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ÉXODO

By viernes 30 de noviembre de 2018 No Comments

CARLOS VARELA NAJERA

En toda aldea existía un individuo degradado, expulsado de la sociedad, que vivía de las magras limosnas en la mayor pobreza. Sólo a él le estaba permitido acercarse, a la distancia de un brazo extendido, a quien había cumplido el último deber hacia un difunto. Luego, cuando expiraba el periodo de segregación y el impurificado por el cadáver podía volver a mezclarse entre los suyos, toda la vajilla de la que se hubiera servido en ese tiempo peligroso era destruida, y desechado todo abalorio con que se hubiese adornado. (Sigmund Freud, Tótem y tabu, 1913).
El discurso capitalista concibe al sujeto como un desecho, así como sus gadgets tienen fecha de caducidad, ubica a un sujeto como un obrero inacabado, por lo tanto nunca debe de ganar lo suficiente, siempre debe ser explotado. Cuando el capitalismo frena el desarrollo en sus pueblos al apropiarse de su naturaleza y bienes, los sujetos tienen que emprender un éxodo al país de sueño, un país que convierte a su pueblo en un desecho endeudado en pura muerte, cuya deuda salda con sangre.
En su éxodo atraviesa fronteras, la moneda corriente que recibe como apoyo es del orden de la expulsión, como si este caminante no conforme con encarnar la pobreza y vivirla atrozmente, el otro de lo social, su vecino distante le atribuye desde su prejuicio la encarnación del mal, racismo, burla y escarnio, son modos absurdos de concebir a este migrante, que con familia y sueños camina agrestamente entre el oprobio y la limosna, tal vez para que esos dadivosos que le otorgan pan descansen de su conciencia compensando el odio refunfuñado y guardado, que en la limosna se descarga como mea culpa.
El país de los sueños lo espera para colocarlos en la soledad de los sepulcros, en el olvido sin reconocimiento, más aún ante las políticas migratorias de Estados Unidos tan deshumanizados, el migrante no es más que un peligro caminando que debe ser exterminado, esto ante la frontera armada y resguardada por texanos que ven al invasor como un enemigo a acabar, antes de que contamine su paraíso terrenal, por eso se espera un exterminio racial generado por una política de odio de Mr. Trump, que no cesa de no escribirse. Freud sabía que el semejante se concibe siempre como hostil, pues ahí vienen muchos semejantes hostiles caminando para los texanos, ya que su carácter de extranjeros, de extraños, es amenazante para un condado y para todo Estados Unidos, mas, con aquellos que comulgan con las políticas de odio satanizando al migrante.
Pero la segregación más radical probablemente la vive el sujeto que viene a la tierra prometida, sin darse cuenta que él es extraño aun de sí mismo, esa extrañeza íntima que lo coloca en una carencia estructural tanto económica como subjetiva por todo aquello que deja atrás para colonizar sus sueños. Además extraño de sí mismo, piensa que cuando llegue a Estados Unidos recuperará el placer perdido, su das ding freudiano, esto lo coloca cerca del maratonista, apurando su paso para reencontrar su placer que Estados Unidos le tiene guardado para su disfrute, sin pensar más allá que la búsqueda muchas veces queda como causa perdida, ahí donde el goce doloroso lo recuerda. El exodista estará siempre a merced del otro, a merced de su reconocimiento, pero como Trump ha criminalizado lo extranjero, y aún los hijos nacidos en su propio país no serán reconocidos, podemos afirmar que lo que les espera a estos soñadores que están en su legítimo derecho a soñar, es un no-reconocimiento, es decir usted no es bienvenido, siempre será un no-bienvenido, eclipsando al sujeto, colocándolo como un enemigo de nuestro país vecino, de víctima a terrorista, serán sus rasgos unarios, sus cartas credenciales un latino peligroso, el exodista a los ojos gringos será un in-mundo, un sujeto sucio e indigno de confianza, ese es el trato simbólico que reciben muchos mexicanos y centroamericanos en ese país, no creo que con las políticas de exterminio vayan a cambiar ese modo de tratar lo extranjero a no ser como enemigo. Frente a este no reconocimiento del exodista en territorio Disney, quedará el ejercicio de la violencia como salida, aunque siempre pierde el que menos capacidad de fuego tiene.

*Doctor en Educación, Lic en psicología

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