ALBERTO ÁNGEL «EL CUERVO»
Se acerca el fin de año… Nuevamente las reflexiones nos llevan a considerandos en todos los sentidos, a propósitos de año nuevo, a intenciones hedonistas para despedir al que termina… Y sobre todo, a remembranzas un tanto melancólicas que se agolpan en el alma y la piel cada vez que un ciclo como este va apresuradamente terminando… En alguna ocasión Hawkins, ese enorme científico, dijo refiriéndose al tiempo, que la sensación que nos envuelve en torno a que cada vez transcurre más rápido la vida en general, no es solamente una sensación subjetiva y tal vez relacionada con la edad, sino que en realidad el tiempo es cada vez más corto, se desliza con mayor rapidez…
Acto seguido, aclaró o tal vez sea mejor decir que intentó aclarar en mi caso, lo que esto quiere decir desde el punto de vista científico, de la astrofísica y las matemáticas… Confieso que no he logrado entender jamás todo lo que él y muchos otros científicos dicen… Conceptos como el que el tiempo y el espacio son algo concreto y de pronto “se doblan”, se “tuercen” y demás para cambiar radicalmente y pasa el término a tener un significado material, objetivo para decirnos que puede, en determinados casos tener características totalmente distintas en la duración, por ejemplo… ¡Para volverse loco…! Es algo parecido al intentar imaginar o más bien comprender exactamente lo que significa la eternidad… O simplemente intentar contar hasta el número más grande para comprobar que son infinitos… Infinitos como el universo que, insisto, en ciertos momentos puede doblarse para reducir la infinitud a la mitad y consecuentemente el tiempo para recorrerla… Definitivamente es para volverse loco… Lo mismo sucede cuando se intenta comprender exactamente el proceso creativo y/o el por qué o los por qué del trabajo en el arte. Revisando entre mis libros viejos, me encontré con uno que cumple exactamente con la intención del arte ( y definitivamente la Literatura lo es) en torno al perturbar la emoción de quien se acerca a ello… Y es un libro que publicó una editorial que era tremendamente socorrida por todos los de entonces vanguardistas o con intenciones de serlo ya sea activamente en tanto que creadores, o pasivamente o algo así, en tanto que lectores que señalaran con su preferencia y opinión, el camino que el creativo seguía… Me refiero a la Editorial Extemporáneos… Muchos títulos de esta editorial… Romántica editorial que por derecho propio se ganó el respeto y reconocimiento como valientes editores de vanguardia, sufrió amenazas, represiones, restricciones en torno a suministro de papel etc.
Y de pronto, las librerías en donde se publicaron tantos y tantos títulos interesantísimos, títulos que despertaban conciencia, fueron desapareciendo… Uno de esos títulos que aún conservo, se llamó “Los Muros Tienen La Palabra”, libro pequeño en formato y enorme en contenido basado en frases que en un principio fueron recolectados de escritos en las bardas, en los muros de la ciudad en torno a todo aquello que en esa época no podía decirse a riesgo de terminar torturado en alguna prisión. Ese título fue tan exitoso, que se convirtió en una colección de varios títulos más de esa extraordinaria editorial en los que se citaban frases impactantes de distintos autores afamados o no, cuyo contenido intentaba despertar conciencias…
Siempre he pensado que uno de los problemas más graves de la humanidad y sobre todo de nuestro México, es la falta de conciencia, la ausencia de individuos pensantes que vayan más allá de caprichos pequeño burgueses para experimentar la vida con plena razón y lucidez. Así, se hace necesario escribir y leer acerca de esos autores y frases que impactan directamente en la conciencia para lograr hacer despertar a la gente… La gente que camina como fantasmas obnubilados entre la intención oficialista de hacerles permanecer así, en una especie de obscurantismo que motive la ausencia de protesta y manifestaciones de inconformidad…
Siempre se ha sabido que esta labor, encierra riesgo para los poderosos, siempre se ha visto que el que el pueblo se envuelva en el conocimiento, que el pueblo lea, que el pueblo despierte, que el pueblo, en síntesis, tenga acceso a la información y la cultura, engendra un “riesgo” muy grande porque el conocimiento y la conciencia clara acerca del existir y lo que esto conlleva, forma mentes críticas…
