Nacional

FIL DE GUADALAJARA: BILOCACIÓN DE LIBRO Y LIBERTAD

By viernes 30 de noviembre de 2018 No Comments

MIGUEL ALBERTO OCHOA

Vine a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara con el mismo remordimiento que un anfitrión siente cuando tiene que abandonar una fiesta él mismo organizó. Los visitantes, provenientes de El Salvador, Honduras, Nicaragua y Guatemala, llegaron a la fiesta llamada “Tijuana” a través de una caravana que cruzó molestias, culturas y sacrificios, hasta llegar a Baja California. Los visitantes buscan refugio y sobrevivir al calor o al frío, pero, sobre todo, buscan cruzar hacia Estados Unidos para estar a salvo. Es algo raro, no sé sus nombres, pero sé quiénes son. Les dicen migrantes, inmigrantes, refugiados, plaga, etc. Yo les digo visitantes, algunos se quedarán, otros están de paso, y los valientes —los menos—, intentan cruzar el muro (el cerco, la border, la muralla…) a la puritita fuerza. Muchos niños vienen, mujeres y hombres, jovencitos y jovencitas, y luego sus fantasmas, la gente que fueron dejando, que se quedaron donde peligraban sus vidas. Muchos vienen, y vienen más.
Vivo en Tijuana, y cuando estuve en la misma ciudad de que ellos quise dejarles unos pasteles para que algunos celebraran sus cumpleaños, al final quise desistir, y en el último momento mejor compré algunos víveres y comida: lo esencial, pues. Sigo sin saber sus nombres, y los veo comprando libros en la FIL, hospedándose en el Hilton frente a Expo Guadalajara o en el Hotel RIU en Chapalita. Están en todos los stands, en la línea N, L, M, en todos, los hondureñitos juegan en la FIL niños y los veo ahí rascándose la cabecita llena de polvo y la pancita llena de hambre. Les encanta cruzar corriendo de stand en stand, así están acostumbrados. Los guardias les revisan la mochila antes de entrar a Expo Guadalajara y les descubren cada cosa.
No puedo estar en dos sitios, ¿o sí? Quizá yo no, pero ellos sí. Porque ellos son tantos y yo soy tan pocos. ¿Plural? Sí, soy dos, uno en Tijuana y otro aquí, a unos 2.4 kilómetros de la FIL, escondiéndome de wikiescritores — engendrados con las palabras del Diccionario del Diablo de Ambrose Bierce— así como de los editores que siempre miran bajo el hombro, exquisitos.
Aquí me guardo, como huraño, comiendo tortas ahogadas y otras comidas típicas de Guadalajara. Aquí me guardo, en la casa de mi tía Josefina y en las palabras de mi tío abuelo que saben a historias de familia, aquí me guardo en los brazos de gente que ni me conoce pero que saben que soy suyo por la sangre útil que nos une. No sé en qué momento los momentos se fueron y quedó sólo un instante evaporado, que me he seguido siendo desde que llegué aquí. Llegué como supuesto editor y me transformé una maraña de ternura familiar.
Siento que podría estar comprando más libros en los albergues de mi ciudad, ahí sí podría estar en las firmas de libros, en las novedades, en las charlas importantes; ahí sí podría estar tomándome fotos con Sergio Mayer mientras Nicolás Alvarado le dice a la oreja quién es quién en el mundo editorial, cultural… o de las letras, o intelecto… podría estar haciendo cola para entrar al Salón Padre Chava, al salón Albergue Benito Juárez, al Pabellón Literario Honduras, al stand de El Salvador, al de Nicaragua, al de… El Migrante Librería; Libros Madre Asunta; Cooperativa Editorial Frijoles Marranos. Me encantaría estar en el Foro para Editores Migrantes.
Bilocación, San Francisco de Asís. Bilocación, Miguel Ochoa. Bilocación, migrante migrado. Llegué a FIL Guadalajara porque me dijeron que aquí se encontraba la totalidad, una tal Tijuana. Frente a frente a las novedades de Colofón, abro la página número 13 de libro más vendido, y encuentro las huellas dactilares impresas con tierra de alguien más, comparo al tamaño de mi pulgar con el de la huella y noto una diferencia descomunal que me hace cerrarlo al momento: me mancho el dedo. Me quedo con esa huella, que después de tratar de limpiarla también le hace mácula en la mano izquierda. Dos horas después las dos manos están infestadas de tierra de esa página número 13 de la novedad editorial más vendida de Colofón. No hay vuelta atrás, han llegado acá y se han instalado también en la literatura. Se ha escuchado que el comité organizador de la Feria les ha mandado hacer un gafete especial, a los 7.500 migrantes, a los 10.000 lectores centroamericanos, a los 15.000 humanos visitantes que saben de viajar para salvar sus vidas, y la de uno, que nos han enseñado a querer las distancias largas y nos han hecho confiar en las piernas, y nos han hecho voltear a los sueños buenos, tontos y migrantes; a los sueños necesarios para sobrevivir. Me siento, Elena Poniatowska hablará, Juan Villoro hablará, Charles Simic hablará, pero yo ya he migrado. El silencio es bueno para que no me saquen, todavía.
—Disculpe, el Salón de la Poesía cerrará y mañana se reanudan actividades.
—¿Qué te hace falta, hermano? ¿De dónde vienes? ¿También quieres cruzar? Quédate aquí, aquí nos tendrás a nosotros y no perderás nada. En cambio, si cruzas.
—Tome, aquí está un mapa para que se ubique, señor.

* Coordinador de círculos de lectura UA de BC / CECUT, Tijuana

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