquellos días que salió un edicto de César Augusto, para que se hiciera un censo de todo el mundo habitado. Este fue el primer censo que se levantó, cuando Cirenio era gobernador de Siria. Y todos se dirigían a inscribirse en el censo, cada uno a su ciudad. Y también José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David, para inscribirse junto con María, desposada con él, la cual estaba encinta. Y sucedió que mientras estaban ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito; le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
”En la misma región había pastores que estaban en el campo, cuidando sus rebaños durante las vigilias de la noche. Y un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor. Más el ángel les dijo: ‘No temáis, porque he aquí, os traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo; porque os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo, el Señor. Y esto os servirá de señal: hallaréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre’.
”De repente, apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, alabando a Dios y diciendo: ‘Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace’” (Lucas, 2: 1-14).
Con el paso de los años, la Navidad dejó de ser una fiesta meramente religiosa para convertirse en una tradición de reunión familiar, que se celebra en muchos países, independientemente de la religión que se practique, ya que es un tiempo de celebración del misterio de la irrupción de lo divino en la historia humana, lo cual nos impulsa a vivir la solidaridad con nuestros semejantes. Todos queremos ser niños nuevamente, es la época en la cual la fantasía se toma a la realidad y sin sorprender, todo se torna mágico. Vivimos en la nieve sin tenerla y para muchos de nosotros es desconocida, pero el ambiente invita a disfrutar de su frescura, porque acá para estos lados de muestro Pueblo Mágico de Mocorito no hace tanto frío sin embargo en la fantasía viajamos en tren por pueblitos nevados, también nos transportamos a un mundo de aldeas y pesebres, todos queremos tener uno muy real, pero acudimos a colores inimaginables, las luces semejan un cielo permanentemente estrellado y por un mes, la fe se aviva en los corazones, es Navidad y los buenos deseos inundan las mentes, siempre esperanzados en un porvenir mejor. Hay muchos quienes critican la Navidad y, especialmente, el consumismo excesivo que la acompaña. Desde mi experiencia personal, siento que, en realidad, no tiene nada de malo inicialmente. Muchas veces sentimos la necesidad de liberar nuestra mente de las preocupaciones y volcarla hacia aquellas cosas que nos hagan sentir más felices, aunque sea por unos momentos. En este aspecto, elementos tales como el árbol de navidad, las luces, la cena y la entrega de presentes constituyen toda una tradición y una instancia de agradecimiento y la retribución hacia los demás son momentos llenos de alegría siendo ésta el don en el que todos los demás dones están resumidos, es la expresión de la felicidad, del estar en armonía consigo mismos, algo que sólo puede derivarse de estar en armonía con Dios y con su creación.
En conclusión, la Navidad no sólo son regalos, tampoco es fiesta pagana, Navidad es tiempo de reflexión, es acordarnos de los que menos tienen y compartir lo poco que tenemos, porque hay que recordar que, con abundancia o escasez, con salud o sin esta, tengamos una feliz Navidad, confiando que el mañana será diferente si logramos encaminar nuestras vidas por el sendero de la humildad y la sencillez, sólo basta con mirar a nuestro alrededor, tenemos una linda familia unida, buenos amigos que nos animan siempre y, lo mejor de todo es que tenemos fe y fantasía, es la fiesta del amor y la fraternidad, es la oportunidad de volver a empezar ¿Qué más podríamos pedir? Celebremos la Navidad en nuestros corazones. Ms nietos son Navidad, ya que veo a través de sus ojos, las luces, los villancicos, regalos, el árbol de navidad, nacimientos, santa Claus, sus caritas rebosantes de alegría y revivo la historia de amor y del alma que vuelve a florecer.
El hogar ya viejo, se torna joven y se renuevan las
esperanzas.
Los nietos son la fortuna de los años de mi sensatez.
Para Alexyto y Santiago
Que la dulce magia de la navidad, llene de felicidad sus
corazones.
¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!
* Directora de la UA de O Campus Guamuchil