JOSÉ CARLOS IBARRA
“Sor Juana Inés de la Cruz se hizo monja para poder pensar”
OCTAVIO PAZ
De acuerdo con el juicio crítico, de estudiosos de la vida y obra de la monja jerónima, es considerada como “excepcional”, “sobresaliente”, “genial”, partiendo de su tempo, o sea la segunda mitad del Siglo XVll del México Colonial, en un clima opresor y enajenante rigor religioso, en que la mujer era vista y tratada como criatura del demonio, sumisa hasta la humillación, relegada al obscurantismo, aberrante condición que se tenía por virtud o santa ignorancia.
Nació en San Miguel Nepantla, el 12 de noviembre de 1651 (aunque hay quienes se inclinan por el año 1648), fue una niña prodigio, desde que era pequeña llamó la atención su precocidad, a los 13 años fue recibida en Palacio, como dama de honor de la virreina Marquesa de Mancera, y el Virrey con el propósito de confirmar sus conocimientos, convocó a cuarenta eruditos en las más diversas materias, fue examinada, y al final quedaron admirados de su saber y asombrosa memoria.
Sor Juana ha sido y es admirada por su clara inteligencia, dotes intelectuales, talento poético y literario , en su espaciosa celda-estudio, había una biblioteca que contenía más de 4,000 volúmenes, instrumentos científicos y musicales, sabía de todo, desde peliagudas disertaciones teológicas, hasta elaborar pastelillos, frituras, bordado y otros quehaceres., pero no vivió recluída,absorta en el estudio de las más diversas disciplinas, sino que era visitada por diferentes clases sociales y rangos, desde virreyes y virreinas, togados, doctores, religiosos y gente sencilla, convivía con sus hermanas, las consolaba en sus aflicciones y asistía en las enfermedades Ha habido quienes, se han referido a supuesto conflicto psíquico de carácter sexual, basados en interpretaciones eróticas de algunos de sus poemas, ante todo, los dirigidos a Lysi y Filis que deducen, no era otra que la virreina María Luisa Condesa de Paredes, con quien Sor Juana sostuvo estrecha amistad, pero como no soy especialista, me es vedado incursionar en esos terrenos, sin embargo, es indiscutible el hecho de que alzó la voz en defensa de la mujer, no sólo en los conocidos versos que empiezan:
“Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis: si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien Si las incitáis al mal”.
Sino también su derecho a la ilustración y enseñanza, abogó por una pobre mujer amenazada de ser lanzada de su humilde vivienda, por mandato judicial y otras acciones solidarias.
Cuando tenía 15 años se le hizo un retrato, en el que resalta su belleza, presencia y elegancia, y como también tenía aptitudes para la pintura, realizó su autorretrato, una copia del cual estuvo en Puebla, pero en el transcurso del tiempo, fue adquirida por un coleccionista norteamericano y trasladada a Nueva York, Juan de Miranda le hizo otro retrato, el más conocido, del cual el pintor mexicano Miguel Cabrera, hizo una copia en 1750, la cual se exhibe en el Museo Nacional de Historia en Chapultepec, se dice que hay otras copias en el Convento de Toledo y en El Escorial.
En 1694, en un enorme acto de sacrificio, humildad y obediencia, dispuso se vendiera su biblioteca e instrumentos, para fines de caridad, se entregó a la vida interior, atención a sus hermanas, y en 1695 una epidemia al parecer peste, invadió el recinto del claustro, murieron varias religiosas, y Sor Juana no se libró del contagio, al asistir a sus hermanas, falleció el 17 de abril de 1695, se le llamo “Décima Musa” Y “Fénix mexicano, su fama sigue viva.
* Autor sinaloense