Y eso, es lo que menos conviene a los poderosos llámense gobernantes, empresarios, ministros civiles o eclesiásticos, etc. Por ello, es inconveniente que surjan empresas como lo que fue aquella editorial Extemporáneos que misteriosamente desapareció o cuando menos fue minimizada con intención o sin ella cuando menos de manera abierta. Pues el libro al que en un principio me refiero, y que cae precisamente en ese rubro de la lectura que despierta, que motiva conciencia, lleva un título muy sugestivo en este sentido, un título que en el nombre ya motiva de manera incendiaria la polémica defendiendo desde la trinchera que se escoja, una postura y otra. Se llama “El Arte… ¿Para Qué?”… Título original de esta obra escrita por Michel Ragon, “L’art: Por Quoi Faire” y fue publicado en 1971 en Bélgica… Siempre he estado de acuerdo con un antiguo axioma que dice: “Tradutore e traditore”, la traducción en general traiciona la semántica original, pero en este caso, la traducción que hizo Manuel Arboli Gazcón al español, es maravillosa. Se hace la primera edición de este libro, para la Editorial Extemporáneos en el año de 1974. Se situaba la editorial en cuestión, en la Avenida Melchor Ocampo hoy en día circuito interior…
Esa mágica Avenida Melchor Ocampo, donde en una ocasión de conviviencia con mis hermanos Ponchito García, gran editor musical y Mario Arturo el Gato Ramos, nos encontramos frente a frente con la magia literaria dado que en una mesa del rincón del restaurante situ en la Avenida mencionada, se encontraba sumergida en un cuaderno, Pita Amor, la afamada poeta mexicana. En único que se animó a ir a saludarla, fue mi hermano Gato y yo tímidamente intenté seguirlo permaneciendo a la expectativa… No se bien a bien lo que habrán hablado, pero sí me di cuenta del rechazo de Pita a la intención de Mario de charlar con ella cuando con esa risa franca y burlona hasta de si mismo que al Gato caracteriza, regresó diciendo algo así como “nos mandó a la chingada”…
Todo terminó en risas y brindis y libación y todo, como dijera el afamado poema del brindis del bohemio, pero la magia ya estaba dada… Pues ahí en esa avenida estaba la editorial. Y el libro El Arte Para Qué, me llamó la atención desde el sólo nombre, así que haciendo un sacrificio (en aquella época cada centavo recolectado encerraba una dificultad inimaginable para mí…), pero al adentrarme en sus páginas, pude ir entendiendo gran parte de las charlas con mi hermano Gato, pude ir también “despertando” y haciendo conciencia de lo que sucedía y continúa sucediendo en torno a la manipulación de la información que los poderosos intentan para continuar con sus cotos de poder intactos… Frases impactantes a cada página, a cada renglón, me hicieron en aquella época ir subrayando y comentando al margen todas las ideas que iban surgiendo de la lectura…
“El artista es el bufón del rey; el rey es el mundo donde vive el artista…” Y basta con revisar cualquier intención o cualquier manifestación dentro del trabajo del arte, para convencerse de lo impactantemente acertada que es esa frase… No existe finalmente la absoluta libertad en el arte… Siempre es manipulado aunque sea en la más discreta y sutil forma… Así, el arte en mayor o menor grado siempre se encuentra al servicio de los poderosos a menos que borre totalmente de si en la manos del creativo en turno, toda intención de trascendencia… Los mismos filósofos del arte tan afamados como Hipólito Taine, han llegado a considerar al arte como y sólo como “un ornato de la historia”. Taine, admiradísimo Taine, decía que “las obras de arte son el resultado de la extracción, verificada por su autor, de las circunstancias exteriores, cuales el medio, el momento y la raza”.
En este libro, nos encontramos con muchas frases que caen sobre nuestro pensar y sentir, como verdaderas enormes lápidas pero que, insisto, nos hacen cobrar conciencia para seguir en la lucha por abrir los ojos y motivar que los que nos rodean hagan lo mismo. En este libro maravilloso nos encontramos con que el arte se ha constituido una práctica turística más que cultural y aquellos que tienen el poder, la capacidad económica de viajar y visitar el Louvre, por ejemplo, intentan recorrer todo el museo a gran velocidad para que a su regreso muestren fotos que hagan constar que estuvieron ahí pero no porque hayan disfrutado sino por obtener un prestigio, un reconocimiento turístico con esas imágenes ya que, tristemente, del Louvre, lo único que les queda es una fotografía… Volviendo al pequeño gran libro de El Arte Para Qué, nos dice que: “Herbert Read queda perplejo ante la indiferencia de la mayoría de nuestros contemporáneos frente al arte de su tiempo… En el curso de las edades… hasta el inicio de la época moderna, no se concibe la existencia de una sociedad sin arte o de un arte carente de significación social… Por eso uno se pregunta cómo es que las sociedades modernas se han vuelto insensibles al arte…” ¿Qué es el arte burgués y qué es el arte proletario? Cómo se relacionan el arte y la política…
O bien hasta qué punto es cierto la muerte del Arte… Rubros como la buena conciencia de la vanguardia en el arte o el arte como valor espiritual, el arte como revolución permanente, son algunas de las cosas que motivan conciencia al leer detenidamente este maravilloso pequeño gran libro de aquella editorial que tanto nos dejó y desapareció porque al poderoso no conviene que el pueblo tenga conciencia…
* Pintor, Intérprete, Autor